Amor Traicionado: La Bestia Despertó
GavinEl grito de Sofía resonó en la lujosa sala, un sonido agudo y lleno de rabia que cortó el aire. Mi xoloitzcuintle, "El Guardián", gimió suavemente a mis pies, ajeno a la farsa. De repente, un impacto brutal y seco me paralizó: Sofía, con un tacón de aguja, había destrozado la vida de El Guardián. Un aullido ahogado, un cuerpo convulsionado, y luego el silencio, sólo roto por el oscuro charco de sangre que se extendía en el suelo de mármol. Mi fiel compañero, el legado de mi abuelo, yacía inerte, mientras la mujer a la que amaba sonreía con cruel satisfacción. "¡Tú… lo mataste!", logré decir, la voz desgarrada por el horror y la incredulidad, pero su risa fría devoró mis palabras. Sin piedad, Sofía ordenó a sus hombres que me arrastraran al sótano, un lugar húmedo y maloliente, donde la oscuridad me envolvió. Escuché su voz gélida: "Suéltenlos", y entonces sentí unos gruñidos bajos y guturales. Dos siluetas enormes y musculosas, dos pitbulls de pelea cuyos ojos brillaban en la penumbra, descendían las escaleras. "¡Sofía, no! ¡Por favor, no hagas esto!", supliqué, el corazón latiéndome a punto de estallar. Pero su cruel melodía resonó desde arriba: "¡Demasiado tarde, mi amor! ¡A ver quién entrena a quién ahora!". Los perros se lanzaron sobre mí, sus fauces goteando saliva, sus dientes destrozando mi carne, mis propios gritos ahogados en mi sangre. Fui devorado, solo un espíritu de dolor y confusión flotando en el frío y húmedo sótano, un testigo impotente de mi propia aniquilación. Arriba, Sofía negaba mi muerte, manipulaba la historia y planificaba profanar la memoria de "El Guardián" por el capricho de Rodrigo. Mi alma gritaba en silencio, viendo cómo la farsa de Rodrigo continuaba, una realidad tan grotesca que me rompía por dentro. No era solo la crueldad de Sofía, sino la completa ceguera y la profunda locura lo que me atormentaba. Pero, ¿quién era realmente Rodrigo? Y, ¿por qué Sofía se había convertido en este monstruo? Desde la oscuridad de mi tumba sin nombre, mi espíritu juró que la verdad saldría a la luz.
JUNTO A TÍ
Emma BrownVeo su cara de sorpresa. Todas las demás chicas me miran con asombro; ninguna de ellas se atrevería a tanto. Me acerco lentamente a él y noto cómo traga grueso. Eso es lo que necesito: que se ponga nervioso con solo mi presencia. Llego a solo centímetros de él, me inclino y le hablo al oído. -No soy la novia perfecta. No soy lo que usted piensa. Olvídese de mí, es lo mejor. Le guiño un ojo y vuelvo a mi lugar. Lo veo aflojarse la corbata, un poco nervioso. Eso es lo que quiero ver. Jamás podrás dominarme, pienso para mí. Nos mira a todas con detenimiento; sus ojos se posan en mí y noto esa sonrisa de satisfacción. No, pienso internamente. No, no, no. Carajos, no digas mi nombre. No me elijas a mí, por favor. Ruego internamente. Soy un desastre, el diablo en persona. No me elijas, por favor, grito mentalmente. Esto no puede estar pasando. Ellas son las chicas perfectas, las que podrían hacerte feliz, darte hijos. Yo no podría hacer eso. -Lys, te quiero a ti -dice. Y mi mundo se viene abajo. 🌸 Nota de la autora Espero que les guste lo que escribo. Siempre leo sus comentarios. ¡Muchas gracias por el apoyo de antemano! Besos. ❤️❤️❤️
La Sombra de la Envidia
GavinEl chirrido de las llantas fue lo último que escuché. Luego, un golpe seco y un dolor que me atravesó antes de la oscuridad total. Mi último pensamiento: Javier, mi novio, con quien apenas horas antes había compartido nuestra felicidad en redes sociales. Pero su imagen se mezcló con la cara de Daniela, mi mejor amiga, gritándome por teléfono: "¡Sofía, eres una tonta! ¿No te das cuenta de que Javier solo juega contigo? ¡Te está engañando!" Ella me envió un video borroso, un supuesto Javier entrando a un hotel con otra mujer. Mi mundo se derrumbó. Sin hablar con él, sin darle oportunidad de explicarse, terminé mi relación, ahogándome en el dolor de una traición orquestada por quien más confiaba. Días después, Daniela, enfurecida porque Javier ni siquiera la miraba, me atacó. "¡Si no es mío, no será de nadie, y tú me lo quitaste!" Fue lo último que gritó antes de acelerar su coche y arrollarme. Me dejó morir sola en el frío asfalto. La traición, el dolor, el arrepentimiento… todo se mezcló en un último suspiro. ¿Cómo pude ser tan ingenua? ¿Cómo no vi el odio y la envidia en los ojos de quien consideraba mi hermana? El engaño fue burdo, pero funcionó con mi mente nublada por la inseguridad. Sentía una profunda injusticia, una confusión. ¿Por qué yo? ¿Por qué ella? ¿Por qué la vida me arrancó de esa manera? Y entonces, desperté. En mi cama, junto a Javier, en el mismo día del anuncio de nuestro noviazgo. El universo, por alguna razón, me había dado una segunda oportunidad. Esta vez, no sería la tonta ingenua. Esta vez, yo tomaría el control de mi destino.
