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Ella cayó en la trampa de su hermanastra, pero un hombre la salvó. Seis años después, regresó con su bebé, decidida a recuperar todo lo que le pertenecía y convertir la vida de su hermanastra en un infierno. Lo último que había esperado era que su hijo comenzara a buscar a su padre, trayendo a ese hombre a su vida una vez más.
Un rayo cayó desde el cielo y seguidamente se escuchó un trueno, lo que indicaba que una tormenta se aproximaba.
Audrey Yang yacía recostada sobre el polvoriento pavimento de un lugar que no conocía. Al abrir los ojos, la oscuridad del lugar inundó su campo de visión.
Intentó moverse un poco, pero un dolor agudo recorrió todo su cuerpo, contuvo un grito de dolor con todas sus fuerzas.
Habían manchas oscuras en el suelo, al parecer era sangre. Fue entonces cuando sintió un frío abrumador le hizo temblar hasta los huesos.
¿Estaba al borde de la muerte? ¿Este era el fin? Ciertamente se sentía así. Pero era un sentimiento que no estaba dispuesta a aceptar todavía.
Se mordió el labio y se estremeció nuevamente ante el dolor que recorría por todo su cuerpo. Seguía sin encontrar a su madre, tenía mucho por lo que vivir, muchas cosas por hacer y muchos sueños que cumplir, no podía morir en una habitación oscura y sucia en medio de la nada.
Mientras intentaba tranquilizarse, escuchó unos pasos acercándose, seguidos por una profunda voz masculina que reconocía perfectamente.
"Ella está aquí adentro, señorita Yang. He estado haciendo guardia para que no pueda escaparse tan fácilmente. Me puse en contacto con el señor Bai de nuevo. Estoy seguro que nuestro plan no fallará esta vez".
"Eso espero, porque si las cosas salen mal esta vez puedes despedirte de tu dinero", respondió una voz femenina que sonaba familiar.
Los ojos de Audrey se abrieron de repente al sentir el dolor recorriendo una vez más por su cuerpo, producto de la adrenalina que estaba sintiendo. Apretó los dientes, se puso de pie torpemente, caminó despacio hacia la puerta y se asomó por una grieta que daba justo al lugar de donde venían las voces.
Otro rayo cayó, seguido de un trueno explosivo y resonante. El breve destello de luz reveló los rostros del hombre y de la mujer que hablaban en la oscuridad.
¿Qué hacía Alia Yang hablando con el hombre que la había secuestrado y que ahora planeaba venderla al dueño de un burdel?
¿Acaso era ella la responsable de todo esto?
Antes de que Audrey pudiera retroceder, Alia miró hacia la puerta, como si hubiera sentido la presencia de la mujer. De repente, Alia dio un paso adelante y abrió la puerta.
Al verla, la rabia se apoderó de Audrey y le gritó a la mujer: "¡¿Cómo pudiste hacerme esto?! Siempre te consideré mi hermana y te he dado todo lo que has querido. ¿Por qué me traicionas de esta manera? ¡Eres tan cruel!".
Mientras sus ojos estaban llenos de lágrimas, vio que Alia ponía una sonrisa cínica y llena de satisfacción.
"¿Tu hermana?", preguntó Alia echándose a reír y mirando a Audrey como si fuera una idiota.
"¿Es que no sabes que solo somos hermanastras? Te soporté todo este tiempo porque quería robar tu lugar. Quiero tomar tu lugar como la hija mayor de la familia Yang y a tu hombre, Kase".
Audrey se quedó atónita, recordando todas las interacciones con su hermanastra. Miró a la mujer de en frente y dijo: "¿Entonces mentiste acerca de que mamá estaba en M Country solo para que yo viniera aquí? Tú... No vas a salirte con la tuya, Alia. Incluso si logras deshacerte de mí, Kase nunca te amará".
"¡Eres tan ingenua! Soy más hermosa que tú y seguramente será fácil complacerlo. Una vez que me deshaga de ti y yo ocupe tu lugar, él será mío". Alia sonrió entusiasmada.
