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Kaylee tenía grandes esperanzas para su futuro. Sin embargo, después de haber vivido durante muchos años con su familia adoptiva, los Hadley, se vio obligada a casarse con el infame hijo de la familia Stephen en lugar de su hermana. Elijah, el novio, era conocido por ser mujeriego. Era guapo y rico, pero estaba lejos de ser un esposo ideal. Él era el único heredero de los Stephens, pero no no contribuyó nada al negocio familiar. Sus parientes lo odiaban mucho. Presionado por su abuelo, Elijah no tuvo más remedio que casarse con Kaylee. La impresión que tuvo Elijah de su futura esposa fue mala desde el principio. Sin embargo, pronto descubrió que Kaylee no era tan desagradable como la gente la hacía parecer. Fue una verdadera dulzura. Tenía un rostro hermoso a pesar de la horrible cicatriz en él. Su alegría no conoció límites después de descubrir que Kaylee era en realidad la chica que amaba cuando era muy joven. ¿Fue el destino? ¿O el comienzo de algo hermoso? ¡Tal vez ambos! Con el tiempo, Kaylee comenzó a descubrir los secretos de Elijah. Era más capaz de lo que la gente creía. ¿Por qué entonces fingía ser un heredero inútil? ¿Qué estaba escondiendo realmente?
Las noches de invierno en Atheton eran extremadamente frías, pero una pobre chica, Kaylee Hadley, había sido expulsada de su casa en una de esas noches sin nada más que ropa ligera.
Ella solo tenía trece años y era muy delgada para su edad. El frío penetró a través de su delgada ropa y la hizo estremecerse. Era imposible que una chica como ella sobreviviera a una noche tan cruda sin un refugio.
Kaylee estaba temblando de frío.
Su madre, Josie Hadley, estaba parada junto a la puerta y, mirándola enojada, le gritó: "¡Vete de aquí! ¡Me niego a albergar a una chica tan malagradecida como tú! ¿Cómo te atreviste a intimidar a tu hermana?".
Kaylee se puso a llorar de impotencia y le explicó entre sollozos: "¡Gemma tomó mi collar sin permiso! Ese collar es como mi tesoro...".
Mientras Kaylee hablaba, miró a su hermana menor, Gemma Hadley, quien estaba de pie junto a Josie, con las manos en la cintura.
Gemma miró a su hermana con desdén, se guardó el hermoso collar de zafiros en el bolsillo y le dijo: "Me gusta este collar también. ¿Por qué no puedo usarlo por unos días?".
Josie se puso del lado de Gemma y le gritó a Kaylee: "¡Ella tiene razón! ¿Por qué eres tan egoísta? Gemma es tu hermana y, si quería tu collar, deberías habérselo dado. ¿Por qué la acusaste de robar tu tesoro? ¡Además, esta es la casa de los Hadley y todo lo que hay aquí le pertenece a cada miembro de la familia! ¡Por lo tanto, ese collar también es de Gemma!".
Los ojos de Kaylee estaban rojos de tanto llorar y contrastaban con su rostro pálido. "Pero mamá... ¿acaso yo no soy también tu hija? ¿No soy parte de la familia?", le preguntó la muchacha.
Al escuchar eso, Gemma la miró y le gritó enojada: "¡No, no lo eres! ¡Eres una huérfana! ¡Mis padres solo te adoptaron para reemplazarme! ¡Pero ya regresé, así que no tienes nada más que hacer aquí!".
Gemma era la hija biológica de los Hadley, pero había desaparecido poco después de su nacimiento.
En un esfuerzo por sobrellevar su dolor, el matrimonio había decidido adoptar a Kaylee, una niña del orfanato.
Los primeros doce años de Kaylee con los Hadley fueron maravillosos. Ellos la trataban muy bien y la muchacha era muy popular en la escuela. Sin embargo, todo cambió cuando encontraron a Gemma hacía un año.
Los Hadley dejaron de tratar bien a su hija adoptiva. De hecho, ellos comenzaron a golpearla y a regañarla. Cuando Gemma llegó a estudiar a la misma escuela, reunió a un grupo de alumnos para intimidar a su hermana.
