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Un chico que está harto de su miserable vida toma una drástica decisión. Acabar con su sufrimiento, pero algo lo detiene. ¿Cambiarias un escenario de suicidio por una taza de café? Mateo lo hizo y no se arrepiente de que el destino haya puesto a aquel moreno en su camino ese día tan oscuro. Para su mala suerte, la cruel y despiadada vida los hace pasar por un terrible suceso, haciendo que John no tenga mas remedio que huir con un niño que Mateo le dejo al desaparecer. De ahí en adelante han de experimentar un sinfín de emociones que los arrastraran hasta perder la cordura. Él le prometió que estaría siempre a su lado, pero ¿Puede cumplir esa promesa?
–Te gustan mucho los niños, ¿no es así? – preguntó Mateo sin apartar la vista de al frente.
La pregunta surgió de repente al recordar a John jugando muy animado con Tina la hija de la vecina. Solían cuidarla cuando ella tenia turno de noche.
–¿Eh? ¿Por qué de repente esa pregunta? – volteó a verlo con el ceño ligeramente fruncido, algo confundido.
–Solo mera curiosidad, te veo muy feliz cuando juegas con Tina – se volteó apoyando su peso en el barandal de la salida del puerto.
A menudo solían ir a ver el mar, pues era su lugar especial, donde se conocieron por primera vez, el lugar en donde escapaban de sus problemas y sentían que eran los únicos, un momento que sin duda ambos querían que fuera eterno.
–Si, crecí cuidando de niños más pequeños que yo en el orfanato, creo que desarrolle algo así como un instinto paternal, así que sí, los adoro. – le contestó al rubio con una sonrisa aun mirándolo, esa mirada que le daba solo a él, la que tiene un hombre con una gran riqueza en frente, pero él no se la devolvía, seguía vagando en sus pensamientos. ¿Qué era lo que lo atormentaba ahora? Pensó – ¿Qué pasa? – se desvaneció su sonrisa cayendo otra vez en confusión.
–Mmm... ¿Tú... quisieras convertirte en padre alguna vez? – oh, así que era eso.
Desde que le conoció supo que Mateo era un chico inseguro oculto bajo una capa de confianza, seguridad y perfección que resultaban ser totalmente falsas. John pudo notarlo, por los constantes suspiros pesados que le daban a entender que cargar con ello, era lacerante. Mateo no era mas que un niño roto, cautivo por el sufrimiento y el miedo, sumido en el encierro del dolor del que nunca tendría escapatoria o del que no intentaba si quiera escapar.
–Fue mi sueño alguna vez, pero esta en el pasado porque te tengo a ti ahora, no necesito más. – intentó convencerle, pero solo hubo silencio, John sabía que significaba su silencio, acercándose lo tomo por el brazo arrastrándolo hacia él, envolviéndolo en sus brazos, pero Mateo aún tenía la cabeza gacha – No sé porque de repente esta inseguridad, pero ten por seguro que la idea de tener un hijo sin que tu estes a mi lado, me haría la persona mas infeliz que haya pisado esta tierra, eres mi mundo – con una de sus manos sostuvo cuidadosamente su mentón y lo obligo a levantar la vista, pudo observar sus hermosos ojos azul cielo, cristalinos... a punto de llover, apretando sus labios para evitar hacerlo – ¿Qué quieres que haga para que me creas? – después de mirarlo por unos segundos Mateo bajo la mirada a los labios del mayor y los junto con los suyos en un beso que empezó suave, tierno que luego paso a convertirse en uno lleno de desesperación y hambre.
La necesidad notándose en ellos, pero sobre todo en Mateo, que vivía cuestionándose constantemente cuanto es que duraría esta felicidad, seguro que no mucho, la dicha que llegaba a él siempre tenía fecha de caducidad, ya se había resignado a que así fuera siempre, sin embargo, esta vez quería que fuera interminable, haría lo que fuera para conseguirlo o al menos aprovecharía cada minuto, cada respiro y cada caricia que el moreno pudiera darle.
Exprimiría todo el amor que tuviera y lo guardaría... solo para él.
John tuvo que separarse para no perder el control y tumbarlo a la pared mas cercana. Sin duda Mateo hacia que se vuelva loco.
El rubio con la respiración echa un desastre coloco su cabeza en el hombro de John y apretó el abrazo, tenia miedo...
–No quiero que nada nos separe – dijo en un susurro casi inaudible. Ahogando un sollozo.
–Y nada lo hará, lo prometo – le devolvió el abrazo con la misma intensidad para luego separarse por un segundo y plantar un beso en su frente.
De esos que le gustaban a Mateo, de esos que les gustaban a los dos.
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Hola! me alegra que te hayas pasado por esta historia, te prometo que no te arrepentiras de seguir, dale una oportunidad y descubre junto a los protagonistas esta historia llena de misterio, caos y algo de lujuria.
Es mi primera vez escribiendo este tipo de historia, desde ya pido perdon si hay errores, espero me den animos para mejorar y continuar con mas proyectos!
Porque estoy llena de ideas locas <3
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