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Después de muchas decepciónes amorosas, con un bebé recién nacido y en quiebra, Miranda Robinson se da cuenta al verse al espejo que no se conoce. Esto la lleva a emprender un viaje dentro de si misma para entender que fue lo que la llevó a su penosa situación.
Era una noche del mes de marzo, en la ciudad hacía un poco de frío Miranda salio de la ducha apresurada, solo para ver si su bebé Caleb aún seguía dormido, al comprobar que seguía sumido en un sueño profundo, sonrió y regreso al baño a terminar de secarse.
Soltó una leve risa entre alivio y sorpresa, pues había olvidado lo que era darse un baño tranquilamente.
Tomo una tolla del baño y enredó su cuerpo en ella, y cuando ve al espejo que estaba frente a ella se dio cuenta que estaba empañado por el vapor, así que en un intento de limpiarlo paso su mano torpemente.
Al mirar su reflejo en ese espejo medio empañado miró a una mujer que no conocía, lo cual la dejó perpleja. Era una sensación rara pues es la primera vez después del parto qué tenía la oportunidad de profundizar sobre su reflejo en el espejo. Lo más sorprendente de todo, no eran sus evidentes ojeras debido a la lactancia, ni los 20 kilos que había subido durante el embarazo y que aún no perdía durante el postparto. Lo que más llamó su atención, fue la profunda tristeza que proyectaban sus ojos color marrón,sabía que era ella pero a pesar de ver a esa mujer en el espejo no podía encontrarse en ella. Lo que veía no concordaba con aquella chica de carácter enérgico, llena de ilusiones qué una vez dejo el pueblo donde creció para cumplir uno de tantos sueños.
En cambio encontró ahí, a una mujer, avejentada, triste, vacía. Y lanzó una pregunta que salió desde el fondo de su corazón
¿Realmente valió la pena?
En ese instante escucho proviniente de la cocina el sonido de la cafetera que le anunciaba que su té estaba listo.
Se dirigió con pasos sigilosos, tomó un trapo de la cocina y agarró la cafetera qué estaba sobre la estufa, apago el fuego y se dispuso a servir su té en una pequeña taza. Camino hacia la sala y tomo asiento en el cómodo sofá color blanco impecable.
Le dio un sorbo a su té y se puso a reflexionar sobre su vida, las decisiones que la llevaron hasta esa situación y todos sus desastres amorosos.
Pensó
Algo debe estar mal conmigo, No es posible que a una sola persona puedan pasarle tantas calamidades.
Ella era una mujer hermosa, y muy sensible, era valiente, tenaz, aguerrida, sencilla y con un corazón de oro. Pero sobre todo era fiel partidaria de la justicia.
No podía entender porque le estaba pasando todo esto si ella jamás tomo un solo peso qué no fuera sullo, era cortes y amable con los demás y era una mujer justa.
Habia perdido su trabajo y estaba en banca rota con un recién nacido en brazo,pues fue víctima de su malvado jefe quien la inculpo en un fraude en la compañía para la que trabajaba, siendo este el único culpable.
Ella y sus otros compañeros de trabajo sospechaban de él y a escondidas suyas reunían pruebas en su contra. Pero éste se dio cuenta de lo que planeaban y para safarse la inculpo a ella, de esta manera se desharia de ella y mantendría a raya a sus demás subordinados. Recordaba con dolor el momento en que la sacaron escoltada de la empresa a la que le dio 10 años de trabajo impecable y honrado. Le dolía pensar que los demás trabajadores y el dueño de la cadena hotelera Newton, el señor David Newton, a quien tanto apreciaba, la consideraran una ladrona. Cada vez que pensaba en ello sentía como si un puñal se clavara en su pecho.
Sabía que tenía que limpiar su nombre y sus compañeros y amigos querían ayudarla, pero las aguas aún estaban muy revueltas y no podían hacer nada por el momento. Sin embargo tenían la firme convicción de que ayudar a un inocente a recobrar su buen nombre era lo justo, por lo tanto no quitarían el dedo del renglón, qué ese malvado cayera sólo era cuestión de tiempo. Recordaba con cariño una frase que su abuelita le decía "Mijita, cosechamos lo que sembramos, la siembra es opcional pero la cosecha es obligatoria".