Al principio, Kaylee no entendía por qué sus padres la trataban a ella y a Gemma de manera tan diferente. No obstante, en ese momento, ella obtuvo la respuesta.
Asombrada, la chica negó con la cabeza y balbuceó: "No... No es cierto".
Gemma resopló con complacencia y exclamó: "¡Mamá, dile! ¿Estoy diciendo la verdad?".
Josie asintió sin dudarlo, como si todo lo que estaba pasando fuera culpa de Kaylee, y le gritó: "¡Kaylee, no eres mi hija!".
Gemma sonrió satisfecha y le gritó a la muchacha: "¿Escuchaste eso? ¡No perteneces a esta familia! ¡Largo de aquí!".
Gemma siempre había odiado a Kaylee porque esta última había recibido todo el amor y el cuidado que le pertenecían a ella, disfrutando las ventajas de ser la hija de una familia acomodada. Ella también la odiaba porque era una excelente alumna, tenía muchos amigos y era hermosa.
Kaylee tenía solo trece años y, mientras todas las otras chicas de su edad subían de peso y tenían acné, ella era cada día más linda. Cada vez que Gemma veía su rostro delicado y su figura perfecta, hervía de rabia.
Por eso, ella estaba decidida a arruinar la vida de su hermana, hablando mal de esta última frente a sus padres todos los días para que comenzaran a odiarla y finalmente la echaran de la casa.
Después de mirar por última vez a Kaylee, Gemma hizo que su madre volviera a entrar a la casa y cerró la puerta con un fuerte golpe.
Kaylee se quedó afuera, sola en el frío y llorando sin parar. El viento gélido la hacía temblar sin control.
Ella se acercó a la puerta y gritó para que le abrieran: "¡Mamá, por favor!".
Sin embargo, antes de que la muchacha alcanzara a decir algo más, alguien arrojó un vaso desde la ventana del segundo piso, el cual cayó en uno de sus pies.
Kaylee retrocedió de inmediato sobresaltada. Como ella se dio cuenta de que ya no era bienvenida en su casa, no tuvo más remedio que vagar por las calles.
Los Hadley la habían estado matando de hambre gradualmente durante los últimos días, por eso la muchacha estaba tan delgada. Kaylee siguió caminando con mucho esfuerzo, a pesar de que tenía mucho frío y se sentía débil y mareada.
De repente, ella vio que un transeúnte había arrojado una hamburguesa a la calle y sus ojos se iluminaron de emoción. La muchacha corrió sin dudarlo hacia la hamburguesa, pues tenía miedo de que alguien más la agarrara. Sin embargo, antes de que ella alcanzara a tomarla, un auto de lujo dobló repentinamente en la esquina.
Sobresaltada, Kaylee se hizo rápidamente a un lado del camino y escuchó el chirrido ensordecedor de los frenos del auto.
Como ella no esperaba que eso sucediera, no logró mantener el equilibrio y se cayó al suelo, hiriéndose las manos y las rodillas. El dolor punzante la hizo estremecerse y sollozar.
Sin embargo, lo que realmente le afectó fue ver la hamburguesa aplastada debajo de las ruedas del auto.
El conductor del vehículo lujoso no esperaba que alguien cruzara corriendo la calle, pero cuando vio que se trataba de una adolescente con mal aspecto, le gritó enojado: "¡Quítate del maldito camino, mendiga!".
En realidad, el auto no había alcanzado a atropellarla, pero Kaylee estaba tan adolorida que no podía moverse. Exasperado, el conductor volvió a su auto y la esquivó.
La desgracia nunca venía sola.
Tirada en el suelo, Kaylee ni siquiera tenía fuerzas para ponerse de pie.
La nieve siguió cayendo sobre su cuerpo y pronto la dejó enterrada.
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Nueve años después.
"Kaylee, tienes tanta suerte de casarte con un miembro de la familia Stephens. ¡No seas desagradecida!", le dijo la mujer.
