/0/11650/coverbig.jpg?v=42eeeeeca7c288b1b9cbc108d4cfc947)
Viviana es una montera, cazadora de seres sobrenaturales, sus padres son reconocidos monteros con una trayectoria impecable, pero Viviana siempre ha tenido sobre sí una carga de la cual enorgullecerse: Ser la montero Celestial y para ello ha entrenado toda su vida con Lucas, un apuesto montero del que siempre ha estado enamorada. Sin embargo, la chica que recibe el título es Siena; su prima quien nunca entrenó tanto como ella y quien merece menos el título. Además, Siena y Lucas se enamoran e inician una relación. Enojada, Viviana decide escapar y no volver la vista atrás. Cuatro años después, Lucas la va a buscar para informarle que su padre ha muerto a manos de una diosa; la criatura más maliciosa y perversa que ha conocido la realidad, Viviana vuelve a ese mundo para estar en el funeral. Su objetivo es solo ir para el funeral, pero un ataque salvaje provoca que ella se debata entre ayudar en la guerra o seguir viviendo como una humana normal.
Dos meses antes
Estaba despertando, sintió el poder emanar de lo más profundo de su ser. Fue primero una sacudida, un pálpito, un rayo de consciencia. Así supo que iba recobrando fuerzas.
En algún momento años atrás hibernó. Fue derrotado por alguna fuerza maligna y osada que fue cegado por la avaricia y lo mandó a dormir sin importarle lo que ocurriera durante su ausencia. Supuso que había pasado mucho tiempo porque no recordaba lo sucedido, todo era borroso y trozos de recuerdos mal estructurados. Puras imágenes sueltas.
Pero respiraba cada vez más rápido, sus párpados antaño pesados como el plomo se volvían más ligeros con cada segundo que pasaba. Sus extremidades se movieron, primero solo fueron contracciones involuntarias, apenas un reencuentro con la consciencia. Posteriormente empezó a moverse voluntariamente, ordenándole a cada dedo que se extendiera y a cada miembro que se sacudiera.
Lo estaba logrando.
Abrió la boca y aspiró una gran bocanada... De agua salada. Sintió como la vida se abría paso en su interior y llenaba cada parte de sí. Estaba despierto, consciente, sabía en dónde estaba y sabía a dónde iría. Solo necesitaba recobrar fuerzas, eso no le llevaría mucho tiempo, pues el agua era su vitalidad, aquel sabor salado era lo que lo mantendría despierto y el poder del mar el que lo llevaría al éxito.
<
<
<
Se puso en pie, bajo sus pies desnudos, la arena cosquilleo juguetona; lo reconocía. Algunas corrientes se arremolinaron a su alrededor celebrando su despertar. Lo habían extrañado. Se dio un momento para agudizar sus sentidos, para activarlos totalmente. Olía la sal, sentía las caricias, veía con claridad lo que había a su alrededor, saboreó toda mezcla que viajaba por ahí y escuchó con claridad. A lo lejos, muchos metros por arriba, criaturas emitían sonidos de alerta, sabían que estaba despertando y que estaba reclamando lo suyo.
Decidió regresarles sus ecos, deshacer su incertidumbre y hacerles ver que estaba listo. Tomó toda el agua que pudo y emitió un grito feroz. El agua vibró con fuerza llevando su mensaje a cada rincón del mar. Algunas criaturas le respondieron, otras guardaron silencio. Algunos, aunque pocos, lo veneraron, reconocieron a su amo, se pusieron a su merced.
Con el mejor humor, dobló las rodillas y se impulsó con toda la fuerza que tenía hacia arriba.
Atravesó cientos de metros a velocidad inimaginable, vio cada ser vivo que habitaba cada una de las capas, el agua lo besaba dándole la bienvenida y entonces rompió la superficie. Aspirar aire nunca fue su actividad favorita, pero en ese momento era lo que necesitaba para cerciorarse de que no era un sueño y estaba vivo.
Y lo estaba.
Rugió potente, de júbilo, de alegría. Lo habían intentado matar, destruir, exprimir, pero no lo lograron. Cualquiera que hubiese sido el enemigo fracasó en su cometido y él había vuelto tan fuerte y decidido como nunca. Bajo él, las olas se volvieron salvajes, agresivas, intentaban alcanzarlo, subió un poco más al cielo y estas se elevaron. Tanto poder era embriagante, ensordecedor, era adictivo.
