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Viviano Lombardo, tiene algo claro en su vida. "NO QUIERE ENAMORARSE" esa es la única regla que no debe romper. Pero un dicho dice que las reglas se han hecho para romperse, lo malo de romper esa estricta regla, es hacerlo con la hermana pequeña de su mejor amigo, ahora no solo debe sobrellevar a ese pequeño diablillo vestido de angel, también debe cuidarse el trasero de no ser pateado por su protector hermano.
1
TRILOGÍA HERMANOS LOMBARDO
LIBRO 1: MI SENSUAL Y PELIGROSO ITALIANO.
LIBRO 2: MI SENSUAL Y EGOCÉNTRICO ITALIANO.
LIBRO 3: MI SENSUAL Y TIRANO ITALIANO.
Hoy tenía que ir a buscar a Caesar a su casa, teníamos que hablar sobre algunos negocios que teníamos en común.
Aparque el coche frente a su casa y me baje, El jardinero me saludo a lo lejos y yo le devolví el saludo con la mano.
Subí el par de escalones que daban a la puerta principal y después toque un par de veces.
Una chica bastante bonita me abrió la puerta y me invitó a entrar.
Hace mucho que no venía a esta casa, todo seguia igual, a excepción de una enorme fotografía de bárbara en la pared.
Aparte la mirada de esa fotografía, no quería invocar al diablo.
- Le informaré al señor que usted está aquí - Me dijo la empleada y se fue.
Yo fui al enorme sofá que estaba en el recibidor y me senté.
Un déjávu se apoderó de mí, y por un momento me vi a mi, hace siete años en este mismo lugar.
SIETE AÑOS ANTES
Estaba un poco nervioso, necesitaba hablar con Caesar sobre un negocio que se me estaba saliendo de las mano.
La empleada de la casa me dijo que esperara dentro a Caesar, así que yo fui al recibidor y me senté.
- ¡Hola Viviano! - Me saludo la hermana pequeña de Caesar, yo le sonreí un poco y la saludé con la mano, por su uniforme deduje que acababa de llegar de la escuela.
Ella se sentó a mi lado y me miró con ojos de enamorada, hace un par de meses he notado esa mirada, pero todo se lo he atribuido a Mariano, ese imbécil solo sirve para meterme en problemas.
Me rode un poco a un lado del sofa ya que ella estaba prácticamente cernida sobre mi.
- ¿Que haces aquí solito? - Me preguntó mientras se rodaba para estar pegada a mi, jamás en mi vida me había sentido acosado, hasta hoy.
- Estoy esperando a tu hermano - Le respondí.
Ella asintio con la cabeza, sin quitarme los ojos de encima, batiendo sus largas pestañas y mirándome como si yo fuera el ser más precioso del mundo, me sentía tan incómodo.
- Hoy te ves muy lindo - Me dijo mientras sonreía, mostrando sus brackets. Yo quería salir corriendo de esta casa, era el colmo que me sienta intimidado por una mocosa, ¡joder! Yo me rode mas para apartarme de ella, pero la niña volvió a pegarse a mi.
- Gracias, tu igual - Le dije.
Bárbara sonrió mas ampliamente.
- ¿crees que soy linda? - Me preguntó.
Ahora yo quería patearme el trasero por imbécil.
- ¿Cuántos hijos quieres tener? - Me preguntó de la nada, yo sonreí un poco que incomodo era todo esto.
Yo me corrí un poco más para apartarme de esa niña loca.
- no lo se, aún no he pensado en eso - le contesté.
Ella asintio con la cabeza sin dejar de sonreír.
- Yo quiero tener tres, ¿te parece bien? - Me preguntó.
Yo levanté la ceja sin comprender.
- ¿Te fue bien en la escuela? - Le pregunté para cambiar de tema.
Ella volvió a batir sus largas pestañas.
- Si - Me contestó mientras abrazaba uno de mis brazos, yo trate de apartarla, pero ella estaba pegada como una piraña.
- Eres muy fuerte, creo que nuestros hijos serán muy lindos - Me dijo y después me dió un beso en el brazo.
Yo me levanté de inmediato, esa niña estaba loca, ¡dios! iba a terminar en la cárcel por esto.
- ¿Que pasa? - Me preguntó.
- ¿o solo quieres tener un hijo? Por mi está bien, yo aceptaré los hijos que tú quieras - Me dijo.
Que carajos le daban a los niños en estos tiempos.
- Tu tienes 12 y yo 27, creo que eso de tener hijos será muy complicado - Le dije.
Ella se levantó del sofá y me miró.
- La edad solo es un número, yo te amo y me voy a casar contigo - Me dijo muy confiada.
Yo parpadee un par de veces, ¿acaso había escuchado mal?
- Pronto creceré y seré la mujer de tus sueños - Me dijo ella con una enorme sonrisa.