Venganza de La Heredera Modesta
GavinEl día de mi graduación se suponía que sería el inicio de mis sueños, pero se convirtió en la antesala de mi peor pesadilla. Mi propia hermana, Isabella, y mi mejor amigo, Mateo, me entregaron regalos envenenados: un amuleto de "buena suerte" y un ramo de flores, solo para que una alerta sobrenatural se materializara ante mis ojos, revelando su cruel complot. "¡No lo uses, Sofía!", "Tu amigo también es malo", "Perderás tu voz", "La becada triunfará", "Serás internada en un centro psiquiátrico, muriendo en el olvido". Sus sonrisas, antes cálidas, se transformaron en máscaras depredadoras, revelando la traición que se cocía a mis espaldas. ¿Muda? ¿Destrozada? ¿En un psiquiátrico? ¿Por qué esta maldad tan retorcida de quienes decía amar? ¿Y por qué justamente ahora, cuando mi carrera como cantante estaba a punto de despegar? En ese instante de revelación, con una calma que me sorprendió, supe que no caería en su trampa. El juego de ellos había terminado; ahora iniciaría el mío con la fuerza de un huracán.
La Tristeza Del Fantasma
GavinFloto en el aire, una sombra sin peso, y observo la escena que se desarrolla debajo de mí. Isabella, mi esposa, acuna a un bebé recién nacido en sus brazos, su rostro iluminado por una felicidad que nunca le vi mostrar conmigo, ni siquiera en nuestros mejores momentos. Ricardo, su amante, el hombre por el que me dejó morir, le rodea los hombros con un brazo, sonriendo como un rey. Amigos que una vez fueron míos y familiares que me llamaban "hijo" celebran la llegada de este nuevo niño, el fruto de una traición. Cada palabra es un eco hueco en mi existencia fantasmal, burlándose de mi memoria. Me tildan de "bailarín bueno para nada", que solo sabía "zapatear y soñar", sin entender lo que una mujer como Isabella necesitaba: "riqueza, seguridad, un hombre de verdad". Ella finge melancolía, preguntándose dónde estaré, mientras Ricardo la consuela, diciendo que si regreso, tendré que arrodillarme y pedir perdón por haberla "abandonado". ¿Pedir perdón yo? ¿Por haber sido traicionado y dejado a mi suerte? La crueldad de sus palabras me deja helado. Recuerdo la noche del accidente: la lluvia torrencial, mi coche derrapando. Descubrí sus mensajes con Ricardo, y ella conducía, tensa. El coche se estrelló. Sentí un dolor agudo, y cuando abrí los ojos, Isabella, ilesa, me miró sangrando sin piedad. Ricardo llegó, y juntos se fueron, dejándome morir en la oscuridad del barranco. Mi alma se desprendió de mi cuerpo en ese instante, condenándome a presenciar su felicidad construida sobre mi muerte. Isabella jura que Ricardo fue su "salvador", que su amor la "curó", minimizando mis sacrificios: haber vendido mi estudio de baile para pagar su tratamiento cardíaco experimental, la donación de hígado para su padre. Borra cada rastro de mi amor, reescribiendo la historia para ser la víctima y heroína de su propio cuento de hadas, una mentira tan descarada que me inunda una furia impotente. Pero entonces, algo cambia. Una joven bailaora, Sofía, descubre una vieja grabación de mi última actuación y murmura: "Era un genio... Nadie sabe qué fue de él". Isabella intenta desacreditarme, pero la semilla de la duda ha sido plantada en Sofía. Y en ese instante, siento una extraña calma. Quizás, solo quizás, no estoy solo en esta lucha por la verdad. Mi arte ha sobrevivido, y a través de él, mi legado. Mi alma encontrará la paz, pero primero, la justicia hallará su voz. Y esa voz, siento, podría ser el zapateado de esa joven bailaora.
