Conocí a Álvaro hace unos diez años más o menos. Ambos entramos a trabajar al mismo tiempo en el supermercado nuevo que acababan de inaugurar en mi barrio y que se encontraba a tan solo dos calles de mi casa.
La primera vez que lo vi no me llamó la atención para nada. Era un chico muy pálido con bastante acné, con el pelo castaño y los ojos marrones y estaba muy delgaducho, tanto que parecía estar más bien desnutrido o que quizás tenía un serio problema con las drogas. Además, llevaba tan solo unos meses de relación con mi actual marido, de quién estaba locamente enamorada, y Álvaro también tenía novia, así que enseguida le puse la etiqueta de "compañero sin más".
Lo recuerdo como si fuera ayer: coincidí con Álvaro el día de la entrevista de trabajo para trabajar en el supermercado de mi barrio. Ambos nos sentamos en los asientos de la sala de espera de la oficina del jefe de personal del supermercado. Era una pequeña sala con tan solo cuatro asientos que se disponían todos en la misma fila y una pequeña mesita con revistas más viejas que yo.
Recuerdo que Álvaro cogió una de las revistas y se puso a ojearla y pensé "Vaya chico más raro, ¿por qué no se entretendrá mirando el teléfono móvil si tanto se aburre en lugar de leer unas revistas tan anticuadas?". Ahora que lo conozco más sé que Álvaro no es muy amigo de las nuevas tecnologías; le gusta más hacer deporte y la naturaleza. Uno de sus pasatiempos favoritos es hacer rutas para descubrir nuevos paisajes. Él es todo lo contrario a lo que soy yo, para que nos vamos a engañar. No me gusta el deporte y padezco de "entomofobia", o lo que es lo mismo, miedo a los insectos. Dicha fobia puede parecer una tontería, pero es horrible padecerla, pues condiciona mi vida demasiado. Cada vez que siento un cosquilleo o incluso el roce de mi larga melena en mi espalda, cualquier cosa extraña, siempre pienso que es un bicho y me asusto demasiado; la verdad es que lo paso muy mal.
Como iba diciendo: desde aquel día en el que ambos pasamos exitosamente la entrevista, nos convertimos en compañeros de trabajo y, más tarde, nos convertiríamos en buenos amigos o eso es lo que yo pensaba...