O la de mis pesadillas.
- Puedo ser tu papá - Le recorde.
Ella se encogió de hombros, restándole importancia a mis palabras anteriores.
- Pero no lo eres, ahora no tengas miedo y déjate llevar por esto que estamos sintiendo -
Dónde carajos esta caesar, ¿por qué se demora tanto?
- ¿Que tal si nos besamos? - Me preguntó.
Yo parpadee un par de veces, eso sí que me había tomado de sorpresa.
- te cargue cundo eras un bebé - Le dije.
- Ya he pensado en los nombres de nuestros hijos - Me dijo emocionada.
Yo no podía creer esto que estaba pasando, era tan irreal.
Ella rebuscó algo en su mochila y saco una libreta, la abrió y me mostró.
en ella estaba una foto mía, junto a la de ella dentro de un enorme corazón.
- ¿Dónde conseguiste mi foto? - Le pregunté.
- Tengo mis contactos - me respondió mientras le daba un beso a mi foto.
¡Iba a partirle el trasero a Mariano!
- ¿me regalarías un beso? - Me preguntó, acercándose a mi.
Yo salí corriendo del lugar, más tarde contactaría a Caesar, pero por el momento no iba a quedarme en esa casa, ¡esa niña está loca!
PRESENTE
Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, pensar en ese momento era tan incómodo.
- ¡Viviano! - Grito la causante de mis pesadillas, con esa voz chillona que hacía que mi cuerpo entero temblará. yo me levanté del sofá y la quedé mirando.
- Alejate - Le dije de inmediato.
Ella me miró he hizo un puchero.
- ¿porque me tratas tan mal? Yo solo quiero ser linda contigo - Me dijo ella con falsa inocencia, si no la conociera, si no supiera lo que ese rostro angelical puede hacer, tal vez creyera algo de sus palabras, pero la conozco y se hasta donde es capaz de llegar.
- Pensé que estabas en Londres en la universidad - Le dije.
Cuando me enteré que iría a la Universidad, por un momento me emocioné, hasta que Caesar me dijo que se iría para Londres, desde ese momento he preferido mil veces estar aquí en Italia.
Ella se acercó a mí y yo di un paso atrás, no podía bajar la guardia con ella.
- He pedido unos días libres, así que... soy toda tuya - Me dijo con una enorme sonrisa.
Me cruce de brazos y la mire mal, si su hermano la escuchará hablar así, él me mataría.
- Cuando entenderás que nosotros no podemos ser nada - Le dije con voz gruesa.
Bárbara sonrió un poco y batió sus gruesas pestañas.
- Seré muy cuidadosa, mi hermano nunca se enterara - Me dijo ella con una sonrisa.
No pude evitar reír, está niña de verdad que estaba loca.
- Deberías buscar a alguien de tu edad - Le aconsejé.
- Yo solo te quiero a ti, y si no estoy contigo prefiero morir sola - ¡Dios! Que dramática era está niña.
- Y eso también va para ti, si no eres mío, no seras de nadie - Me amenazó.
Yo respire profundo, ¿que karma estaba pagando?
Bárbara intento hacercarse a mi, yo di un paso atrás, si Caesar nos veía, mi trasero sería comida para leones.
Bárbara era lo ojos de Caesar, si el se entera que yo he puesto los ojos en su pequeña hermanita el me corta los huevos sin pensarlo, esa es una de las razones por las que he intentado mantener a ese diablillo lejos de mi.
- Eres una niña para mí, te recuerdo que tengo 35 -
Ella se relamio sus labios rosas y regordetes, he de admitir que Barbara es una chica muy linda, pequeña, con lindas curvas, con cabellos color castaño con reflejos dorados, piel demasiado blanca, pero que contrastaba perfectamente con sus ojos marrones, enmarcados por unas lindas y largas pestañas.
- Ya soy mayor de edad, y tú aún no cumples los 35 - Rode los ojos al escucharla.
- ¿Cuál es la diferencia? - Le pregunté.
Ella se acercó más a mi y presionó su dedo en mi pecho.
- Ninguna, pero estoy segura que tú y yo podemos tener una muy linda relación, solo piénsalo - Ella me guiño un ojo y se apartó.
- llámame - Me dijo antes de desaparecer en las escaleras.
Presione mi mano en el pecho, esa niña me ponía de los nervios, creo que ya estoy muy viejo como para tener ese tipo de sustos.
Caesar bajo las escaleras y me quedo mirando.
- ¿Que tienes? Te ves pálido - Me preguntó. Si el supiera que la causante de esto, era su pequeña y virginal hermana.
- Creo que es un bajón de azúcar - Le mentí.
Él asintio con la cabeza.
- ¿Nos vamos ya? - Me preguntó.
Yo asentí con la cabeza, no quería estar más tiempo cerca de ese pequeño diablillo vestido de angel.
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