Rio como un infante y voló por los aires, la brisa de las olas refrescando su piel mientras intentaba elevarse con él. Sus alas, dos pares azules como el zafiro y brillantes como una piedra preciosa resplandecían bajo la luz del sol. Eran tan duras como una escama de dragón, capaces de resistir armas hechas para destruir, pero tan sensibles como una fibra nerviosa. El aire lo rozaba y sentía tanto placer como cuando estaba por llegar al clímax.
Se dejó caer de tanta altura como se le permitía hasta colisionar con el mar. Este lo aceptó de buena gana y a pesar de que la caída debió ser dolorosa como impactar contra suelo firme, fue como caer en un colchón de plumas. Los músculos de su poderoso torso absorbiendo el impacto, acostumbrándose de nuevo al movimiento.
Estaba flotando mirando directamente al sol, permitiendo al mar acariciarlo ferviente en sus puntos más sensible, lo sintió arremolinarse alrededor de su miembro, palpando con suavidad, besando con devoción. Su respiración se aceleró, su miembro se erigió y dejó embargarse de tal sensación de placer.
Lo echaba en falta, no tanto como sentirse libre nadando sin rumbo, pero era una sensación que disfrutaba. Las caricias se volvieron consistentes y firmes, aumentaron de velocidad, sintió a su cabeza dar vueltas y después un bombeo que nació en su miembro. El clímax fue liberador y dichoso, su semilla disolviéndose en las aguas, cayendo a la profundidad.
No pudo disfrutar como quiso, pues de pronto oyó un retumbo que llamó su atención. A cientos de kilómetros, no sabría decir con exactitud cuántos, alguien también despertaba. Su hermana, la diosa de la tierra: Creadora de montañas y fosas, ira que provoca terremotos y derrumbes.
Se alzó sobre el mar y miró hacia dónde ella debiera estar. Por supuesto que no vio nada, pero la sentiría en cuanto estuviera totalmente despierta. Justo entonces sintió un hormigueo familiar y doloroso recorrer su cuerpo entero, era la señal de peligro, de extrañeza, de rareza, de muerte.
No hubo gritos, ni retumbes, ni vibraciones, si no el simple presentimiento de oscuridad, de dolor y sufrimiento, un eco sordo en lo más profundo de su mente. Era un pesimismo profundo, pero pasajero y era el terror que solo duraba un segundo.
<
<
<
La respuesta de sus hermanas no se hizo esperar. Todos pensaron sus nombres con fuerza una y otra vez, sus llamados mezclándose entre ellos haciéndose cada vez más poderosos. <
Y hasta ese momento Asaf no se había dado cuenta, pero era verdad. Las olas lo buscaban, la marea subía, se sentía fuerte y vivo, pero no era como antes. Algo fallaba, no sabía exactamente qué. Se concentró lo más que pudo y entonces se dio cuenta: No lo veneraban, no sentía la devoción de los suyos.
Lo habían olvidado. O tal vez solo era que de aquella época ya no quedaba nada.
<
Asaf voló lejos de ahí, dejó a las olas enloquecidas y tristes por su partida y fue a reunirse a máxima velocidad con sus hermanas. No le llevó mucho tiempo encontrarlas.
Betsabé, radiante, su cabello rubio adornado con su distinguida corona de laureles blanca y dos cuernos de marfil sobresaliendo de su cabeza, con esos ojos amarillos resplandecientes y esa sonrisa de labios carnosos se veía tan alerta como antes de una pelea. Ziva, de tez negra cuyo brillo aperlado le daba apariencia de una doncella, se veía tan tranquila como solo ella podía. Su mirada violeta examinaba a ambos, los estudiaba, su cabello plateado como luz de luna caía sobre su cara enmarcando su rostro; era hermosa.
Los tres se miraron, reconociéndose, analizándose, mostrando su respeto.
El mundo les era desconocido, apenas una sombra de lo que fue cuando reinaban, pero eso lo debían cambiar.
Un silbido potente atravesó el aire, Ziva se movió a tiempo para evitar que una jabalina de oro puro se clavara en su pecho. Betsabé chasqueó agraciadamente los dedos y la jabalina desapareció haciéndose polvo. Miraron hacia arriba al cielo, territorio que no era suyo y cuyo gobierno no estaba en los mejores términos con ellos.
No era necesario ser un genio para saber que se trataba de los ángeles, seres endemoniados tan egocéntricos como orgullosos capaces de armar una guerra solo por vanidad. Reinaban los cielos y cuando estaban en fase de demonio podían bajar al infierno: Un lugar apestoso en dónde se llevaban a cabo toda clase de perversiones, un lugar al que solo ellos podían acceder y en el que nadie querría estar.