La Maldición De Sangre
GavinEl sol tibio en mis manos mientras arrancaba hierbas, el aroma a tierra húmeda y hierbabuena. Aquí, en mi pequeña casa a las afueras del pueblo, encontraba la única paz que conocía. Una paz que me fue arrebatada violentamente en otra vida. Un recuerdo fugaz y amargo me asaltó. Atada a una cama, con Ramiro, mi esposo forzado, mirándome sin emoción. A su lado, Catalina, su amante, sonreía con suficiencia. "Solo un poco más de tu sangre, Sofía" , dijo Catalina. Mi don, una bendición y maldición, para sanar a Ramiro. Él me debía la vida, la capacidad de caminar. Pero cuando Catalina enfermó, no dudó en sacrificarme. Me desangraron lentamente, transfiriendo mi fuerza vital a ella. Mi último aliento fue un susurro ahogado, viendo a Ramiro besar a una Catalina revitalizada sobre mi cuerpo agonizante. Ahora, en esta nueva vida, el destino tenía un retorcido sentido del humor. Ramiro volvía a estar postrado en una cama. Su madre, Doña Elena, me suplicaba a diario. "Sofía, te lo ruego como madre. Mi hijo… se está consumiendo" . Me levanté, limpiándome la tierra del delantal. "Ya le he dado mi respuesta, Doña Elena" . Mi voz era firme. "¿Por qué tanto odio?" gritó Doña Elena. "¡Ramiro siempre te admiró! Incluso… incluso pensó en casarse contigo" . Esa mentira casi me hizo perder la compostura. "Usted y yo sabemos que eso no es verdad" , susurré con voz helada. "Ramiro nunca me vio como nada más que una herramienta. Y yo ya no estoy dispuesta a ser utilizada" . La rabia surcó su rostro. "¡Eres una mujer cruel y sin corazón! ¡Dejar morir a un hombre que podrías salvar!" "¿Salvarlo?" repetí, una sonrisa genuina sin alegría se dibujó en mis labios. "Doña Elena, su hijo no está enfermo por capricho del destino. Está en esa cama por sus propias acciones" . La confusión la invadió. "Ramiro está paralizado porque el carruaje en el que intentaba sabotear los frenos para matar a un rival se volcó sobre él. El universo le devolvió el golpe un poco más rápido" . Su rostro palideció. Sabiendo la verdad de su hijo, la certeza en mi voz era innegable. "Créame o no, no cambia mi decisión. No curaré a Ramiro. Busquen ayuda en otro lado" . Pero el destino, o la ironía, me trajo a la madre de Mateo. Mateo, el rival de Ramiro, el hombre que Ramiro intentó asesinar. "Mi hijo… Mateo… lleva meses en cama" , dijo. "Usted es mi última esperanza" . Lo sentí. La pieza clave del destino.
Él Es Un Vampiro
MaferuribeChristopher es multimillonario, lleva una vida de lujos y deseos que puede darse con tan sólo decirlo, sin embargo, él esconde un secreto a su familia; es un adicto a los juegos de apuestas, en las noches cuando tiene tiempo libre, en lugar de irse de fiesta con sus amigos, él prefiere irse a contar con suerte en apuestas en un nuevo casino que han abierto en la ciudad. Al principio, las cosas marchaban bien para él, él conseguía ganar las apuestas, pero pronto, la suerte dejó de estar de su lado, y el dueño del casino quiere que este le pague su deuda, por tanto, Christopher únicamente tiene 2 opciones; pagar una multimillonaria suma de dinero al dueño del casino para pagar su deuda, o atraverse a vender la virginidad de su hermana al dueño del casino que tanto la desea.
