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La historia de amor entre Luis y Lucia no está exenta de obstáculos. Los misterios de la infancia de Luis, la enfermedad que le postro durante mucho tiempo, la conspiración contra Lucia, la llegada al mundo de sus hijos,. A pesar de todo, lucharan por su futuro.
Era una tarde calurosa, quizás pegajosa. Lucia caminaba por la calle ausente, indiferente a todo lo que le rodeaba. No tenía muy claro a donde iba, o que hacía en aquella calle, su amiga Laura le había dado la dirección de un amigo, o un amigo de un amigo, alguien que necesitaba compañía, no sabía muy bien porque había aceptado ese encargo. Necesitaba trabajo, claro que sí, pero ir a hacer compañía a alguien, no era algo que le apeteciese mucho, pero, al fin y al cabo, le pagaría bien, y no estaba en disposición de escoger.
Su vida había dado un gran cambio en los últimos meses, paso de ser una joven feliz, llena de ilusiones, caminando hacia un prometedor futuro, prometida con un profesional de prestigio, a caer en el más profundo agujero, en una espiral de dolor y angustia que la dejó sin voluntad y deseo de salir de ella. La necesidad la obligaba a intentar sobrevivir sin esperanza, y a entrar en un mundo desconocido para ella.
Se paró en una barriada muy elegante, aunque muy fría e impersonal. Todas las casas eran similares, lujosas, pero con un rasgo que las hacia iguales. Los materiales, los colores, los jardines, todo ordenado, todo milimétrico.
Me gusta mucho, pensaba para sí misma, orden y limpieza. Es mi estilo, realmente, no creo que me sintiese mal en este barrio.
Es aquí, el número 77, si es este chalet, bueno a ver cómo me va, espero que no tenga que este señor esté de buen humor, que no tenga un mal día, con su enfermedad no me extrañaría. Bueno, realmente Laura no me ha dicho nada de eso, di por sentado que está enfermo por sus comentarios.
Sus pensamientos se pusieron a mil, pero ¿a dónde voy? No me informé debidamente, tendría que haber preguntado. Bueno, no creo que Laura me enviase a un lugar donde me fuesen a tratar mal.
Se acercó a la puerta, que extraño está abierto, no debería....
"¿Hola? ¿Hay alguien? Soy Lucía, me envía Laura, la amiga de Matías. ¿Hola? "
Se adentró unos pasos, hacia un espacioso hall, muy luminoso, al fondo había un gran ventanal por el que entraba una luz cegadora.
"¿Hola? ¿Hay alguien? Repito, soy Lucía, me envía Laura, la amiga de Matías".
"¿Hola? "
Siguió caminando hacia la luz del ventanal, una figura a contraluz se dibujaba, no se veía claramente quien era.
Cuando estaba en el centro de la sala, la puerta se cerró tras de ella.
Se sobresaltó," ¿Qué sucede? ¿Qué está pasando? No he venido a robar, me envía mi amiga Laura, no quiero hacer nada malo. Por favor, abra la puerta, Por favor, déjeme salir".
La joven gritaba histérica, mientras comenzó a escuchar una carcajada. Era el hombre sentado en el sillón al que no podía ver por la luz cegadora del ventanal. Parecía que su situación le hacia gracia. Incluso le parecía cómica.
Lucía temblaba pensando donde se había metido, como había sido tan tonta de meterse en semejante lío. Como se pudo dejar embaucar por los negocios de Laura. No tenía que estar allí, tenía que haber marchado a su ciudad cuando todo se torció. ¿Por qué siguió buscándose la vida cuando debería retomar la que tenía antes? Que tonterías estaba pensando, pero ¿Qué vida iba a retomar? Alonso se la llevó consigo.
Estaba petrificada, parecía que se había clavado en el centro de la habitación, como si sus pies se hubieran fundido con el suelo, no se podía mover, tenía el corazón a mil. Todo era tan extraño.
De repente, oyó:
"Lucía acércate, da un par de pasos hacía mí, no hace falta que te acerques más, solo un par de pasos"
"No, quiero marcharme, no quiero seguir aquí, todo es muy extraño, me está dando miedo. ¿Quién eres? ¿Qué quieres? "
Volvió a reírse de ella, esta vez a carcajadas, "¿Quién crees que soy?"
"Pues tu forma de actuar no es nada normal, eres un psicópata, un loco, no quiero estar aquí".
"¿Por qué aceptaste venir? ¿Por qué no te negaste? Acaso, ¿alguien te explicó a qué venías aquí?"
"No, nadie me dijo nada, solo que tenía que hacerle compañía a un hombre enfermo."
"¿Enfermoooo? ¿Quién te dijo que estaba enfermo? Pero ¿Cómo puede ser que Matías haya dicho eso? Es un amigo pésimo. Siempre jugando con las personas".