"¡Perra!". Fue lo último que se escuchó en la sala. Audrey se abalanzó hacia la mujer con toda la fuerza que le quedaba, pero antes de que pudiera tocarla, su cuerpo cayó al suelo. Su hermanastra la había abofeteado con tanta fuerza que hizo que ella perdiera el equilibrio.
"¡Aaah!".
Alia clavó el tacón de su zapato en el dorso de la mano derecha de Audrey, haciendo que un fuerte grito de dolor se escuchara por todo el lugar.
"Por cierto, te tengo buenas noticias. Estoy embarazada de Kase, él está muy emocionado con la idea de tener un hijo. Cuando regrese a casa, nos casaremos y me convertiré en la esposa del director ejecutivo de Feng Group y nuestro hijo heredará la compañía. Nunca volverás a ver a ese hombre en tu vida", declaró Alia.
"Estás mintiendo. Él quiere casarse conmigo, me prometió que nos casaríamos cuando me graduara de la universidad. Él no te ama, solo te ve como mi hermana", replicó Audrey, sin
creer ni una palabra de lo que había escuchado. Kase nunca la traicionaría de esa manera.
Alia estaba tan enojada que le arrancó el collar que llevaba Audrey en el cuello, dejando al descubierto múltiples heridas y marcas que tenía. Alia respondió:
"¿Y qué pasa si no me ama ahora? Será fácil hacer que se enamore de mí. Ya no tienes oportunidad porque ya estuviste con otro hombre. Kase nunca querrá a una mujer con la que otro hombre ya haya jugado".
Mientras hablaba, la mujer levantó su teléfono móvil y comenzó a tomarle fotos a Audrey.
"¡Detente! ¡Deja de tomarme fotos! ¡Dame ese teléfono!".
Audrey luchó por arrebatarle el teléfono de las manos, pero ya no le quedaban fuerzas. Solo podía mirar desde el suelo a Alia acercándose al hombre que había contratado para secuestrarla y torturarla.
La mujer volteó la cabeza hacia Audrey una última vez y luego le ordenó al hombre: "Cambio de planes. Tírala al océano, no puedo arriesgarme a tener complicaciones en mis planes. Ten cuidado y cubre sus huellas".
"Considérelo hecho, señorita Yang".
"¡Alia!", exclamó Audrey, pero su hermanastra no le prestó atención. Lo siguiente que supo fue que estaba flotando en el mar. Se sentía increíblemente cansada, y cuando cerró los ojos, el agua fría y salada la sumergió lentamente.
Los recuerdos pasaron como una película en cámara rápida ante sus ojos mientras se hundía en el agua. Fue entonces cuando la voluntad de sobrevivir cobró vida. Usando lo último que tenía de fuerza, se mordió la lengua y comenzó a nadar hacia la superficie.
Nadó y nadó, luchando contra el fuerte oleaje. Acababa de ser golpeada y violada, no había comido ni bebido desde hace un buen tiempo, estaba a punto de darse por vencida cuando escuchó el sonido de un crucero cerca de la zona.
¡Sus plegarias silenciosas habían sido escuchadas!
Comenzó a moverse bruscamente en el agua para llamar la atención de los que estaban a bordo y gritó pidiendo ayuda una y otra vez hasta que le dolió la garganta.
Mientras tanto, en el crucero de lujo, un hombre esbelto, de rostro bonito, y pelo corto estaba en la proa. Estaba disfrutando de la fresca brisa del océano cuando escuchó el grito de una mujer pedir ayuda, así que miró por la borda, tratando de localizar a la mujer.
"¿Escuchaste eso? Alguien está pidiendo ayuda".
"No, no escuché nada. Ah... ¡Jefe, mire hacia allá! ¡Veo a una mujer! ¡Dios mío, se está ahogando! ¡Iré a buscar ayuda!".
Audrey había agotado todas sus fuerzas. Cerró los ojos y se hundió en el agua.
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