Apelaba a la justicia divina, pues sabía que Dios es justo y a El nada se le escapa.
Bueno, pensó, el problema de mi trabajo no puedo solucionarlo, no puedo hacer nada para demostrar mi inocencia por el momento, pero, ¿Que hay de todo lo demás que está mal en mi vida?
¿Que puedo hacer para remediarlo? ¡Claro! contesto con ironía, ¡Hacerme cargo de mi misma!.
Sabía que era una decisión muy difícil, ya que estaba acostumbrada a hacerse cargo de los demás, era una protectora innata, pero ¿Quien se hacía responsable de ella? Y no me refiero a hacerse cargo económicamente, ya que era una mujer financieramente independiente y tenía su casa propia, si no, a tomar acción y comenzar a trabajar en todos los baches que había en su vida, tomar acción y comenzar a trabajar en lo que hay en su cuerpo, mente y espíritu. Sabía que la clave para que Caleb fuera un niño feliz era tener una mamá emocionalmente sana, y para eso había mucho trabajo que hacer.
Así que pronunció con valentía lo siguiente:
Es hora de tomar las riendas de mi vida y cambiar a la única persona que sé que puedo cambiar, a mi misma.
Sabía que lo que le esperaba no era nada fácil, tenía que enfrentar su pasado y combatir varios demonios ocultos de los que no hablaba con nadie, ¿Cual era el reto de todo esto?
Que tenía que hacerlo sola, estaba en bancarrota, así que no podía darse el lujo de pagarse un terapeuta qué la orientara. Lo que si tenía es valentía y mucho amor por su hijo, lo que la llevaría a tomar la decisión más importante en su vida. Sanar un pasado tan doloroso y tantos fracasos amorosos sería una misión difícil pero eso no la detenía. Era una mujer valiente y tenaz qué jamás se daba por vencida, su espíritu inquebrantable la hiso superar cosas que nunca ubiera imaginado, pero no se lamentaba por ello, pues estaba convencida de que su pasado tan escabroso la había ayuda a convertirse en la mujer que es hoy.
Así que lo primero que se le ocurrió fue escribir sus memorias, pensaba que leyendo en un papel su tormentoso pasado le ayudaría a reflexionar y encontrar el por que "le había tocado tan mala suerte en el amor". No podía entender porque de 3 relaciones pasadas no ubo una sola de la que saliera ilesa, conocía buenos hombres casados con malas mujeres.
¡Es injusto!! Pensaba, ¿porque a mi no me tocó uno así?
Es por eso que estaba convencida de que algo estaba mal con ella, y ahora, estaba a punto de descubrirlo.
"¡Ahh!". Ella solo podía gemir, a pesar de que no amaba a ese hombre; de hecho, lo odiaba. Las manos del hombre recorrían todo su cuerpo. Ella jadeó cuando él comenzó a bajarle el cierre del vestido. Este terminaba en su cadera, así que terminó con la espalda y la cintura descubiertas. "No me toq... ¡mmm!". El hombre movió sus dedos por su espalda descubierta y presionó su cabeza contra una almohada. Los toques le provocaron escalofríos a la chica. "Haré que te olvides de sus toques, besos y todo lo demás. Cada vez que toques a otro hombre, solo podrás pensar en mí". ---- Ava Adler era una omega nerd. Los demás la molestaban porque pensaban que era fea y poco atractiva. Pero Ava amaba en secreto a un chico malo, Ian Dawson. Él era el futuro Alfa de la manada Mystic Shadow. Sin embargo, a él no le importaban las reglas ni las leyes, solo le gustaba coquetear con las chicas. Ava no era consciente de la arrogancia de Ian hasta que su destino se entrelazó con el del joven. Él la descuidó y la hirió profundamente. ¿Qué pasaría cuando Ava se convirtiera en una bella capaz de conquistar a cualquier chico y, al verla, Ian se arrepintiera de sus decisiones? ¿Y si ella tenía una identidad secreta que aún no había descubierto? ¿Y si cambiaban las tornas e Ian le suplicaba que no lo dejara?
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