Las pastillas del Leteo
JaguarEn Las pastillas del Leteo, la memoria se convierte en territorio movedizo, frágil y a la vez luminoso. La novela sigue la búsqueda íntima de un protagonista que intenta reconstruir aquello que ha perdido en las sombras del olvido, mientras se enfrenta a las huellas emocionales que persisten incluso cuando los recuerdos parecen desvanecerse. Entre cartas, silencios y fragmentos de vidas pasadas, la historia nos conduce a los límites de la identidad y el tiempo. El relato avanza en planos entrelazados: la vida presente, la evocación de un amor marcado por la ausencia y el misterio que rodea la desaparición de ciertos recuerdos clave. La prosa se despliega con lirismo, densidad emocional y una cadencia que invita a leer despacio, a detenerse, a sentir. Las preguntas sobre quiénes somos cuando recordamos -y quiénes dejamos de ser cuando olvidamos- se vuelven el corazón palpitante de la obra. Más que una historia lineal, Las pastillas del Leteo es una experiencia sensorial y reflexiva. Interroga nuestros vínculos más profundos, el peso de la pérdida y el deseo humano de recuperar lo que se ha ido. Con una narrativa que fusiona intimidad y misterio, John Solís R. ofrece una obra que acompaña al lector más allá de la última página, dejando la sensación de que hay memorias que no se pueden borrar, incluso después de la muerte.
Felicitad Es La Mejor Venganza
GavinEl día de mi boda, estaba muerta. Mi vida anterior había terminado con la puñalada de mi hermanastra, Érica, en la bodega que con tanto esfuerzo construí. Yo, Catalina, lo había perdido todo a manos de ella y de mi malvada madrastra: mi negocio, mi felicidad y, finalmente, hasta mi propia vida. Mientras expiraba, el dolor y la traición me consumían, dejándome con un último aliento de incomprensión y rabia por la injusticia. Pero al volver a abrir los ojos, me encontré de nuevo en el día de mi boda, justo antes de que se repitiera la farsa, y supe que había renacido para cambiar mi destino y el de aquellos que me hicieron daño.
Snowdrop
Eva CorreaAmaia huía por el frondoso bosque y con la noche sobre sus cabellos blancos. Sin saber que un misterioso camino la guiaría hacia un reino olvidado, donde descubrirá secretos que se ocultan bajo miradas melancólicas y a un hombre en la soledad de su castillo que sucumbirá sus sentimientos.
La Venganza de La Dríade de Olivo
GavinYo soy Isabela, la dríade de un olivo milenario, y durante mil años, mi vida estuvo atada a la prosperidad de la familia Montero. Protegí su viñedo, fui su bendición silenciosa. Mateo, el joven heredero, creció bajo mis ramas, prometiendo cuidarme siempre. Pero llegó Sofía, una "influencer" de vinos que envenenó su corazón con ambición y modernidad. Para calmar el arañazo insignificante de una rama y por complacerla, Mateo ordenó lo impensable: "¡Arranquen este árbol! ¡De raíz!". Sentí cómo mi esencia vital se congelaba, mi cuerpo marchitaba en un instante. Pero la crueldad no terminó ahí. Mateo, con una sonrisa fría, decidió usar mi madera para barricas y ¡quería mi savia dorada para un \'elixir de dríade\'! Mientras me arrastraban para ser torturada, el niño que juró protegerme me apuñaló con un cuchillo, extrayéndome la vida. ¿Cómo pudo Mateo, el niño que me abrazaba y me llamaba alma de su viñedo, convertirse en un monstruo tan vil, capaz de deleitarse con mi agonía? ¿Cuándo su corazón se pudrió tanto como para olvidar mil años de devoción? Justo cuando mi vida se disolvía por completo, en ese instante de traición absoluta, la deuda de mil años se rompió: mi cuerpo se convirtió en luz, y renací. Ya no era una esclava; era una fuerza imparable de la naturaleza, lista para desatar una plaga que consumiría todo lo que Mateo una vez amó. Su promesa de amor se convirtió en mi condena, y ahora él pagaría el precio.
