/0/13176/coverbig.jpg?v=826938fa2d6147a359ff89b8580da6c0)
Para salvar a su hermana menor de un matrimonio arreglado, Aurora decidió tomar su lugar para casarse con Devon. Ella ha estado enamorada de él por mucho tiempo por un pasado compartido, pero cuando se enfrenta a la frivolidad de su esposo, entiende que no será reconocida. Un día, su hermana decide que ahora sí está dispuesta a casarse con Devon. Aurora regresa de un día de compras para encontrar a su hermana y esposo en la misma cama, y descubrir que ambos le han estado viendo la cara por demasiado tiempo...
Aurora solo tenía debilidad por una persona: su querida hermana.
Por eso, Aurora había respondido a los ruegos de su hermana menor tres años atrás, cuando le rogó que intercambien lugar y que fuera ella quien se case con Devon Wilson. Aurora se había compadecido de su pequeña hermana y asumió la responsabilidad. Se plantó frente a sus padres, unas personas de corazón poco bondadoso, y les dijo que quería ser ella quien se case con Devon. Sus padres mostraron un total disgusto por su decisión, puesto que ya le habían propuesto el matrimonio semanas atrás, pero ella se había negado.
Pero como era su primogénita, decidieron arriesgarse y hablar con los Wilson para un nuevo acuerdo. Mandy nunca dejó de agradecérselo, a pesar de mostrar una actitud resignada ante sus padres, como si estuviera cediéndole su prometido a su hermana y no como si le hubiera pedido que se lo quite.
Ahora, Aurora los encontraba en la misma cama.
La misma cama a donde Devon nunca la había dejado entrar, ni siquiera en su noche de bodas. Había preferido cortarse la palma de su mano y manchar las sábanas con su sangre antes que tocarla. Mostraron las sábanas a la familia y nadie tuvo duda de que el matrimonio se consumó. Por años, se la acusó de ser infértil.
Su corazón se hundió cuando escuchó la voz de su pequeña hermana.
"¿Cuándo te divorciarás de mi hermana?", preguntó Mandy con tono meloso, pasando una larga uña por su pecho.
"No estoy seguro de que me deje ir tan fácil", se quejó su esposo. "Ya sabes lo que hizo para separarnos".
Aurora no entendía a qué se refería, pero estaba demasiado aturdida por el mal sabor de la traición golpeando su pecho. Ella sabía que su esposo nunca la amó, que se había enamorado de su hermana y por eso el cambio de prometida lo había lastimado. En un inicio, Aurora le dijo a su hermana que con el tiempo podría amarlo, pero Mandy insistió en que Devon no era para nada su tipo y nunca podría corresponderle. ¿Y ahora estaba en la misma cama que él, mirándolo con tanto afecto?
Todo esto era demasiado para ella.
"Tengo miedo", dijo Mandy con los ojos llorosos, sabiendo que eso conmovería a Devon, "Ella ha sido tan mala conmigo, no sé qué me hará cuando descubra que la hemos traicionado por tantos años".
«¿Años?» repitió Aurora en su cabeza. No se lo podía creer. Cada palabra de su hermana, dicha como una venenosa y cruel mentira, no concordaba con la imagen que tenía de ella.
"No llores, Mandy", la consoló, sintiendo un profundo odio hacia Aurora, quien había atormentado a su amada por tanto tiempo, "Me encargaré de ella".
Mandy se acurrucó a su costado con los ojos brillosos.
"¿Realmente no sientes nada por ella? Todos siempre la eligen, todos la aman y a mí me odian..."
Mandy era tan buena mintiendo que le había hecho creer a Devon que tenía tan baja autoestima por culpa de Aurora, que no se creía merecedora del mismo afecto del que gozaba su hermana. La perfecta Aurora.
"Aurora es tan jodidamente aburrida. ¿Cómo podría gustarme ella por sobre ti?", respondió, rozándole los labios.
Aurora se tambaleó hacia atrás. Tan jodidamente aburrida. ¿Eso era lo que pensaba de ella?
"Oh, Devon...", susurró conmovida, aceptando el beso con placer.
Aurora retrocedió, sin poder creer lo que escuchaba. Caminó hacia la sala de estar y se dejó caer sobre el sillón. ¿Este había sido el plan de su hermana todo el tiempo? Se miró la falda larga y los tacones bajos. Había decidido imitar el estilo recatado de su hermana para ganarse la simpatía de su esposo. Devon detestó eso, creyó que Aurora era una mujer astuta que intentaba seducirlo. Luego, su cambio de personalidad. Le habían descrito a Aurora como alguien estricta y desafiante, pero cuando los presentaron, Devon solo vio una mujer reservada y sumisa.
