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Descubre el fuerte y poderoso vínculo que existe entre Mariana e Iván, almas gemelas que se conocen en la infancia, pero a pesar de que deben separarse en la adolescencia, vuelven a reencontrarse en su juventud listos para enfrentar cualquier dificultad que el destino les ponga enfrente mientras redescubren con gran pasión el intenso amor que los une.
Iván era el hijo menor de la familia Fuentes. Sus dos hermanos mayores cuidaban mucho de él, pues sabían que era un niño inquieto y travieso.
Su padre era un importante político, cuya carrera se encontraba en ascenso, pues actualmente era el procurador de justicia de la ciudad.
A pesar de su estricta educación, su carácter inquieto y curioso lo ayudaba a salirse con la suya en las innumerables travesuras que normalmente llevaba a cabo, a las cuales su familia ya estaba muy acostumbrada.
Su padre, Mauricio Fuentes, era un hombre de negocios con una visión bastante privilegiada del mundo empresarial, la cual lo había llevado a posicionarse en un lugar muy importante de la industria hotelera. Sin embargo, en la privacidad de su hogar, era un hombre de familia que, a pesar de estar dedicado totalmente a su próspero negocio, tenía un lugar muy especial destinado a sus hijos y a su querida esposa, a quien amaba por encima de todo.
Marina Fuentes era la dueña absoluta de su amor; una mujer dulce y cariñosa dedicada totalmente a su familia.
Mauricio tenía predilección por practicar el golf, por lo que todos los días muy temprano, antes de meterse de lleno en sus actividades diarias, pasaba un par de horas jugando golf.
En algunas ocasiones, su hijo menor lo acompañaba, pues deseaba inculcarle su pasión por dicho deporte. En cambio, el niño parecía más interesado en recoger piedras y observar insectos que en la precisión meticulosa que su padre ponía a la hora de realizar un tiro.
Esa mañana Ivan observaba aburrido a su padre, quien analizaba los ángulos desde dónde podría hacer el mejor tiro. Después de observarlo por un momento, decidió desviar la mirada hacia asuntos más importantes, como lo era las hormigas que seguían un camino muy recto en el césped.
De pronto, vio una hermosa mariposa revoloteando muy cerca de ahí. Sus colores llamaron mucho su atención pues el amarillo brillante de sus alas al moverse rápidamente reflejaba la luz del sol de una manera sorpresiva.
"Papa creo que voy a...", intentó decirle a su padre, sin embargo, el hombre estaba muy ocupado analizando la dirección del viento, por lo que no le prestó la más mínima atención.
Iván inmediatamente comenzó a caminar en dirección a la mariposa siguiéndola con gran entusiasmo. Creía que no se alejaría demasiado, después de todo, seguramente su padre no notaría su ausencia.
No obstante, la mariposa comenzó a avanzar por caminos insospechados como si jugara con el niño engañándolo y cambiando de dirección súbitamente.
Iván estaba muy complacido con su vuelo, hasta que de pronto se detuvo en la corteza de un árbol. Entonces pudo observarla con más detenimiento. La nitidez de sus colores era sorprendente, detalle que siempre le había llamado la atención de las mariposas, criaturas afortunadas de la naturaleza al ser poseedoras de una habilidad única al volar. Además, tenían unas alas cuyos maravillosos diseños y colores las hacían lucir los majestuosas destellos reflejados por el sol.
Mientras la observaba con detenimiento, decidió acercar lentamente su mano hacia ella, quien parecía saberse objeto de tal admiración, por lo que comenzó a mover sus alas mostrando sus maravillosos diseños con orgullo.
A pesar de la súbita cercanía de la mano del niño, el insecto no pareció sorprenderse, por el contrario, parecía confiar en él. Por lo que poco a poco avanzó hasta posarse sobre uno de sus dedos. Iván parecía muy sorprendido, por consiguiente, continuó mirándola con gran fascinación hasta que la mariposa comenzó a volar libremente alejándose de él a toda prisa.
El niño no pudo hacer más que observarla partir, pues de alguna forma comprendía que gran parte de su belleza se debía a su total libertad. A la vez que la veía alejarse, escuchó un extraño sonido. Al principio creyó que podría tratarse de un ave, sin embargo, luego de voltear en todas direcciones no logró encontrarla.
