NTO DE
ucía
l flautista
a Zi
tura ocupa una parte importante en su vida. Amante de la psicología y de las distopías, aprendió a escribir en
n, Ale
ían pequeñas hipotecas de insectos en sus troncos y pájaros cantores en sus ramas. Los campos daban de pastar a sus ganados y el r
pio fueron unas pocas, pero después, alimentadas por la basura que dejaban los aldeanos, comenzaron a construir árboles genealógicos enteros. Vivían en los huecos de las paredes, tan apretadas que aumentaron el efecto aislante en invierno. Ocuparon las al
antidad de presas que no perseguían a ninguna. En sus pequeños cerebros no cabía la posibilid
reunió a toda la población e
a nuestros niños hasta la muerte. -Y entonces, alzó la voz-. Un servicio antiplagas obligaría a desaloja
ntemente, con una flauta colgada de la espalda
Esta noche no quedará ni
dejando a los hombres con el ceño fruncido de desco
guió al extranjero con intriga. Se congregaron las ratas alrededor de la cruz de piedra que había en su centro, en cuyo montículo estaba subido el flautista, y se apoyaron en las patas trase
ratas! -voceó
una, enfadada. El flautista s
bienvenidos, ratas y r
mos -replicó la marea
o aquí porque vuestros vecinos, los humanos, se han reun
saques? -gritó
Hamelín. P
laza como si la tierra tembla
lta de respeto!
o a las espaldas... -murmur
melo a la cara, me cago en sus
ma -pidió e
a, con un deje amenazante en el hocico y una mu
ta-. Bastante tiene Alemania con haber provo
eron repetidas v
a, alguien
Richard. Los humanos tien
lgas, los mosquitos y los caracoles, que transmiten enfermedades pa' parar un tren! Que si malaria, que si dengue, enfermedá' del sueño, fiebre
que transmitís enfermedades
ron las patas a la
..! ¡Oy, oy, oy! ¡Ya estamos c
hocientos años! To' la vida igual, hermano. ¡Est
en enfermedades a nosotras -comenzó a decir o
escúchala!
ios! Que han ocupao to' los campos para plantar cosas que solo ellos pueden comerse, que usan el agua del río y la devuelven de un color que da más asco que un bocata de pelos -Alzó las patas-. Y claro, ¿qué hacemos nosotra
s! -Aplaudieron
-la cogió por el hombro su m
do hubiera terremotos, en las minas pa' detectar el gas, circuito pa' acá
orque no os quieren aquí -replicó e
rte esto que nos e
muy afligida-.
ntó su compañera, bajando la voz-. Que si olemos mal, que si h
me
a la suya y no digo ná', que está
gustan más l
tú a
to que el flautista fue incapaz de oír na
qué vais a hacer?
, ir
e se vayan ellos -espetó otra rata, frunciendo el ceño-.
ento del bolsillo que le había dad
e Hamelín se
preguntaron a los ratones que vivían ahí antes
aron un car
ozo de país, como los judí
ue luego se monta u
s ojos con las patas, a
nos echan de
mo los mapuch
do Colón lleg
rata con el pelo l
stre. Si nos quedásemos aquí tendríamos que limpiarla y e
mbién e
a antes de ponerse a lim
os vam
mos, no
a alzó el ded
no nos echan, no
arduzca. Rápidamente tomaron las calles del pueblo y volvieron a sus escondrijos y galerí
ño -se ofreci
ión a la salida del pueblo. Los aldeanos se subieron a los bordillos y a los bancos con re
ron saber, cuando el fla
ondió y se encogió de homb
bordes. Caminaban despacio debido al tamaño de sus patitas, pero al ser tantas, habían ocupado el camino durante dos kilómetros de largo y lo habían
de dos hectáreas que los humanos no habían podido deforestar debido a la abundancia de piedras y obstáculos silvestres. Los animalitos lle
iendo el campamento, cuando volvió
as son pobres y más aún para mantener a un inmigrante como usted, que viene
ra sacar a las ratas. Ve
calde-, a eso viene,
beneficiarme de las ayudas sin trabajar?
es artista, o sea que a usted le importa un
melín como un alma negra, marchitando los geranios con su enfado y
olvió al campo de refugiados de las ratas y les ex
-. Que nos echen a nosotras que somos diferentes tiene un pase, pero q
uestión de
la ONU. El flautista se fro
para que se le reconozca el trabajo que hace? Que yo también
r -respondió una rata mote
aló otra-. Es lo que le suele pasar a l
ejantes ejemplos a seguir... -se lamentó una madre con
eían que vosotras hacíais enfermar a los niños, pero os habéis i
idad de basura que dejan en las calles, en el río y en los campos de cult
ron entr
tampoco tiene la cu
tranjera-. Son los que se llevan la peor p
l ser más bajitos, están más cerca del
Es por e
y pandillera-. Si se quedan allí, acabarán por convertirse en adultos ponzoñosos, egoístas y destructores.
