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No se sabía mucho, los únicos datos que tenían es que cada cambio de estación significaba un síntoma más, y que el tiempo se le estaba agotando Tras sus constantes visitas al Doctor, Ciro logra conocer a un estudiante recién graduado de medicina llamado Abdiel, ellos entablan una amistad que posteriormente se transforma en una relación amorosa. El problema es que la enfermedad de Ciro es desconocida, y está acabando con él. Es así que Abdiel comienza una carrera contra el tiempo, en la cuál deberá encontrar una cura antes del décimo invierno
-Mira quien está ansioso por dejar a sus padres.
Ciro sonrió. -No es eso mamá, sabes que los amo, pero este es un sueño que he tenido desde hace mucho tiempo
-Lo sé, mi pequeño, sólo estaba bromeando.
-Déjalo en paz, Malee, le quitas el tiempo.- Habló Sahir, padre de Ciro
El joven se conmocionó por la escena, se levantó del piso de madera en el que estaba haciendo su maleta y corrió para abrazar a sus padres. Lo cierto es que ese año dejaría Australia para regresar a su natal Tailandia, la cual tuvo que abandonar a los 10 años debido a problemas familiares y económicos con su abuela Rita.
Había, hace poco, sido aceptado en la universidad de Bangkok, para cursar la licenciatura en letras, pues él anhelaba ser un buen escritor de historias documentales y también ser guionista de un programa de radio.
-Ah, he terminado.
-¿Dónde está Write? Su hermano se va y él muchacho se desparece.
-No lo regañes, papá, hoy es su graduación, él también tiene derecho a disfrutar, además vino en la mañana a despedirse, antes de ir por su traje.
-Ay, mis muchachos.- Habló su madre. -Siempre tan unidos, seguramente se van a extrañar, mejor dicho, todos te vamos a extrañar, Ciro.
-Prometo hacerles videollamada, madre.
-Bien, te dejo para que hagas tus maletas y me llevo a tu mamá.
Cumpliendo su promesa, ambos salieron de la habitación, mientras ciro seguía seleccionando las cosas que se llevaría. Estaba nervioso, no sabía si se adaptaría a un nuevo entorno ni como sería recibido por la gente, pero siempre había sido un muchacho optimista, por lo que pensó un buen escenario en el que se graduaba y le mandaba dinero a sus amados padres. Una sonrisa apareció en su rostro, fue entonces que sus oídos comenzaron a zumbar, era un pitido molesto que, con mucho esfuerzo logro ignorar. Esto le pasaba muy de vez en cuando, por no decir casi nunca.
Dos horas después, estaba en camino al aeropuerto, con dos maletas medianas en la cajuela y el corazón en la mano. Se hacía el fuerte, pero realmente le preocupaba dejar a su familia sola, su único consuelo era que si conseguía un buen trabajo podría brindarles un estilo de vida mejor.
Cuando llegaron, sus padres se despidieron, la azafata le indicó el camino y subió a aquella máquina voladora. Se sentó en su asiento, al lado de una niña, su madre y su hermanito venían en el asiento de adelante, la niña, con un carácter alegre comenzó a hacerle la plática a Ciro.
-¿A donde vas, gege?
-¿Gege? ¿Eres de china?
-Si, vamos a mudarnos a tailonda
-Er Lang, ya te dije que se dice Tailandia, y no molestes al joven
- Oh, no, no es ninguna molestia, de hecho me alegran el camino.
Todo era miel sobre hojuelas, hasta que el zumbido que anteriormente tenía Ciro, mismo que juraba había desaparecido, volvió y ahora con más intensidad, la pequeña se preocupó al ver como el joven se tapaba con fuerza sus oídos, pero su madre le explico que algunas personas se sentían mal al despegar, al aterrizar e inclusive durante el vuelo debido al cambio brusco de altitud, lo cual tranquilizó tanto a la niña, como a Ciro, quien empezaba a preocuparse.