Aurora solo había estado intentando adquirir ciertas características de Mandy para que su relación con Devon fuera lo más cordial posible, pero nada funcionó, todos sus intentos fueron vistos con otras intenciones.
Esa mañana, Aurora había despertado cansada de su vida y decidió que retomaría su viejo estilo. Compró ropa nueva, maquillaje nuevo, zapatos nuevos y joyas nuevas.
Ahora las bolsas estaban tiradas en la sala, donde había escuchado el primer gemido que la hizo dejar caer las cosas de la impresión.
Devon se asomó fuera de la habitación y vio a su esposa. Por un momento, la sangre se le heló, como si realmente hubiera temido que los descubriera. Como un verdadero esposo que había sido atrapado con su amante. Lo normal habría sido ponerse de rodillas y rogar por su perdón.
Pero nada de eso sucedió. Aurora se obligó a ser fuerte, mientras que Devon relajó los músculos. No amaba a su esposa, no había razones para alterarse. Quería terminar con ella lo antes posible y esta era la mejor oportunidad.
Entonces su esposa habló.
"¿Terminaste?", dijo Aurora, su voz extrañamente fría. Eso lo desconcertó.
No volteó a mirarlo. Devon cerró la puerta para que Mandy no los escuchara, y se acercó.
"Lo has escuchado todo", masculló, rodeando el sillón para mirarla. Su torso desnudo habría deslumbrado a Aurora en otra situación, ahora solo podía sentir repulsión.
El rostro de su esposa estaba tan serio que la desconoció. La Aurora que conocía era alguien pacífica, con un porte elegante y recatado, siempre tan mansa. Ahora, Devon no podía reconocerla.
"Lo siento, debieron avisarme que venían". Aurora se cruzó de brazos, aun sin mirarlo. "Así les daba privacidad. Lamento escuchar algo que no debía. Nunca podré borrar los gemidos de puta de Mandy de mi cabeza".
Devon se sorprendió por sus crudas palabras. Apretó los dientes. ¿Esta era la verdadera Aurora? No dejaría que se refiriera así de la mujer que amaba.
"No te atrevas a insultar a mi prometida, Aurora. Lo lamentarás".
Aurora tragó saliva. Trató de que su voz no delatara cómo sus palabras le habían desecho el corazón.
"Discúlpame, esposo, pero, no sabía que podías tener una prometida mientras sigues casado. ¿O acaso piensas tomarla de concubina? ¿Debería recordarte en qué país resides?".
Devon enfureció por sus palabras.
"Déjate de tonterías. Sabes bien lo que pasará. Ya lo descubriste todo, ahora...", dijo mientras caminaba hacia su oficina y regresaba con unos papeles que soltó sobre la mesa. "Firma aquí y lárgate de mi casa".
Aurora miró los papeles fijamente. "¿En serio crees que soy tan mala como ella dice?".
El hombre casi sintió compasión por su esposa. Con un gruñido, se deshizo de esos sentimientos. Por eso nunca la miraba, por eso nunca pasaba tiempo con ella y por eso nunca la tocaba. Aurora era tan buena actuando que se creía la genuinidad de su inocencia y sus buenas acciones. Si no fuera por Mandy, habría caído por Aurora hace mucho tiempo.
Le molestó sus propios pensamientos.
"No hagas dramas inútiles, tú sabías a quién amaba cuando nos casamos".
"Créeme que no estaba contenta de casarme contigo", susurró.
Devon frunció el ceño ante sus palabras. Casi se las había creído.
Pero era la verdad. Si Devon la hubiera reconocido, quizás habría podido ilusionarse un poco, pero su corazón se lo ganó la aparentemente ingenua y tonta Mandy.
"¿Cariño?". La voz de Mandy se escuchó a sus espaldas.
Devon la miró como impulsado por un resorte. Aurora sintió su corazón hundirse, los ojos se le llenaron de lágrimas cuando escuchó a su hermana. Por un momento, había olvidado que ella estaba cerca, en lo que debía haber sido su habitación matrimonial. Cuando Devon estuvo a punto de ir a por ella, Aurora se secó las lágrimas y dijo:
"Creo que tenemos una conversación pendiente, pequeña hermana".