Ziva se puso en guardia levantó su guadaña y con la otra mano blandió la espada. Betsabé hizo aparecer su bastón y él tomó su lanza de coral. Portó su armadura tan dura que no habría forma alguna de atravesarla... Excepto por escama de dragón.
Una lluvia de jabalinas cayó sobre ellos, todos volaron esparciéndose intentando esquivar cada uno de ellos. Estaban cargado y así se tratara de un rozón, la herida sería dolorosa e incluso desestabilizante.
Lograron evadir cada una, reagrupándose, esperando a que mostraran la cara.
Fue hasta que juntaron fuerzas y lanzaron un golpe al cielo, que dos cadáveres de ángel cayeron desarmados, Betsabé pulverizó los dos antes de tocar el suelo. Posteriormente, bajó un ángel de alas blancas con cabello dorado y armadura plateada. Tenía las manos alzadas y su rostro era una incógnita.
-Preséntate, ángel blanco -Ziva habló segura-. En treinta segundos te mato.
-Soy Eilam, al mando -el ángel mostró una dentadura pútrida-. No creímos que despertarían con nosotros.
-¿A qué te refieres? -inquirí confuso-. Ustedes nos durmieron.
-Y ustedes a nosotros -Eilam adoptó una actitud sombría-. Nuestra guerra no tuvo ganadores, ambos bandos caímos en sueño profundo.
Eso era, de pronto Asaf cayó en la cuenta, en la guerra de dioses contra ángeles perecieron muchos, los líderes desaparecieron y cuando quedaron ellos, la fuerza de la última batalla mandó a todos a dormir. Y de haber sido un poco más salvaje el enfrentamiento, habrían dormido para siempre.
Los tres dioses se miraron, desconfiando, un ángel no podía mentir, era parte de su naturaleza, además de que ellos recordaban, pero ángeles y dioses eran enemigos jurados desde el inicio de los tiempos, no sabían qué tanto fiarse.
-¿Quién nos despertó?
-No sabemos, tal vez fuimos nosotros mismos.
Ziva y Betsabé estaban recelosas, pero Asaf veía en las facciones del ángel que todo era verdad.
-¿Cuánto tiempo llevan despiertos?
-Veinte años y el mundo no es cómo lo dejamos.
-¿Cómo es?
El ángel dudó antes de responder.
-Turbio, no nos veneran, hay nuevos dueños, una criatura maligna, traicionera, inteligente y destructiva -siseó con enfado-. Una criatura que no tiene límites y a la que no le importa el daño que se haga con tal de conseguir lo que quiere.
Con la pura descripción tuvo suficiente. Una criatura como esas no era bien recibida, no en su mundo y no mientras ellos estuvieran vivos.
-¿Y cuál es el plan?
-Acecharlos, estudiarlos y atacarlos -tragó saliva-. Tienen apoyo y soporte de otros, los místicos se hacen llamar. Tan repugnantes como ellos, los veneran, los siguen.
Ziva cambió de expresión, se veía lista para aliarse con tal de erradicar al mundo de ese ser tan malévolo. Betsabé no estaba tan convencida, pero ella haría lo que sus hermanos, pues eran unidos y aunque solían tener problemas y muchas veces deseaban matarse, sus vidas se entrelazaban. Asaf no confiaba en los ángeles, eran enemigos jurados desde el inicio de los tiempos, pero una alianza no se veía mal, no cuando el mundo había cambiado tanto.
-¿Propones una alianza? -el ángel asintió- ¿Por qué nos atacaron?
-Los desconocimos -se excusó-. No sabíamos si eran ustedes, los dioses.
Los tres hermanos se miraron, comunicándose mentalmente, sopesando sus opciones y meditando si empezar una guerra con los ángeles o unirse para destruir a un enemigo mucho más poderoso y peligroso. Al final, la votación fue unánime.
-Estamos dentro -Ziva extendió la mano, el ángel la miró, dubitativo-. Sellemos el trato.
-Te conozco Ziva, reina del caos -Eilam sacó un guante de cobre y se lo colocó-. Si seremos aliados, debemos confiar en el otro.
El toque de Ziva era mortal, con solo un roce y la muerte iba a reclamar. Ziva sonrió, se trató de una simple prueba para el ángel, ver si era digno de unirse a ellos. Se colocó su guante negro como la noche y ambos estrecharon manos. Estaba hecho.
-¿Y tiene un nombre la criatura? -preguntó Betsabé- ¿Quién es el enemigo tan peligroso?
El ángel miró hacia abajo, frunció el ceño en señal de preocupación, tal vez una pizca de terror asomó en sus ojos.
-Humano -respondió con voz grave-. Se hacen llamar humanos.
