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Gabriela es una mujer perturbada, que intenta refugiarse en un pueblo en medio de la nada, aceptando un empleo como niñera de un adolescente un tanto extraño. Pero desde el momento de su llegada a este pueblo nota que cosas muy extrañas y espeluznantes suceden allí, y todo parece girar en torno al niño que ella debe cuidar... sin darse cuenta se sumerge en un mundo oscuro en donde una guerra entre demonios esta por desatarse.
Estaba pérdida; un golpe más y sería su fin. Caminaba apoyándose de las paredes para no caer en la acera. Su vestido, que era tan blanco como su largo cabello, estaba ahora empapado con su propia sangre.
- ¡Snow!- se oyó cantar a una voz fría y odiosa.
Su cabello blanco azotó su piel pálida cuando una brisa agresiva se manifestó de la nada. Ella miró hacia el frente, y en medio de la oscuridad vio una extraña luz verde, hacerse más y más grande.
- ¡Oh no!- Gritó asustada, mientras daba medía vuelta y comenzaba a correr.
La luz avanzó rápidamente hacia ella cuan proyectil e impactó contra su espalda. La explosión estremeció todo el lugar y ella salió volando hasta atravesar la puerta de la pequeña iglesia de aquel pueblo, que en aquel momento lucía tan desierto y oscuro. Adolorida, comenzó a arrastrarse con mucho esfuerzo por el piso de aquella iglesia, hacia el altar.
- Maldita...- decía con voz queda y agonizante- Juro... que me la vas a pagar.
El padre Esteban salió de una puerta situada en una esquina de la iglesia, y al ver a aquella mujer de cabello blanco arrastrándose por el suelo, cubierta de sangre y con la espalda humeante, se aterró.
- Snow- dijo, apenas dando crédito a lo que veía.
Estuvo allí parado tratando de decidir si era correcto ayudarla o no. Su creencia, su fe, su religión, le decían que debía dejarla morir por ser lo que era, pero su corazón le ordenaba ayudarla como el ser indefenso y lastimado que era en aquel instante.
- ¡Snow!- gritó mientras corría a ayudarle- ¿Que te ocurrió?
- ¿A usted... que le importa?- Gruñó Snow adolorida mientras el padre se inclinaba para ayudarla- ¡Quíteme las manos de encima!
El padre saltó hacia atrás asustado, luego la miró con temor y lastima al mismo tiempo.
- Pero Snow...- insistió él.
- Hágale caso, padre- dijo de repente, la voz fría y sensual de una mujer- Déjela morir con dignidad.
El padre miró aquella silueta en el umbral frente a él. Su voz era familiar, pero no lograba recordar donde la había oído.
- ¿Quien eres?- preguntó el padre aterrado.
- La pregunta me hiere- dijo aquel ser con su misma voz fría y sensual.
Aquella silueta se acercó un poco más, y al ser tocada por la luz de la iglesia, el padre pudo ver a una mujer alta, con una túnica blanca, tan larga, que la arrastraba por el suelo. Su rostro estaba cubierto por un velo blanco, pero su largo y liso cabello negro sobresalía de dicho velo. Era un cabello tan largo, que casi tocaba el suelo.
- Lilu- se impactó el padre y de pronto sintió unas ganas inmensas de salir corriendo, pero el miedo lo había paralizado por completo- No puede ser.
- En este momento hay un par de cosas que no pueden ser, pero son- dijo ella- Una de esas cosas tiene que ver con el hecho de que usted está tratando de ayudar a esta criatura.
- Yo...- tartamudeó el padre.
- Ahórrese su justificación- dijo ella, aun en tono calmado- Lo mejor que puede hacer ahora es apartarse de mi vista, antes de que olvide el motivo por el cual no debo matarlo.
El padre asintió tembloroso y luego dio media vuelta y salió corriendo lo más rápido que pudo y se perdió tras la puerta de la esquina. Snow miró a Lilu desde el suelo, aterrada.
- Oh, mi querida Snow- susurró Lilu- De todos los lugares del mundo a los que podías ir, elegiste este pueblo ¿Por qué? ¿Me buscabas, quizá?
- Créeme...- dijo ella con rabia, y agonizante- Eres el último Lilim al que esperaba ver.
- Ah, pero... si esperabas ver a un Lilim ¿Verdad? ¿A quién? o más bien: ¿Para qué?
- Eso... no te incumbe.
- Hablamos de mis hermanos, Snow, por supuesto que me incumbe. Dímelo y te daré una muerte rápida y sin dolor. ¿Buscabas a Miranda? no sería la primera vez. O... ¿A caso buscabas a Rico?- se oyó una risita picara debajo del velo- Sí, estoy al tanto de tu... obsesiva atracción hacia mi hermanito y... no te culpo, tienes muy buen gusto.
En ese momento, varios truenos se escucharon sobre ellas y ambas levantaron la cabeza. Snow sonrió nerviosa.
- Sabes qué es eso ¿Verdad?- Preguntó.
- Siempre espero estar equivocada- dijo Lilu.