"Bueno, relájate, no te voy a hacer daño, has venido para disfrutar un rato, vete quitándote la ropa".
"¿Cómo?"
"Tú relájate, déjate llevar... Ponte cómoda..."
"¿Cómoda?"
"Si, cómoda. Desnúdate, ¿no es a eso a lo que has venido?"
"Veo que estás muy tensa, y también muy buena, tienes un cuerpo espectacular, o eso parece debajo de ese fino vestido".
Había dudado mucho sobre como presentarse, así que se puso un bonito vestido de flores, de un tejido fino que se pegaba a su cuerpo debido al calor, no lo había pensado muy bien, y para parecer mas sería un blazer ajustado que evidenciaba su figura. Un cuerpo torneado, con una fina cintura y unas sinuosas curvas, unas proporciones perfectas. Para completar el look, se había puesto unas botas altas, blancas, siempre le gustaron las botas, le parecía que era lo que mas bonitas hacía sus piernas, unas largas piernas. Al terminar las botas, se veían unos muslos macizos y musculados, pero femeninos, que se hacían interminables por la abertura centrar de su vestido. No había abrochado los últimos botones de su vestido camisero lo que hacía que la visión de sus muslos fuese aún mayor.
El hombre no podía dejar de mirar ese cuerpo tan sugerente que le hacía presagiar momentos de gran diversión y dicha.
"No gracias, estoy muy bien así, no tengo calor·, aunque estaba sofocada por la alta temperatura y el mal rato que estaba pasando, pero temía que todo terminase aún peor.
"De acuerdo, ¿Qué quiere que haga?, ¿necesita algo?"
"Ya te he dicho lo que quiero, que te desnudes."
"Bueno, no sé a qué se refiere, no pienso desnudarme, no quiero, y quiero marcharme ya."
"¿No creerá que sea una prostituta?"
"No, no lo creo, pero te estoy pagando por tu tiempo y por tu cuerpo, y eso no sé como se define en tu mundo, y tendrás que darme lo que he pagado".
A Luis le estaban resonando sus palabras en la cabeza, estaba siendo tan cruel, pero su amiga le había dicho que jugase un poco con ella, que era una chica encantadora y que necesitaba salir de su mundo, romper barreras. Y el hacia tanto que no jugaba, que no se excitaba con nadie, que no disfrutaba de la compañía de una mujer, que siguió el juego hasta el final. No quería ver el daño que le estaba haciendo a Lucia. Pero Laura, le dijo que lo entendería y que cuando se lo aclarase, se reirían juntos.
"No haré nada, yo no soy una prostituta, creía que iba a cuidar o acompañar a un enfermo..."
"Bueno, pues piensa que estoy enfermo, y haz lo que te pido, como si fuese un enfermo..."
"Quítate la ropa... me gustaría ver la mercancía". Luis pensaba que ni en sueños se imaginaba siendo tan borde con una mujer. Pero era un juego y quería jugarlo. La belleza de Lucia le había excitado, le hacía sentir deseo, algo tan lejano en el tiempo.
Lucía no soportaba ese comportamiento machista, algo que odiaba en un hombre. No podía entender que se la había pasado a Laura para enviarla a ese sitio. Sabía que Laura era muy liberal, y no le importaba nada, pero ella no era así.
"No te irás si no lo haces, esta casa es como una fortaleza.
¿Has dicho que hoy no haríamos gran cosa? ¿Crees que voy a volver?
"Volverás, lo desearás tanto como yo, y te gustará. Volverás"
"No hará nada y no volveré..."
"¡No! Gritó Luis, con una voz fuerte, un no seco, y autoritario".
"No te diré quién soy, pero confía en mí, solo compláceme. creías que era un hombre enfermo, y lo fui, y ahora necesito recuperar el tiempo. Divertirme, Acaso, ¿tu no? Se que lo deseas. Mírame a los ojos, acércate a mi y dime que no deseas ser feliz por un momento".
"Solo así sabrás quien soy realmente" Luis hablaba con sinceridad, con el corazón, pero ella no entendía que algo así le pudiese estar pasando.
¿Quién era aquel hombre y porque le tuvo que pedir Laura que fuese a aquella casa?
Mientras ella le miraba pensando en lo misterioso, y raro que parecía todo, era una situación extraña. Era un hombre muy bien parecido, casi demasiado guapo, como podría estar pidiendo algo así. Si saliese a la calle no le faltarían mujeres. Pero allí estaba ella, secuestrada con un hombre que quería de ella algo que ni su exprometido le había pedido. El sexo con Alonso había sido muy tradicional, y porque no decirlo muy escaso. Era un hombre centrado en su futuro profesional, y no en su mujer. Ella le ayudó a escalar, siendo la anfitriona de muchos actos en los que él buscaba contactos. Y ahora se veía como una ¿fulana? No este señor no hará de mi eso. ¿Quién es para creer semejante cosa?
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