El sonido parecía provenir del lado opuesto del árbol en el que se encontraba, por lo que lentamente comenzó a caminar con la intención de descubrir qué causaba tal sonido.
De pronto, se sorprendió ante la imagen que apareció frente a sus ojos. Los imponentes rayos del sol parecieron brillar con mayor intensidad en ese instante hasta casi deslumbrarlo por completo. Por lo que tuvo que cubrirse los ojos con la mano para evitar que la luz golpeara directamente sus ojos.
Entonces, se encontró con la visión más maravillosa que hubiera podido imaginar. Aquello debía ser una aparición divina. Iván no pudo evitar recordar los relatos que le había hecho su madre de pasajes bíblicos en los que se hablaba de seres alados con un destello de luz en la cabeza que se encargaban de cuidar y proteger a los seres humanos. Sí, sin duda aquella visión onírica debía tratarse del más maravilloso ángel.
Sin embargo, aquel no era un ángel cualquiera. Su cabello rubio brillaba reflejando las diversas tonalidades del sol.
Aquella era una niña que llevaba un vestido color azul celeste y unas zapatillas blancas. Sus enrojecidos ojos no dejaban de llenarse de lágrimas, mientras sus discretos sollozos no dejaban de resonar de forma dolorosa causando en Iván un enorme sufrimiento. A pesar de que no comprendía el motivo del llanto de aquella criatura, de forma inexplicable surgió en su interior un intenso deseo de detenerlo.Pues la visión le resultaba demasiado dolorosa. ¿Por qué una criatura de tal belleza estaría llorando de esa manera?
Aquello no podía ser correcto. Sin duda debía ser un error del universo. Pero él tenía que intentar evitarlo.
Era la primera vez en su corta vida que Iván se encontraba en una situación como esa. Pues estaba convencido de que aquella criatura era un ángel que había caído del cielo. Siendo así, deseó haber puesto más atención a las monjas del colegio cuando hablaban del catecismo. Pues quizás sabría cuál era el protocolo a seguir con seres de tal naturaleza.
Iván no sabía qué hacer, no obstante, estaba seguro que debía llevar a cabo alguna acción para detener aquellos intensos sollozos. Su ignorancia era tal que se quedó petrificado por unos instantes sin saber qué era lo que debía hacer.
De pronto, abrumado al no saber qué hacer, decidió actuar sin pensarlo demasiado. Por lo que se arrodilló frente a la niña tomándola súbitamente de la mano.
"No llores por favor", le dijo al mismo tiempo que acariciaba sus dedos. La niña pareció sorprendida, por lo que obedeciendo su petición inmediatamente guardó silencio mientras lo miraba con gran curiosidad.
Ella no sabía quién era ese niño ni que estaba haciendo ahí. No obstante, en ese momento, se encontraba frente a ella ofreciéndole algún tipo de consuelo. Lo cual la dejó muy sorprendida.
Entonces, la mariposa a la que Iván había perseguido hacía un minuto se acercó a él de forma sorpresiva posándose sobre la mano de la niña.
"Mira, es mi amiga mariposa. Tampoco quiere verte llorar. Por eso ha venido alegrarte el día".
La pequeña miró al insecto sorprendida, pues era la primera vez en su vida que una mariposa se posaba sobre alguna parte de su cuerpo. Por lo tanto, no pudo evitar sentirse muy sorprendida.
En consecuencia, su mirada se cruzó con la del niño, quien seguía observándola con gran curiosidad y de la forma más sorpresiva, sonrío de manera amistosa causando una sensación muy particular en Iván.
De forma inexplicable, el niño se sintió muy conmovido ante aquel gesto. Sin duda ese era un día muy especial para él. No solamente se había encontrado con un ángel, sino que además le había sonreído. Aquello le causó una sensación divina en su interior. Algo que nunca antes había experimentado. En ese momento, deseo abrazar a la niña y darle un beso en la mejilla. Pero al desconocer el protocolo ante una situación como esa, se resignó a sonreírle también. Aquello formó un inexplicable vínculo entre ellos que no desaparecería fácilmente a través del tiempo.
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