El Retorno de Ximena: Renacer y Luchar
GavinEl recuerdo de la sangre sobre las sábanas blancas del hospital me perseguía, un eco de la vida donde perdí a mi anhelado bebé. Pero ahora, con los ojos bien abiertos, sentía el sudor frío en mi nuca: había regresado a mi lujosa hacienda, embarazada y con la aterradora habilidad de escuchar los pensamientos más oscuros de los demás. Mi hijastra, la dulce Sofía, me ofreció un té de hierbas que, en su mente, era para "limpiarme por dentro" y librarse de los herederos que me arrebataban a su padre y su fortuna. Fernando, mi esposo, ciego de amor y negación, me creyó paranoica, acusándome de aterrorizar a su hija cuando intenté exponerla. La primera grieta en nuestra confianza se había abierto, y yo ya no era la ingenua Ximena; ahora, llena de una fría determinación, iba a luchar por mi vida y la de mis hijos, sola contra todos.
Corazón Arrancado: El Regreso de Ella
GavinEl dolor en mi pecho era un vacío familiar, un eco helado que me recordaba la parte vital que me habían arrancado. Mi tía Marta me miraba con desprecio desde la celda húmeda, usándome solo como una herramienta. Cada luna llena, me arrancaba el corazón para alimentar el poder de mi prima Valentina, la "Joya del Clan". Hoy, en la ceremonia de nombramiento de la próxima líder, me arrojaron al centro del salón, escuchando los susurros de asco y las acusaciones de ser una "vergüenza". Pero Marta fue más allá, declarando frente a todos: "Esta basura que ven ahí… ¡es mi hija! Una decepción sin valor, porque Valentina... ¡ella es la verdadera heredera del antiguo líder!" Luego, añadió la estocada final: "¡Su padre era un miembro del Clan del Sol Poniente! ¡Es una mestiza, una abominación!" La multitud, convertida en una turba, pedía mi muerte. "¡Mátenla!" Mientras los guerreros desenvainaban sus armas y Marta sonreía triunfante, yo hice algo que nadie esperaba. Me reí. Una risa fría, llena de desprecio, que detuvo a todos. Subí a la plataforma, cojeando, cubierta de sangre y lodo, y les solté: "Qué actuación tan conmovedora. Has hecho un trabajo maravilloso... preparando el escenario para mí." "Ha llegado el momento de que me devuelvan todo lo que me han quitado." "Con intereses." Ante la atónita mirada de todos, hundí mi mano en el pecho de Valentina, no para matarla, sino para reclamar lo que era mío. Arranqué no solo el núcleo de Garra Espectral que le daba poder, sino también mi propio corazón, la esfera de luz pálida que mi tía me había robado. Cuando la esfera pálida volvió a mi pecho, un torrente de poder dorado recorrió mis venas. Mis heridas se curaron, mis huesos rotos crepitaron, y la debilidad desapareció. Mi cabello se volvió blanquecino, mis ojos dorados, y de mi espalda surgieron magníficas alas de energía solar. Ya no era la paria Sofía. Era la heredera del Clan del Sol Poniente. "¿Alguien más?"
