y y
encia
sé lanzar las flechas certeras contra las bestias feroces y los feroces enemigos. [...] Conténtate co
dad. ¿Quién sería el emisor de tan despectivas palabras? ¿Quién las habría recibido? Se preguntaba constantemente, cada que en la última fase del
ndría tiempo para analizar tales preguntas, ese sueño se había convertido en propietario absoluto de todas sus noches, así que daba por hecho que a la siguiente volvería a visitarla, ella pensaba que a lo mejor se trataba de una videncia premonitori
posible, Polly nunca había sido una chica de exagerada preocupación por el aspecto físico, siempre destacó por su naturalidad, aunque era una mujer preciosa de facciones finamente delicadas; tez blanca y amelocotonada, provista de unos pómulos pronunciados y labios constituidos de un carnoso carmín, cabellera larga y dorada, mientras en sus cuencas encajaban unos diáfanos ojos azules, tan cristalinamente azules como el océano que rodeaba a la isla flotante de Delos, la misma isla que antaño vio nacer al predecesor de su dinastía familiar; el mismísimo di
pie y de ese modo también ahorraba en gastos innecesarios de transporte mientras ejercitaba el corazón con cardio, el corazón, su pobre corazón roto justo a la mitad desde que su melliza Ámbar descendió por mano p
, su compañero de trabajo cua
ar que le obsequiaba una de esas so
ra impoluta que insinuaba inocencia. Todo su ser resultaba ser una exquisita combinación de macizo cuerpo como de
ojo. Aquello ya se había convertido en un hábito. La misma pregunta y la misma resp
e con ella. -replicó Karl mientras le devolvía el guiño (cosa que tambié
orma tan suspicaz que parecía escondiese algo y tratase de ocultar mínima evidencia en sus
de su rutina, por darle un momento de paz a sus pensamientos. Karl en definitiva amaba de verdad a Apolonia, a su Polly y con honestidad deseaba su bien y sabía que, dentro de las c
cada al adoquinado que recubría el suelo sobre el que estaban parados. -Será mejor que vaya
-Otro día espero se dé, deseo compartir un momento ameno contigo, fuera d
ó Polly, calmando así al muchacho. -Prometo hacerlo cuando salga
nos hoyuelos enmarcando su hermosa sonrisa. - Pero dime algo; ¿Ocurre algo más allá de ello? ¿Puedo ayudarte en alguna cosa? -preguntó a la
indaga repitente en mi cabeza. No quiero que tengas esa cara de intranquilidad, no deseo qu
a. -Sabes que puedes decirme lo que sea, que pase lo que
io. -Y si, estoy segura. -apretó su mano. -Todo est
mirada, sus ojos verdes irradiaban
eres por mí. -expresó la jov
ellos de esmeraldas expuestas a la luz del sol. - Estaré disponible siempre para ti, es decir, p
edad porque llegasen a su fin las ocho horas de trabajo. Cuando el reloj marcó la hora de salida, como
jo en la salid
rgonzado por creer que recibiría
ó directamente al par de esmeraldas
as mejillas tibias y rojas, intentando mantener el contacto
enado Karl. - Te prometo que saldremos y te confesaré esa parte de mi vida que ateso
más, soltó su mano y se marchó. Karl quedó atónito y dubitativo, acariciaba la mejilla besada por Polly, mient
este seguía con insistencia los pasos de su amiga, la afluencia de personas le obstaculizó la persecució
lemente Polly al taxista, aunque su
testó el taxista, devolviendo la c
urante "La Fortune"
lle? -indagó
e mismo, el que queda en el muelle
ly recibió varias llamadas que rechazó mandándoles directamente a
ueda hacerme cambiar de opinión. -sentenció una enojada Po
sin antes colocarse unos lentes de sol para tapar sus ojos y cubrirse la dorada cabellera con una pañoleta. Agradeció a