Danielle reveló sus múltiples identidades secretas. "Ya soy la mujer más rica. ¿Por qué no te casas conmigo? Puedo convertirte en el hombre más respetado". Después de regresar a casa como la legítima heredera, Danielle descubrió que no era bien aceptada por sus padres, peor aún, era despreciada por su hermana y aborrecida por su hermano. Sin más opciones, Danielle tuvo que reanudar sus actividades anteriores, ganándose la vida mientras mantenía ocultas sus otras identidades. Para su sorpresa, Shawn se enteró de sus secretos y le propuso: "Cásate conmigo y haré de ti la mujer más respetada de esta ciudad".
Durante tres años, Shane e Yvonne estuvieron casados, compartiendo noches acaloradas, mientras él aún estaba enamorado de su primer amor. Yvonne se esforzaba por ser una esposa obediente, pero su matrimonio se sentía vacío, construido sobre el deseo más que sobre el verdadero afecto. Todo cambió cuando se quedó embarazada, sólo para que Shane la empujara a la mesa de operaciones, advirtiéndole: "¡O sobrevives tú o el bebé!". Destrozada por su crueldad, Yvonne desapareció apesadumbrada y más tarde regresó, radiante de plenitud, dejando a todos boquiabiertos. Atormentado por los remordimientos, Shane le suplicó otra oportunidad, pero Yvonne sólo sonrió y respondió: "Lo siento, los hombres ya no me interesan".
El día de su aniversario de boda, la amante de Joshua drogó a Alicia, que acabó en la cama de un desconocido. En una noche, Alicia perdió su inocencia, mientras la amante de Joshua llevaba a su hijo en el vientre. Desconsolada y humillada, Alicia pidió el divorcio, pero Joshua lo consideró una rabieta más. Cuando finalmente se separaron, ella se convirtió en una artista de renombre, admirada por todos. Consumido por el remordimiento, Joshua se acercó a su puerta con la esperanza de reconciliarse, solo para encontrarla en brazos de un poderoso magnate. "Saluda a tu cuñada", dijo este.
Paola Fischer vive un matrimonio aparentemente feliz hasta el día en que, al regresar a casa, encuentra a su esposo, Lucas Hotman, en la cama con su secretaria, Rose Evans. La traición la deja destrozada, y, sin saber cómo enfrentar el dolor, se marcha de su hogar. Esa noche, en un bar, conoce a un enigmático desconocido que le ofrece una compañía inesperada. Buscando escapar de su desilusión, Paola se entrega a una noche de pasión con él, dejando que el dolor de su traición se diluya en la intimidad. Al día siguiente, trata de seguir adelante, pero pronto se enfrenta a una sorpresa que cambia el curso de su vida: está embarazada, y el padre no es Lucas, sino aquel hombre al que apenas conoció.
Su vida era perfecta hasta que conoció al hermano mayor de su novio. Había una regla en la manada Night Shade: si el Alfa rechazaba a su pareja, perdería su posición. Y la vida de Sophia estaba relacionada con esa ley, pues era una Omega que salía con el hermano menor del Alfa. Bryan Morrison, el Alfa actual, no solo era un hombre de sangre fría, sino también un encantador hombre de negocios. De hecho, su nombre era suficiente para poner a temblar a las demás manadas, pues era conocido por ser muy despiadado. ¿Y si por un giro del destino su camino se entralazaba con el del Sophia?
Ella se casó en secreto con una superestrella; sin embargo, su estado civil se mantuvo en conocimiento público. Ella lo amaba como a un perro, tan leal, tan sin vergüenza, pero él la alejaba constantemente solo por su egoísta razón de tomar venganza contra su madre. Después de su divorcio, ella accidentalmente se acostó con un atractivo desconocido cuyos ojos azules exudaban un atractivo sexual extremo, atrayéndola a una inevitable atracción fatal. Él era tan tranquilo y gentil, prometiéndole la felicidad eterna. "¿Ms. Cathryn Riley, se casará conmigo?" Su expresión era seria y sincera. Los dedos delgados del hombre sostenían una caja redonda de terciopelo rojo muy delicada y hermosa; dentro había un anillo de diamante exquisito. Asustada emocionalmente, ella le respondió, "He sido divorciada una vez. Espero que no me haga divorciar por segunda vez de nuevo." Keith sonrió y respondió suavemente, "Mi mundo nunca se ha centrado en nadie. Pero en los días venideros, mi mundo se centra en ti". Ella estaba tan conmovida que no pudo evitar llorar lágrimas de felicidad. Estar con él le trajo una alegría eterna y su promesa eterna reemplazó su sufrimiento por el matrimonio fracasado.