Cuando tu Tía No Es Quien Crees
GavinMi padre, Javier, desapareció hace cuatro años en la Costa da Morte. Su cuerpo nunca se encontró, solo una mochila y un diario empapado. Una noche, regresó a casa: empapado, cubierto de salitre y algas, con una sonrisa fría y ajena, exhalando un olor a descomposición. Mi tía Elena, horrorizada, me dijo al oído la verdad que heló mi sangre: "Ese hombre no es tu padre". El "padre" se quedó, transformando mi hogar en una pesadilla: evitaba la luz del sol, exigía humedad, y sus accesos de ira eran aterradores. La casa apestaba a falsedad y miedo. Necesitaba desesperadamente respuestas, y sabía que estaban enterradas con sus cosas. Desenterré su diario de la tumba simbólica, revelando su obsesión con una cueva submarina y una advertencia grabada con sangre: "¡Sofía, huye! ¡Tu tía no es quien crees que es!". Junto al diario, una foto de un cadáver con el brazalete idéntico al de mi madre destrozó mi mundo. ¿Mi madre no murió en la cama? ¿Quién era realmente mi tía Elena? Cuando Elena regresó, se empeñó en destruir al "Nubeiro", ese espíritu marino que suplantaba a mi padre. Me convenció de que la única forma de liberar a mi padre era si yo, su hija, lo sacaba a la luz del sol. Pero en el instante en que el "Nubeiro" se disolvía con el último grito de mi verdadero padre, noté una cicatriz en el abdomen de Elena. No era la cicatriz de mi tía, sino la de mi madre. Mi mundo se desmoronó, la verdad se retorció en mi mente: ¿quién era esta mujer que me había criado? Movida por una confusión y una necesidad incontrolable, busqué respuestas en la habitación de Elena, descubriendo una caja oculta. Dentro, encontré documentos médicos que confirmaban la infertilidad de mi madre biológica, un acuerdo de donación de óvulos con el nombre de Elena, y el diario de mi tía. Las páginas revelaban una historia desgarradora de amor, celos y sacrificio: Elena y mi padre se amaron, mi madre, consumida por la enfermedad y la envidia, intentó envenenar a Javier antes de suicidarse, y Elena, para protegernos, enterró en secreto a su hermana y asumió su identidad. La mujer que era mi tía era, biológicamente, mi verdadera madre. Con la verdad al descubierto, nos sentamos a hablar, y por primera vez, el abrazo que nos dimos se sintió completo, sin secretos ni sombras. Era hora de que yo misma dibujara mi propio futuro, con mis propios colores y en mis propias condiciones.
La Curandera Humillada, Venganza
GavinLa música retumbaba en mi pecho, mi prometido, Alejandro, celebraba su milagrosa recuperación en nuestra hacienda. Pero la sonrisa en sus labios no llegaba a sus ojos cuando me miró. "Sofía dice ser una curandera", dijo Alejandro con desprecio, señalando unas macetas con hierbas que yo había cultivado con mi propia sangre para salvarle la vida. "¿Qué son, Sofía? ¿Plantas? ¿Hierbas?", se burlaba. Las cien macetas eran un macabro juego donde debía identificar las tres "milagrosas". Si fallaba, todas arderían en la hoguera. Gritaba que eran "nuestros hijos", creados con mi esencia vital para sanarlo. La multitud se rió ante mi súplica. Luego, con una mueca cruel, Alejandro no solo anunció que si perdía me humillaría públicamente por farsante y me expulsaría de su vida para siempre, sino que ordenó quemar una de "mis" macetas sin siquiera dejarme identificarla. El olor metálico y cobrizo de la sangre llenó el aire cuando fue arrojada a las llamas. Un pequeño corazón latiendo dejó de existir con un último suspiro. La gratitud que Alejandro me había jurado se pudrió en un espectáculo de traición y crueldad. Su hermana, Camila, alimentó su desprecio, y sus invitados, ahora cómplices, coreaban mis acusaban de engaño. Me dolía el alma con un pesar infinito, ¿cómo podía el hombre que amé, al que di mi vida, convertirse en este monstruo? ¿Cómo responder a esta humillación, a estas mentiras a esta traición? Me he desvanecido en el aire, pero no estoy muerta. Regresé, pero el amor ha muerto. Y por mis hijos sobrevivientes, mi venganza será dulce, aunque el precio sea mi propia alma.
Cuando La Verdad me Duele
GavinEn la iglesia de nuestro pueblo, mi mano se aferraba a la de Mateo, mi devoto esposo, esperando un documento crucial. La "Bendición Preparatoria de Bautismo Familiar" de mi tío, el obispo, era la promesa de que nuestro hijo nacería en gracia. Para mí, era la redención, porque ya había vivido este día antes. En mi vida pasada, ese mismo papel se convirtió en mi sentencia de muerte. Mateo me llamó "portadora del demonio", y mis padres me encerraron, me golpearon, me hicieron perder a mi bebé y me enviaron a un sanatorio donde morí. Esta vez, juré que no permitiría que el papel cayera en sus manos. Pero Mateo, con un movimiento hábil, me lo arrebató. Su rostro se transformó: la calidez desapareció, reemplazada por un odio helado al ver una marca cerca de la firma. "Este niño no puede nacer" , siseó, ordenándome "purificarme" . Al gritar por ayuda, mis padres llegaron, y mi padre, tras ver la misma marca, me señaló y me llamó "¡una puta!". No entendía qué era esa marca en el documento o por qué los hacía cambiar de tal modo. ¿Por qué mi propia familia, a la que tanto amaba, de repente quería hacerme daño a mí y a mi bebé? ¿Qué oscuro secreto escondía ese papel? La desesperación me invadió al ser llevada a la clínica. Justo cuando creí que todo había terminado, fui arrastrada a un callejón oscuro donde mi familia planeaba mi muerte. Pero una periodista desconocida, Carmen, apareció, cámara en mano, gritando: "¡Sueltenla! ¡La policía está en camino!". Era mi única esperanza.
