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Brianna, es abandonada en el altar. Eduardo, queda ciego y ya no puede verla, además de poder caminar junto a ella. Con el corazón roto, Brianna decide dejar de amarlo. Busca limpiar sus lágrimas en otro hombre. Sin embargo, Eduardo tiene un secreto, del motivo de su abandono ¿Brianna podrá perdonar a Eduardo?
Narrador.
Lo miró asombrada, y en ese instante se molestó.
-¿Cómo puedes ser tan egoísta y pensar solo en ti..?
-Brianna...
-De tus hijos, ¿qué hay de mí?
-Es lo que quiero pero no lo haré Briana.
-Por un momento pensé que harías eso. Como la película y...
-No, me quedaré contigo hasta el final, pero no quiero ser una carga. En algún momento me iré, y lo haré. Porque no quiero que me veas de esa manera.
-No... no permitirá que te vayas -comenté presa del dolor y lo abracé.
Brianna.
Nos dieron el alta, Eduardo, se encontraba en el jardín, le habían cambiado de la silla de ruedas. Tenía de esas que apretaba un botón y se podía desplazar. Lo que ocurre es que con una sola mano no podía llevar a la silla de ruedas. Tampoco avanzar del todo. Para él de esta manera era un poco más cómodo.
-Papá -comentó Emma.
Se subió sola su regazo y lo abrazó con fuerza. Él, la sostuvo con la mano derecha. Acarició su mejilla.
-¿Cómo estás mi niña mayor?, ¿cómo se encuentra tu hermano..? Lo cuidaste.
-Sí... Aunque lloro mucho en la noche papá, no me deja dormir. Quiero mi habitación sola.
-Tienes razón, tienes que tener tu habitación sola. Ya eres grande. Mañana nos levantaremos temprano. Iremos a comprar todo para tu habitación de grande, y para que tengas una cama.
-¡Sí, me hace muy feliz! le diré a mamá.
Emma, corrió atravesando la casa hasta llegar junto con su madre. Le comentó la noticia, ella lo miró con agradecimiento.
Eduardo se dio la vuelta, está observando hacia afuera. Le encantaba apreciar los colores de la naturaleza, quería aprovechar hasta el último de sentirse en parte vivo.
Al día siguiente. Ya se encontraron en una mueblería, comprando todo lo necesario y la decoración. Briana estaba entusiasmada, y Eduardo eso lo hacía sentir feliz.
Por ese motivo, se encontró observando la pared, viendo de reojo, que de alguna manera tal vez él se encontró así, frío y triste. Sin embargo, Briana no lo dejaba pensar en cosas tristes.
Cada vez que lo veía con el semblante así, iba corriendo lo tomaba de la mano y lo hacía bailar alrededor de ella.
Eduardo, se desplazaba a su alrededor y ella giraba.
-¡Baila mamá, baila..! -comentó Emma, y Briana sonreía.
Se sintió feliz junto con Eduardo a pesar de todo.
-Amor, quiero mostrarte algo -dijo Briana y empezó a buscar algo en su teléfono.
Eduardo le prestó atención, sin embargo fue más a Briana que al teléfono. Se quedó perdido en la belleza de su mujer, lo bonito que se ven sus ojos brillantes; en la sonrisa que tenia en el rostro.
-Mira, encontré esta fecha para nuestro matrimonio. Es dentro de un mes ¿te gusta la fecha?, no hace frío para esta época, y...
-Me parece perfecto Briana, serás la novia más bonita del mundo.
-Quiero algo sencillo. Quiero que hagamos la fiesta, en la casa del campo que compramos.
Habían comprado una casa del campo, Eduardo la naturaleza, y Briana había aparecido una buena idea para hacerlo.
-Ya luego me parece genial, es un lugar muy bonito.
-Lo es, imagina casarnos al borde del río, eso sería bonito.
-Es un lago Briana.
-Lo que sea, no sería muy tierno...
-Lo sería. Y más si estás tú, serías la novia más linda.
Ella sonrió, y lo abrazó cambió un beso de los labios. Cada día era un ajetreo.
Briana tenía que buscar no solo su vestido como si no la decoración, y todo lo que conllevaba.
-Briana ¿no quieres contratar mejor un servicio que se dedique a esto?
-Yo... quería preparar todo pero es muy difícil -Protestó Briana después de una semana de estar viendo todo para la boda.
-Yo me encargo no te preocupes -comentario Eduardo, y llamó a sus contactos.
Dos días más tarde, tenía todo preparado, y Briana se lo agradeció a Eduardo.
No solo tenía las tareas de buscar cosas para la boda, si no aún seguían siendo madre de una de un bebé muy pequeño. Aún sostenía su cuerpo con ayuda de su madre.
Briana está dando el pecho a su hijo cuando vio el vestido perfecto. Era sencillo, pero era precioso. Entusiasmada, los encargo, al igual que todas las decoraciones de su cabello el peinado se lo haría Melisa.
Así que ahorrarían eso aunque sea.
-No me interesa ahorrar Briana, cuando yo me muera todavía tendré dinero.
-¡Cállate..! deja decir que te vas a morir -lo regañó Briana.