Se oyeron truenos más y más fuertes y entonces una voz chilló a lo lejos:
- ¡ÁRCANGELES!
Lilu tomó a Snow rápidamente por un brazo, saltó con fuerza hacia el techo y lo atravesó como una bala de cañón. Al ir elevándose en diagonal por los aires, pudo ver el cielo nocturno cubierto de nubes monstruosas y lanzando destellos plateados hacia distintos puntos de aquel lugar. Ella aterrizó en un bosque, algo alejado de aquel pequeño pueblo, lanzó a Snow al suelo y le apuntó con la palma de su mano izquierda directo a la cara.
- Ni los Arcángeles impedirán que mueras hoy, Snow- le dijo, haciendo aparece una pequeña esfera de luz roja en la palma de su mano, la cual era tan blanca como la tiza.
- No es algo muy prudente ¿Sabes?- Sonrió Snow con una mirada desquiciada- Deberías preocuparte más por lo que le harán al Lilim que se oculta en el pueblo. Sea quien sea, no podrá con todos esos Arcángeles ¿O sí?
Lilu guardó silencio por unos instantes, luego dirigió su palma hacia el cielo y disparó aquella esfera de luz roja. La esfera se elevó muy alta y estalló, iluminando el cielo como una gigantesca bengala.
- ¿Qué haces?- preguntó Snow desconcertada
- Vienen por mí- dijo Lilu- Les muestro mi posición. Adiós Snow.
Dicho esto, Lilu desapareció y dejó a Snow allí tirada, con sus graves heridas y un puñado de Arcángeles dirigiéndose hacia ella.
- Maldita- Dijo ella aterrada, al sentir aquellas poderosas presencias acercándose.
Se arrastró lo más rápido que pudo hasta ocultarse entre unas rocas de gran tamaño que se hallaban apiladas detrás de un gigantesco árbol. Allí solo disminuyó su esencia hasta un nivel casi imperceptible.
- Fue aquí- Oyó decir a alguien- Aquí se originó el disparo.
- ¿Seguro que fue Lilu?- dijo una segunda persona.
Snow estaba tan asustada que ni siquiera se atrevía a asomarse para ver a aquellos seres, solo se recostó en una de las rocas y se limitó a escuchar.
- ¿Quién más pudo ser?- continuaron diciendo- Es el único Lilim en esta parte de Venezuela. Es posible que ella sea la autora de los ataques que ha estado sufriendo este pueblo.
- El ataque que se reportó hace meses no parecía obra de Lilu. ¿Y si hay más Lilims?
- Probablemente sus hermanos estaban de paso. No olvides que ese fue el único ataque que alcanzaron a notar los humanos.
Mientras más hablaban, más débil se sentía ella. Sabía que sus heridas ya no sanarían, eran demasiado graves. Iba a morir en aquel lugar tan apartado de todo lo que ella conocía, ¿Cómo se había metido en todo aquello? ¿Qué le había hecho pensar que podía lograr su objetivo?
De pronto, sin recibir señal alguna, levantó su mirada hacia la rama de un gran árbol y vio a una pequeña niña sentada sobre la misma. Era una niña pelirroja, vestida solamente con una bata blanca que le llegaba por los tobillos. La niña la miraba fijamente, y ella no sabía exactamente qué hacer. Movió sus labios lentamente para que la niña pudiera leerlos cuando dijo: "Ayúdame". La niña negó con la cabeza y de la misma forma le dijo "Lo siento".
El miedo de Snow aumento, pues supo de inmediato que aquella niña solo estaba allí para darle el golpe final, o bien para asegurarse de que muriera.
- ¿Entonces ya no hay por qué seguir aquí?- Continuaron hablando aquellos seres.
- Así es. Lilu no esta tan loca como para volver.
- ¿Qué es eso?- Exclamó uno de ellos.
- ¡No puede ser!
Snow ya no tenía fuerzas para asomarse y ver el motivo por el cual los Arcángeles se habían exaltado de repente.
- ¿Por qué hace eso?- continuaban diciendo exaltados.
Ella hizo aparecer en su mano, un broche dorado en forma de orquídea y con un rubí en el centro. "Es hora de ver si realmente funciona", se dijo ella en su mente. Sabía que si aquel broche no funcionaba, sus palabras delatarían su presencia y moriría en manos de los Arcángeles, pero... ¿qué otra opción tenía?
Snow sujetó el broche fuertemente con su mano derecha y se lo acercó a los labios.
- llévame con Vega- susurró
Sintió como si algo hubiese tirado de su brazo con fuerza y se elevó por los aires a una velocidad tremenda. Entonces pudo ver el oscuro pueblo desde lo alto y vio como una extraña cúpula comenzaba a aparecer, cubriendo varios kilómetros al rededor del mismo.
- Un campo de fuerza- se dijo extrañada
Se fue alejando de aquel lugar rápidamente, preguntándose el motivo por el cual estaba apareciendo un campo de fuerza en aquel lugar, hasta que lo perdió de vista, entonces solo se relajó y se dejó llevar por aquella fuerza misteriosa.
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