Tardó algunos segundos en volver a la normalidad, pero lo logró. Continuó su camino hablando con la pequeña Er, hasta que terminó el vuelo. Una vez que llegaron a base, Ciro buscó al chico que estaría encargado de darle un recorrido por la universidad, buscó un cartel con su nombre, hasta encontrarlo en manos de un chico de cabello castaño claro, quién gritaba su nombre con entusiasmo. Se acercó hasta el para preguntar su identidad.
-¿De casualidad tu eres p'Face?
-Si, supongo que tu debes ser n'Ciro, ¿Verdad?
-Así es
-Genial, ven. -Lo tomó del brazo. -Te mostraré la Universidad. ¿Estás preparado para la mejor etapa de tu vida?. -Preguntó, optimista.
-¡Claro!. -Sonrió.
Face lo llevó en auto a conocer todas y cada una de las facultades, incluso le presentó a algunos de sus compañeros, con los cuales, gracias a su carácter sociable, logró llevarse bien de inmediato. Ciro preguntó por su habitación, una vez terminado el recorrido. Face lo llevó hasta la puerta para evitar que se perdiera, le advirtió que era fácil desubicarse por lo grande de la Universidad, también le dio un folleto donde venía la información sobre su carrera, tras eso, el chico se retiró.
Ciro revisó el folleto, comenzando a leer, venía de todo, desde un calendario con las clases y las vacaciones incluidas, hasta las becas o el campo laboral de la carrera. Él estaba viviendo realmente en un sueño, estaba feliz hasta el punto en que una lágrima se le escapo, rodando por su mejilla. A pesar de que no había pasado tanto tiempo desde que vio a sus padres, decidió hacer una videollamada al teléfono de su madre, sin embargo respondió su hermano, esto también alegro al muchacho, quién lo saludó desde Tailandia.
-Write, mira, estoy en nuestro hogar, ¿Puedes creerlo?
-Ah, Ciro, estoy muy feliz por ti, ¡De verdad!, ¿Puedes mostrarme el paisaje por la ventana?
-¡Claro!. -Rio, obedeciendo.
Desde la ventana de la habitación se veía el campus central, donde algunos tailandeses se juntaban para pasar su tiempo libre, bebiendo sodas y comiendo frituras o hablando sobre chicas. Write estaba impresionado, desde el otro lado del celular.
-Gracias, es hermoso, te envidio
-Si te esfuerzas lo suficiente en tu examen, también puedes venir. ¿Dónde están nuestros padres?
-Salieron de compras, pero les diré que llamaste, ¿Sí?
-¿Tienes prisa?
-Algo, debo estudiar para el parcial de física y después iré a recoger a ae'Lina para ir al cine.
-Entonces te dejo, igualmente debo descansar, cuídate, hermano
-Tu también, Ciro.
Después de colgar, y mirando nuevamente al horizonte a través del vidrio, sus oídos comenzaron a zumbar nuevamente, haciendo que esta vez si se preocupara. Corrió a la enfermería para que lo revisaran, sin embargo no encontraron nada que estuviera fuera de lugar en él. El médico lo calmó diciéndole que algunas veces las neuronas del cerebro se mueren por estrés o por desvelos, y que, al morir, producían ese sonido, que no se preocupara, que durmiera un poco.
Ya con la opinión del médico escolar se pudo calmar, hizo caso a la recomendación, se dirigió a su recámara para tomar una siesta, a final de cuentas si estaba desvelado.
A la mañana siguiente, se levantó fresco y sin ese molesto sonido dentro de su cabeza. Se duchó, pues no olía agradable, antes de vestirse para visitar a P'Face en su habitación. Tocó la puerta una vez, pero no hubo respuesta, la volvió a tocar, más el resultado fue el mismo. Estaba por retirarse hasta que escuchó algo caer al piso, golpeándose fuertemente, junto con un quejido de su compañero. Esto hizo que se angustiara, y comenzó a tocar nuevamente mientras llamaba su nombre. Al no haber respuesta, y darse cuenta de que la habitación estaba abierta, temiendo que su amigo estuviera en peligro, decidió entrar.