-Pero es la verdad, en algún momento ya no estaré Briana.
Ella puso los ojos en blanco, y le corresponde otra taza de café a Eduardo para que se pudiera llamar. Eran las 6 de la tarde y estaban merendando. Había buscado a Emma del jardín, había comenzado su primer año.
Y el bebé, se encontraba dormido junto a ella.
-Extraño, dame doble café -protesto bri.
-Das el pecho al bebé no puedes.
-Tú no me dejas hacer nada -protestó y Eduardo se rió divertido.
-Y tú pareces una niña malcriada.
Briana puso los ojos en blanco, siguió mirando más cosas para la boda.
Al llegar la noche, Briana recostó a Emma y Eduardo, ayuda a recostar al otro bebé. Emma ya dormía sola en su habitación, había estado muy entusiasmada con la idea, y se había adaptado rápidamente. Eduardo al llegar, le dio un beso en los labios a Briana, juntos durmieron.
tuUn mes después..
Brianna
Cuando finalmente llegó el día de la boda, Briana estaba sumamente nerviosa.
Se mordió los labios. Caminaba de un lado al otro.
-Te vas a arruinar el peinado -la regañó su amiga, y ella asintió divertida
-Estoy bien, ¿no se me quitó el maquillaje ni nada de eso?
-No, estás perfecta, ahora por favor deja de moverte.
-Es que estoy muy nerviosa, solamente quiero estar perfecta para él.
-Lo vas a estar Briana. Solamente tienes que quedarte quieta.
Brianna Asintió. Minutos más tarde, caminó hacia el altar. Su vestido blanco, resplandecía ante el sol. Muchos espectadores, la observaron con ansias. Melissa, orgullosa sostenía entre sus brazos a su sobrino.
Al llegar, con una sonrisa observó al novio. Pero la misma se desvaneció, al ver el semblante serio del novio.
"¿Acaso se arrepintió?", pensó y su ceño se frunció.
-Brianna... no puedo.
Brianna abrió los ojos con sorpresa.
-¿Qué cosa no puedes..?
-No puedo verte Brianna. No veo nada con... mis ojos.
Nota de autor: La historia de Brianna y Eduardo continúa, sino leiste la primera parte no pasa nada, iré complementando los dos libros en este nuevo. Muchas gracias
Después de unas horas fingiendo amor frente a su jefe y de un pico después de decir "acepto", la noche pasó sin ningún otro contratiempo. Se marcharon en un Ford descapotable de los años sesenta y finalmente llegaron a la casa de Lionel. Tan pronto como pisaron el suelo, él la observó con aburrimiento y se giró para irse a dormir. No le gustaba estar rodeado de personas, a menos que fueran bailarinas en poca ropa. -¡Oye! -protestó Alexa, pero él no se giró para seguir avanzando-. Se supone que estamos casados -murmuró temblorosa. Finalmente, él se detuvo y Alexa se acercó a pasos firmes, rodeándolo. Lionel bajó la vista para fijarla en ella. Le resultó... ¿Bonita? Supuso que ese era un adjetivo acorde a esa mujer, aunque le parecía insoportable y aquello restaba la belleza que poseía. -¿Qué? ¿Quieres acostarte conmigo? -preguntó él. Ella levantó una ceja para negar, pero ya era tarde. Lionel la tomó entre sus brazos y la recostó sobre la pared. Una mano detrás de su cintura bajó hasta sus glúteos y los apretó. Alexa rodó los ojos para darle un empujón. -Al cabo que ni quería... puedo cogerme mujeres de verdad -se burló, pero no esperó recibir un cachetazo de la dama. Alexa observó sorprendida la mejilla roja de su ahora esposo. Su piel se volvió más pálida de lo normal y retrocedió un paso, luego otro. Lionel se limpió un hilo de sangre que caía en la comisura de sus labios y la observó furioso. Era raro verlo así. Corrió a su lado y la tomó del cuello con brusquedad. Poco a poco, Alexa pudo sentir que el oxígeno no pasaba por su garganta y que estaba quedándose sin aire. -P-por favor... -suplicó, pero Lionel siguió presionando hasta que la soltó arrojándola al suelo. Se limpió el saco, como si ella lo hubiera ensuciado, y se dio la vuelta. Alexa, perpleja por haber sido estrangulada por su esposo, se levantó. -¡Soy tu esposa! ¡Te guste o no! -gritó a todo pulmón. Lionel se giró, buscó algo en su bolsillo y dijo: -Bien. Ten, son diez mil dólares. El próximo mes te daré más, ahora vete. No me interesa tenerte en esta casa. -Somos marido y mujer. Merezco y debo estar aquí -susurró con la voz quebrada y los ojos llenos de sufrimiento. Él le lanzó una sonrisa ladina mientras avanzaba, pero ella, a pesar de temblar por ese hombre, no se dejó intimidar. -Entonces... -comentó mientras bajaba el cierre de su pantalón, sacando su enorme miembro frente a ella-... mételo en tu boca... -canturreó divertido. Lionel se rió de la desgracia de aquella mujer. Y ella lo sabía.
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