y animales -se emocionó otra
ir metro setenta y nosotras tr
a su medida mientras nosotras les buscamos comida. Luego aprenderán a cu
ión fue
guetos, ni de segregación racial, ¿eh? Nada de baños para ra
madas, con enorme motivación
uí a los niños -recordó el flau
egunta...
n se le oc
uedan apreciar, que estén demasiado ocup
ugirió alguie
señaló-. ¿No eras tú flautista?
ta al burrito que formaba parte del grupo de los músicos de Bremen. Y también a un perro callejero que no te
ron, dibujando un
y aquí y mañana v
ado con su flauta. Cuando llegó allí, los ciudadanos ni siquiera le mi
ecibió la atención de los viandantes y se dispuso a surfear por el aire como si tuviera vida propia. Animada, la
s arrugando los labios en una mueca infe
d se vieron golpeados por el desconcierto de no entender y
. Es ese instrumento -respondí
ve para NADA? -mur
está en ninguna e
tra parte, los niños se acercaron al flautista con una enorme sonrisa de admiración y sellaron el pacto irrevocable de regalarle su tiempo libre, inconsciente y poderosamente. Los bebés alzaro
os, movidos por ese contagioso sentimiento de creación que llaman ins
e música en la boca! -se decí
arle con silbidos. Los que no sabían se empeñaban en soplar hasta que se quedaban sin aire, y a
cleo suave donde los estímulos movieran realmente el corazón, desaprendiendo para poder aprender, los jóvenes ciudadanos de Hamelín se levanta
titos de júbilo y llevando a los más pequeños en brazos para que no se quedaran atrás. Era un misterio
les acogió un silencio frío y turbador. Parecían cervatillos que acabab
minúsculas sonrisas y millone
do aquí para libraros del oscuro futuro que os espera en una ciudad contaminada y llena de
á con Hamelín
rirán de pena y desaparecerán. Selección
de menos a
padres se han interesado por lo que hac
n ocupados t
-respondió-. ¿L
má, en realidad también están dentro de un ciclo de trabajo obrero basado en el cuidado de los miembros de la familia y en las tareas del hogar q
le quedaron
respondió el niño, en
sistió otra ratilla-. Esta es la
llegada de la luna, encendieron una hoguera para asar ortigas silvestres, dientes de león y cangrejos de río. Después de cenar, el flautista tocó su instrument
currucaron entre las ratas para darse calor. Algunos bebés humanos eran prácticamente
ad que antes consumían comida, agua y prendas de vestir. Luego se dieron cuenta de que
ltos tienen que buscar un gimnasio para tener la excusa de correr porque
l corazón. Sospechando que era el flautista quien se los había quitado, emprendi
s los recibieron con mala ca
urló alguien, con el ceño fruncido-. Creo que tenemos un problema de plagas e
, que se ve que necesitan
a ver qué sucedía y permanecier
s hijos, canallas! -gri
nos estáis haciendo daño, porque nos estáis contagiando enferm
s pochos y el agua con un sabor raro
sques, y cuando sea mayor o tenga
que han venido mis
ar lo que ensuciábamos porque la naturaleza nos daba los recursos gratis, sin pedir nada a camb
endamente egoísta y antropoc
odos a Hamelín y limpiaremos el paraje con vuestra ayuda, ratas, que seréis
guardar la tienda que se t
nces? Los roedo
n realidá'. Está inclinao y las a
que creo que me he
sta. Una vez llegaron y se las invitó a unas buenas gachas para entrar en calor, las rat
ilizantes químicos y los pesticidas, nadaron por el río para encontrar los puntos de vertidos contaminantes y recorrieron las alcantaril
r las placas de amianto, dejaron de usar fertilizante, sellaron los puntos de vertido al río y desbloquearon las alcantarillas que tenían b
más tiempo para el trabajo y para sus hijos y, por lo tanto, salieron de la pobreza y tuvieron la oportunidad de cambiar sus malos hábitos. Con
ntidad que le debía y organizó el Hameln Flaut Fes
rque atrajo a otros ciudadanos del lugar y juntó la música con
i
flautista
a las ratas fuera del pueblo y las ahoga en el río Weser, librando a Hamelín del problema. Cuando vuelve para cobrar su recompensa, los aldeanos deciden no pagarle y el músico decide llevarse a los niños con su misteriosa
los niños de Hamelín murieron a causa de alguna enfermedad, ahogados e
ratas de la ciudad para que se vea que todo problema tiene más de una versión y que no