Cicatrices del Pasado, Amor Presente
GavinMi sangre tibia se escurría por la comisura de mis labios. Diez años en este páramo helado llamado Límbo Frío me habían convertido en un alma solitaria, aferrada solo a la tosca figura de madera que con tanto amor tallé. Caelus, mi antiguo amor y el cruel monarca que me condenó, apareció de repente, ofreciendo un perdón que sonó más a burla. Pero no venía solo; Livia, quien con falsas lágrimas y una sonrisa dulce me acusó de traición, se aferraba a su brazo, gozando de mi miseria. "Diez años es suficiente para purgar cualquier pecado, Elara. He venido a llevarte de vuelta." Su voz, gélida y sin emoción, me invitaba a regresar a un infierno familiar. Mi "no" lo impactó, su arrogancia no podía concebir el rechazo de una prisionera. Se atrevió a destruir mi única compañía, mi guardián de madera, ante mis ojos, reduciéndolo a cenizas con una cruel bola de fuego oscuro. Esa noche, mientras mi mundo se consumía con él, sentí la última chispa de esperanza abandonarme. Cuando desperté, Livia apareció de nuevo, clavando sus uñas en mis viejas cicatrices. "¿De verdad creíste que podías desafiarlo y salirte con la tuya? Eres una estúpida. Todos te odian aquí." Su voz era un susurro envenenado que buscaba destrozar lo que quedaba de mí. Con un empujón instintivo, Livia fingió una caída, y Caelus, ciego de furia, me arrojó contra la pared. El techo se derrumbó sobre mí, enterrándome viva. Pensaron que había muerto, pero resurgí entre los escombros. Caelus, preocupado solo por Livia, me despreció y ordenó a sus hombres que me golpearan. Mi poder de curación me había abandonado, la desesperación agotó mi esencia. Sin embargo, en el instante en que el puño de Marcus iba a impactar mi rostro, una cálida energía dorada surgió de mi pecho. El guardián, mi esposo, no se había ido; de alguna manera, todavía estaba conmigo. Sané a Marcus con su energía, supe que debía reconstruir a mi guardián. "No te amo. No lo he hecho en mucho, mucho tiempo." "Yo ya tengo un esposo. Y todo lo que hago, lo hago por él." La furia de Caelus fue absoluta al escucharme.
Me Abandona y Elige La Despreciada
GavinEl aire en la habitación olía a muerte, y yo, Isabella, prometida de Miguel y nuera del gran Don Fernando, esperaba el inminente final del Patriarca. En ese momento de solemnidad, Miguel, mi prometido, irrumpió con una urgencia febril. Ignorándome por completo, se arrodilló ante su padre, pálido y moribundo, para soltar una bomba: "Quiero romper mi compromiso con Isabella. ¡Amo a otra mujer, La Luna, y me casaré con ella!" La declaración me dejó helada, con el rostro sin color, mientras los hombres se miraban incómodos. Miguel, con una rabia desbordada, se giró hacia mí y, agarrándome bruscamente del brazo, me abofeteó sin piedad. El eco brutal de la bofetada resonó en la habitación, dejando mi mejilla ardiendo con una marca roja. Pero no lloré; solo lo miré con un frío y profundo desprecio. "Algún día te arrepentirás de esto, Miguel", le dije, con una calma que lo era todo menos tranquila. "No por mí. Por ti." Don Fernando, con la furia renovada, le preguntó si repudiaba a la hija del General Ramírez, pilar de su imperio. Miguel, con una arrogancia infantil, insistió: "El Halcón es el pasado. La Luna es el futuro. ¡Si no me dejas casarme con ella, renuncio a todo! ¡Construiré mi propio imperio!" Fue entonces cuando La Luna, una charlatana disfrazada de mística, apareció y confesó su "fórmula" para una droga, que Isabella, con calma y brillantez, desenmascaró públicamente como una receta básica y defectuosa de pasta base. La humillación de Miguel y La Luna fue absoluta. Don Fernando, con su último