Con un impecable vestido de novia, Kaylee se estaba mirando en el espejo de vestidor cuando esa voz aguda rompió el silencio.
Era Josie, quien había irrumpido en el lugar para mirarla de pies a cabeza con el ceño fruncido.
Al escuchar su regaño, Kaylee se rio entre dientes.
Los Stephens eran una de las familias más poderosas de Atheton. Ellos y los Hadley tenían un acuerdo, en el cual se suponía que Gemma debía casarse con Elijah Stephens, el segundo hijo de la familia.
Sin embargo, todos en la ciudad sabían que él era un mujeriego y nadie en su sano juicio quería casarse con alguien como él.
Gemma no era la excepción y se había negado rotundamente a contraer matrimonio con ese tipo.
Sin embargo, los Hadley no se atrevieron a romper el acuerdo con los Stephens, por lo que no tuvieron más remedio que encontrar a Kaylee, la hija adoptiva que habían expulsado de la casa hacía muchos años, para que ella reemplazara a Gemma como novia.
-¡Quiero el divorcio! - me dice en un tono frío. No es la primera vez que me pide algo así; antes lo hacía a menudo. Se levantó del sofá y lo miró a los ojos. Le molestaba que no la dejara dar ni una sola explicación; solo asumía las cosas. Era mejor dejar todo como estaba. No pensaba rogarle para que la escuchara, no pensaba hacerlo nunca más. -¿Estás seguro de que eso es lo que quieres? - le preguntó, mirándolo fijamente. Por muy ilógico que pareciera, intentó aferrarse a su única esperanza. Le tiró los documentos al rostro, y ella los tomó con una sonrisa amarga. Tomó el bolígrafo de la mesa y firmó sin pensarlo ni un minuto más. Se levantó con la poca dignidad que todavía conservaba, empacó las pocas pertenencias que tenía y se marchó sin mirar atrás. 🌼 Nota de la autora Espero que les guste esta historia llena de amor, intriga y mucho más. Gracias por el apoyo de antemano. No olviden dejar sus comentarios.
Lucia Meller es mi vida, me enseño amar, me enseñó a adorarla, me mostró el mundo de forma diferente, le di todo lo que la vida me ofrecía, y se ha ido; se llevó mi vida, mi amor, dejándome el corazón y el alma hecha pedazos. Ahora me duele respirar, me duele amar, me duele la vida. La quiero, jamás podré volver amar a alguien como la ame a ella; la quiero de vuelta, la quiero conmigo, a mi lado donde pertenece; pero por más que la busco no la encuentro, es como si la vida me la hubiera arrebatado y eso me duele, ella me enseñó que se puede matar a un hombre, aunque se conserve la vida, sin embargo, me canse, no puedo llorar por alguien que no me quiere amar y aunque duele, hoy después de casi dos años le digo adiós a mi sirena; después de todo soy Gabriel Ziegermman. Un año desde que me aparte de Gabriel y mi vida dio un giro de ciento ochenta grados, amar a ese hombre es lo mejor que me ha pasado en la vida, a él le debo el hecho que hoy esté viva y tener a mi lado a mi mayor tesoro, él me enseñó que lo que se desea con el alma se obtiene, pero también me enseñó que amar duele, que su amor duele, a él le debo el dolor más grande, porque dejo de amarme, no fui suficiente para él, me enseñó que su madre, su exnovia y su destino no están conmigo, y aun así lo quiero de vuelta, sé que sus prioridades cambiaron; yo solo pedía una verdad sin embargo él prefirió engañarme y dejarme.Lo quiero olvidar y lo quiero conmigo, aunque no se lo merezca, pero como hago si amar ese hombre es mi arte. Ahora estoy de vuelta y lo único que quiero es tenerlo a kilómetros de distancia, porque me enseñó que yo también tengo derecho a cambiar mis prioridades. Novela registrada N ISBN 978-958-49-7259-0 Está prohibida su adaptación o distribución sin autorización de su autor. Todos los derechos reservados all rights reserved
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