Brisa Galetto junto con sus compañeros de la preparatoria deciden, en su último año, hacer una cápsula del tiempo en la que guardarán algún objeto personal con el fin de que veinte años después, los alumnos de último año encuentren la cápsula y puedan conocer un poco más de los alumnos de hace veinte años. Brisa guarda una memoria USB en la que hay cuatro videos, uno por cada persona que creyó amar. Sin embargo, ocho meses después decide deshacerse de los videos porque decide no darle tanta importancia a esas personas, así que los tira a un barranco. Sin embargo, durante una ceremonia escolar, uno de los videos es proyectado frente a alumnos y profesores provocando que Brisa se vuelva el centro de atención. Ahora Brisa deberá descubrir quién está detrás de su humillación y convencerlo de que no saque a la luz los videos porque no solo hay confesiones de amor en ellos, si no también secretos que a nadie le gustará revelar, pero también está el secreto de ella aquel que viene en el último video y el cuál fue el causante de que grabara los videos.
Recién llegada a la universidad de Yesca, Kendra Erazo debe enfrentarse a la ruptura de su novio. Con el corazón roto, Kendra decide ir a la fiesta de bienvenida que organizan los hermanos Diener; tres guapos universitarios de la alta sociedad que no suelen hablar mucho, pero imponen demasiado. Al otro día, Kendra despierta rodeada de cadáveres en una casa desconocida. No tiene recuerdos de la noche anterior, solo que fue a la fiesta en la mansión de los Diener y que bebió de más. Antes de poder acudir a la policía, la contacta un extraño personaje que amenaza con revelar un secreto que Kendra luchó por enterrar. Ahora debe cumplir las instrucciones de su acosador quien se vuelve más agresivo por momentos o descubrir quién está detrás de los asesinatos para revelar su identidad. Los principales sospechosos son los hermanos Diener y tendrá que acercarse a ellos para buscar respuestas.
Dinaí Macías dejó su pueblo natal para ir a la universidad con la promesa de jamás regresar. Aiden y Elisa, sus mejores amigos, le hicieron la vida imposible y la traicionaron emparejándose, eso fue más de lo que ella pudo soportar. Durante la vida en la ciudad Dinaí cambió, se hizo fuerte, segura de sí misma, aprendió a quererse y encontró lo que creía era amor verdadero. Sin embargo, un año después, su padre la obligó a volver al pueblo y tendrá que enfrentar a Aiden y Elisa, deberá probar que ya no la pueden herir y deberá resistir unos cuantos meses mientras encuentra la manera de volver a la ciudad. Pero los planes de Dinaí se pueden ver interrumpidos cuando varios secretos oscuros comienzan a salir a la luz.
Eloisa es una mujer de veintisiete años quien debe casarse con Anuar; el CEO de la prestigiosa empresa de su padre. La obligan a irse con él debido a que no ha logrado conseguir un trabajo estable y se la ha pasado viajando con su madre y su novio quince años más joven que ella; sin embargo, una vez que el novio de su madre la embauca y provoca que la acusen de fraude, Eloisa queda desprotegida y si quiere ser salvada por su padre, tiene que cumplir con su deseo de verla casada con Anuar. Una vez casada con él, Anuar le deja en claro que no están juntos por amor, así que cada cual puede hacer su vida como mejor le plazca, sin embargo, la torpeza dulce de Eloisa y su ánimo por superarse pueden sorprender a Anuar y querer a Eloisa como una verdadera esposa lo merece. Si es que Eloisa no encuentra el amor verdadero en otra parte, lejos de él.
Rena se acostó con Waylen una noche cuando estaba borracha. Y como ella necesitaba su ayuda mientras él se sentía atraído por su belleza juvenil, lo que se suponía que sería una aventura de una noche se convirtió en algo más. Todo iba bien hasta que Rena descubrió que el corazón de Waylen pertenecía a otra mujer. Cuando esa mujer regresó, dejó de volver a casa, dejándola sola por muchas noches. Finalmente, un día, la pobre chica recibió un cheque y unas palabras de despedida. Para sorpresa de Waylen, Rena solo sonrió y dijo: "Fue divertido mientras estuvimos juntos, Waylen. Pero espero que no nos volvamos a ver nunca más. Que tengas una buena vida". Sin embargo, por voluntad del destino, los dos se volvieron a encontrar. Al ver que Rena tenía a otro hombre a su lado, los ojos de Waylen ardieron de celos y gritó: "¿Cómo diablos lograste seguir adelante? ¡Pensé que solo me amabas a mí!". "¡Es pasado!", Rena se burló, "hay demasiados hombres en este mundo, Waylen. Además, tú fuiste quien pidió la ruptura. Ahora, si quieres salir conmigo, tendrás que hacer cola". Al día siguiente, Rena recibió un anillo de diamantes y un mensaje del banco de que alguien había transferido miles de millones a su cuenta. Waylen apareció, se arrodilló frente a ella y dijo: "¿Puedo saltarme la fila, Rena? Todavía te quiero".