aliento de autoridad, desheredó a Miguel frente a todos. Miguel, ciego de rabia, se lanzó a atacar a su padre, pero los guardias lo detuvieron a tiempo. "No lo mate, Don Fernando", intervine, con voz tranquila pero firme. "Exílielo. Matar a su primogénito traerá mala suerte y división. Un heredero humillado es solo un cobarde." Mi suegro, con una sonrisa amarga, nombró a Carlos, su hijo menor, como posible sucesor y se preparó para sellar su nueva voluntad. Pero la historia se repitió de la forma más cruel: La Luna intentó asesinar a Don Fernando, revelando un ciclo de traición que el Patriarca conocía bien. Justo antes de morir, Don Fernando me legó su anillo, el símbolo de su poder, y con él, el destino de toda la familia. Con su último suspiro, el Patriarca exhaló, dejando un silencio ensordecedor. Miguel, aún en shock por la muerte de su padre, se proclamó el nuevo jefe, pero yo, con la sabiduría del viejo Don Fernando y el anillo en mi dedo, lo detuve. Con voz tranquila y autoridad innegable, saqué la última voluntad del Patriarca y lo desheredé formalmente. "No, no lo eres," le dije, mi voz resonando en la sala. Los guardias, uno a uno, se arrodillaron ante mí. Ordené que Miguel y La Luna fueran exiliados al desierto, despojados de todo. "No los mataré. La muerte es una salida demasiado fácil." Miguel pataleó y maldijo, pero fue arrastrado fuera. Con el sol naciente tiñendo el cielo, me erigí como la nueva líder, la Reina Halcón, sobre los escombros de la traición y la tragedia, lista para forjar un nuevo imperio.
LA MARCA DE LA BESTIA
MAINUMBYEn una noche de luna llena, el Alfa se encuentra con el "Alma Gemela" del Rey Vampiro. A partir de esa noche, las Manadas se ven amenazadas por una tragedia inminente que acecha en cada esquina. El Alfa, por su parte, se ve envuelto en una capa de secretos, cuyas pistas deberá descubrir para desentrañar los misterios que rodean su vida. La tensión y la incertidumbre se apoderan de la escena, dejando a las Manadas con su destino en juego.
La Guardía de Infierno
GavinEl aire del Mictlán era frío, como siempre, pero el calor de la desesperación quemaba más. El portal de regreso, nuestra única esperanza, se encogía a cada segundo. La Catrina, mi novia, se paraba firme, bloqueando el camino. "No. Él vendrá. Le prometí que lo esperaría", dijo, refiriéndose a El Charro. La desesperación se convirtió en furia mientras mi cuerpo empezaba a deshilacharse. La amaba, el recuerdo de ese amor, pero la supervivencia era más fuerte. La golpeé en la nuca, un golpe seco y preciso. La arrastré conmigo a través del portal justo cuando se cerraba. De vuelta en el Mictlán, la observé despertar, furiosa, pero eventualmente pareció aceptar. Años de paz pasaron en mi mansión, nuestras almas fortalecidas. Yo estaba a punto de ascender, de convertirme en Cacique del Inframundo. Pero en medio de la ceremonia, el ataque de las Almas en Pena llegó. Y dirigiendo a la turba, estaba ella, La Catrina. Su rostro, cubierto de odio puro, me gritó: "¡Si no hubieras sido tan egoísta, El Charro no se habría desvanecido! ¡Tú lo mataste!". "¡Ahora ve y acompáñalo en su perdición!". Mi alma fue desgarrada, el dolor y la traición absolutos. Mi último pensamiento fue una furia que quemaba más que el fuego del infierno. Y entonces, desperté. Con el mismo olor a cempasúchil y tierra mojada. El mismo portal tembloroso y las mismas Almas en Pena. Y frente a mí, La Catrina, bloqueando el paso, con la misma expresión terca. "No. Él vendrá. Le prometí que lo esperaría". Había vuelto. Al día en que todo se fue al demonio. Pero esta vez, no habría golpe rápido ni escape. Esta vez, los iba a destruir. A los dos.
