gar en el que vivo. No salgo mucho, pero sí me gusta caminar, ahora, ya con los años los huesos en mi cue
emente migajas de galleta. Los pajaritos son bien queridos y cuidados aquí. Todos creen que ellos vie
dra y media, no es que tampoco sea lo más fácil del mundo. No puedo tra
tal vez. Este barrio ha visto la manera en la que he estado creciendo
pueblo no es relativamente pequeño, pero tampoco se asemeja a una cuidad
s y maestras. Un director que es joven y jóvenes adolescentes llenos de horm
días do
a y pantalón de tela formal, esperando en
o, pues en la otra tengo el bastóque me salga de este pueblo, pero tengo tantos recuerdos aquí, tantas carcajadas en los quioscos de la esquina, tantos baches que desde hace años he visto como s
uando pasan por el frente de mi casa mientras yo descanso sobre una hamaca para
r las historias de una anciana que aún prepa
il. Por lo que he decidido guardar mis memorias
o miedo de
años, cuando era pequeña y no sabía afrontar los pr
o viejo que encontré una vez
llevarme al doctor y a decirme que me llevarían a la cuidad para vivir con mi hijo mayor, Román. Él ya tiene su familia y sus hijos, po
tan grande y olvidarme de estas calles que me vi
tantería el cuaderno al que podía siquiera acaso llamar
eltas, vam
primera n
que empezó todo. recu
a en la que trabajaba por las tardes y salía alrededor de las siete de la noche,
itaria de las calles. porque eso era algo que me encantaba, la soledad, el silencio. Pero que no se malinterprete, porque
itas algo
y atrevida para que se
El chico no respondía. porque sí, era un chico, era uno que traía una chaqueta negra de cuero y unos pantalones Jean azules desg
-esta vez mi voz so
chaqueta negra, con tanta calma que me abrumaba, mis señales de alarma se encendieron rápidamente. Era solo un trozo de papel. Nada más. Me lo ofreció, dudosa lo acepté y caminé lo más rápido
s extraño -hab
-
a jarra de café, mamá se fue a su habitación a descan
r de persona, porque lo era, porque le nacía hacerlo. Cada día, mamá saludaba a casi todo el pueblo con sus caminatas matutinas, mamá era una persona trabajadora, p
tardes con sus amigas de la misma edad. Claro, siempre cotilleaban de los chismes del pueblo, con solo un poco de pudor y buen semblante, además de hablar severamente de l
unos bizcochos a conversar, hasta de su juventud. Po
staba
e son hijas justamente de esas cuatro s
aquellas cuatro mujeres que se juntan en el patio de
a hacer deberes o conversar de cualquier cosa, lo bueno es que
chaqueta, pues estaba el papel de aquel chico de ojos
idado, y me di
o la certeza de quererte, pero
Estoy co
ma mi madre- ¿Y
el café y se lo llevo a mi madre para que ce
me recuesto sobre ella y cuando miro ha
jos az
reacciona ya-me
y salgo a la calle para
está en la esqu
finiti
joven y no se da
acerca y me sujeta la mano. Sin decir ni una sola palabra. Escri
do estés en
s, es ronca
te a mi boca y me dedi
evo, con una mueca de fastidio plasmada en mi rostr
¿Dónde
ue me regaló una carta hace pocas horas
unos dulces mamá-alcé la
pagas todas las lu
noches y me entré
bía escrito algo con un
ik
allí. Pero si mi madre ve que me he pintado el nombr
godón, remuevo la tinta del
-
chico? ¿Dón