Charlee fue abandonada en la boda y se convirtió en el hazmerreír de todos. Intentó mantener la cabeza alta, pero acabó humillada cuando recibió un vídeo sexual de su prometido y su hermanastra. Devastada, pasó una noche salvaje con un atractivo desconocido. Se suponía que iba a ser cosa de una sola vez, pero él siguió apareciendo, ayudándola con proyectos y venganzas, todo mientras coqueteaba con ella constantemente. Charlee pronto se dio cuenta de que era agradable tenerlo cerca, hasta que su ex apareció de repente en su puerta, rogándole otra oportunidad. Su amante magnate le preguntó: "¿A quién vas a elegir? Piensa bien antes de contestar".
Rose había descubierto la traición de su esposo, y en un impulso de venganza, toma una decisión radical: casarse y luego escapar, llevándose consigo la fórmula secreta que hará a Ethan Miller un hombre poderoso. Fingiendo su muerte, huye a un país lejano, donde comienza una nueva vida bajo el nombre de otra persona. En su nuevo trabajo, conoce a Jackson Heinz, un chef talentoso, gruñón, soltero y con un carácter de fuego, que parece ser el opuesto perfecto a su difunto esposo. Mientras la atracción entre ellos crece, Rose se ve atrapada entre su identidad oculta y los sentimientos que nunca imaginó despertar. El destino ha lanzado sus dados, pero ¿puede Rose mantener la mentira y, al mismo tiempo, enfrentarse a un amor que no estaba buscando?
Ella se casó en secreto con una superestrella; sin embargo, su estado civil se mantuvo en conocimiento público. Ella lo amaba como a un perro, tan leal, tan sin vergüenza, pero él la alejaba constantemente solo por su egoísta razón de tomar venganza contra su madre. Después de su divorcio, ella accidentalmente se acostó con un atractivo desconocido cuyos ojos azules exudaban un atractivo sexual extremo, atrayéndola a una inevitable atracción fatal. Él era tan tranquilo y gentil, prometiéndole la felicidad eterna. "¿Ms. Cathryn Riley, se casará conmigo?" Su expresión era seria y sincera. Los dedos delgados del hombre sostenían una caja redonda de terciopelo rojo muy delicada y hermosa; dentro había un anillo de diamante exquisito. Asustada emocionalmente, ella le respondió, "He sido divorciada una vez. Espero que no me haga divorciar por segunda vez de nuevo." Keith sonrió y respondió suavemente, "Mi mundo nunca se ha centrado en nadie. Pero en los días venideros, mi mundo se centra en ti". Ella estaba tan conmovida que no pudo evitar llorar lágrimas de felicidad. Estar con él le trajo una alegría eterna y su promesa eterna reemplazó su sufrimiento por el matrimonio fracasado.
Durante tres años, Shane e Yvonne estuvieron casados, compartiendo noches acaloradas, mientras él aún estaba enamorado de su primer amor. Yvonne se esforzaba por ser una esposa obediente, pero su matrimonio se sentía vacío, construido sobre el deseo más que sobre el verdadero afecto. Todo cambió cuando se quedó embarazada, sólo para que Shane la empujara a la mesa de operaciones, advirtiéndole: "¡O sobrevives tú o el bebé!". Destrozada por su crueldad, Yvonne desapareció apesadumbrada y más tarde regresó, radiante de plenitud, dejando a todos boquiabiertos. Atormentado por los remordimientos, Shane le suplicó otra oportunidad, pero Yvonne sólo sonrió y respondió: "Lo siento, los hombres ya no me interesan".
Tras ser expulsada de su casa, Harlee se enteró de que no era hija biológica de su familia. Se rumoreaba que su empobrecida familia biológica favorecía a los hijos varones y planeaba sacar provecho de su regreso. Inesperadamente, su verdadero padre era multimillonario, lo que la catapultó a una inmensa riqueza y la convirtió en el miembro más apreciado de la familia. Mientras esperaban su desgracia, Harlee poseía en secreto patentes de diseño valoradas en miles de millones. Por su brillantez, fue invitada como mentora a un grupo nacional de aviación, atrajo el interés de varios pretendientes adinerados y llamó la atención de un misterioso personaje, ascendiendo a la cima del mundo.