Dentro del pequeño cuarto, se encontró con una escena bastante incómoda que lo dejó boquiabierto; Face estaba siendo besado con pasion por otro chico en el suelo. La reacción instantánea de Ciro fue cubrirse los ojos y pedir perdón. Face alejó al joven, quien se arregló el cabello, antes de salir, dedicándole una sonrisa al apenado joven.
-Siento que hayas tenido que ver eso, pero deberías acostumbrarte, en Tailandia esto es más que común.
-Ah, no, mi reacción no fue de desagrado, más bien de pena, no debí entrar.
-Está bien, fue mi culpa por no haber respondido nada y haber dejado la habitación abierta, pero bueno, ahora que estás aquí, ¿Quieres jugar algunos videojuegos?
-Por supuesto. -Confirmó, un poco menos incómodo.
Pasaron la mañana jugando videojuegos, Ciro era muy malo en ellos, pero disfrutaba pasar tiempo con los demás. En cuanto al asunto respecto a la homosexualidad, el no tenía problema alguno, de hecho, era bisexual, y sus familiares más cercanos lo sabían.
Después de salir de esa recámara, fue a pasear por el resto del edificio, quería ubicar sus salones, antes de que comenzaran las clases, así que fue de puerta en puerta leyendo para encontrar las aulas correspondientes a su horario, que había sacado por internet antes de viajar.
Los días pasaron rápidamente, Ciro se adaptó muy bien al entorno, consiguiendo ser popular al poco tiempo. Las clases iniciaron. Él era bueno en la mayoría de las materias, por lo que se ganó el respeto de los profesores, parecía que todo en su vida iba de maravilla, hasta que, algunas semanas después, volvió a sentir un fuerte ruido en su cabeza, tanto así que se desmayó en su habitación. Nadie se dio cuenta, afortunadamente no tardó mucho en recuperar el conocimiento, pero ese suceso le hizo decidir que iría al hospital a hacerse unos estudios más complejos al día siguiente.
No le costó nada de trabajo dar con ese hospital, pues era extremadamente bueno ubicándose, podías dejarle en medio de la nada y sabría regresar al lugar del que provino. En ese lugar, había mucha gente, así que pensó que sabrían atenderlo, a parte de que lo buscó en internet previamente, encontrándose muy buenas reseñas de este.
-Hola, ¿Puedo ayudarle?
La voz de un adulto joven llegó a sus oídos. Por un momento tuvo una extraña sensación que se intensificó cuando sus ojos se cruzaron. Era como si solamente existiesen ellos dos en el mundo. El joven doctor le dedicó una sonrisa que hizo que Ciro se avergonzara, bajando la mirada. Al realizar esta acción sus ojos se posaron sobre su gafete, el cual indicaba el nombre de Abdiel.
-Ah .- Dijo, saliendo de su trance. -Sí, requiero un chequeo general a fondo.
-Claro, ¿Hay alguna razón por la que lo requiera?
El universitario se sintió en confianza, así que le contó sin penas lo ocurrido. El doctor lo llevó a la sala de revisiones y le pidió a la enfermera varios estudios para el chico. Ella los dejó solos en la habitación para poder continuar con el papeleo. El ambiente se volvió incómodo por unos segundos, hasta que Ciro decidió hablar.
-¿Su nombre es Abdiel?
-Así es, y el suyo es Ciro, ¿Cierto? Es lindo, me refiero al nombre... Bueno, usted también, pero no lo tome como acoso. -Aclaró nervioso.
Este último diálogo dicho por el doctor hizo reír al joven a carcajadas, por lo que la tensión desapareció, era una lástima que no vería seguido a este, pues le pareció agradable, y, aunque le causaba cierto nerviosismo, también conmovía su corazón
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