¡No! ¡Y mi
l día de largarme de aquí, eso quiere decir que no lo veré sino hasta dentro de un año. De todas fo
ntrar en pánico, mi mente creó miles de escenarios diferentes, pero, ninguno termi
ien. Y por la manera en que se estaba haciendo cada vez más fuerte, en cualquier momento él llegaría hasta nosotras. Pero, no me quedé para descubrir con q
aba preparada para eso,
o lo haría. En lo único que podía pensar era en lo decepcionado que estaría él al descubrir que yo era su pareja y, sí, sé muy bien qu
cabeza; ese era el único sitio donde podía sentarme a
era la b
rsona que me había tratado como a un ser humano real, si alguien podía notarlo, éramos casi la misma persona, aunque ella era mucho más hermosa. Sabí
piso en un rincón en el fondo, leyendo su libro favorito: 'Ma
ntre nosotras. Ella seguía usando sus anteojos, pero ya no los necesitaría al cumplir los dieciséis, lo cual e
mbién en el piso, al verme, cerró su li
isa en su rostro. Suspiré, mientras apoyaba mi cabeza sobre el librero, ocasionando
o que Cristina pensaba acerca de las parejas. Ella siempre había querido una
gritó con euforia, pero se tuvo que controlar e
cuerpo se estremeció al notar que su sonrisa se había esfumado. Sin embargo, me de
e te vas a mudar?", preguntó, mientras colocaba su
n a este colegio querrían ser mi pareja, ¿qué dice que él sería diferente
cando que tenía un nuevo mensaje, lo saqué suspirando, y ab
nos iremos temprano, así que, estamo
con mi pareja hoy. Me giré hacia mi amiga y le expliqué lo que decía el mensaje, de inmediat
nté que era hora de irme y, en respuesta, me abrazó. Una sonrisa apareció en mi rostro cuando me abrazó con tanta fuerza y me decía cuán
cuando
errar la puerta, quería correr, pero ya era demasiado
bía la identidad de mi pareja, por ello, no quería levantar la mirada. Mi cuerpo me desafió y
lfa, Santia
as las personas, eres tú!". No podía negar que cada palabra que él escupía,
elular comenzó a vibrar, sabía que eran mis hermano, y eso me ponía nerviosa. Nadie debería hacerlos esperar, sabí
por sorpresa y, por un segundo, pude ver una ráfaga de dolor atravesar sus ojos per
¿Cómo es que no estás molesta? ¡Dime!", gritó, comenzando a aplast
grité, para luego apartarlo de mí. No puedo explicar de dónde salía toda esa confianza, supongo que, simplemente, ya
bable era que lo había tomado por sorpresa. Comencé a alejarme de él, pero grité cua
preguntó, con evidente preocupación. ¿Por qué ten
eca poco a poco, era obvio que estaba distraído, y me aproveché de ello, me aparté
rno, dejando atrás a la persona que había convertido
rme en el dolor que mi loba y yo estábamos atravesando debido a aquel rechazo. Siempre supe que pas
que jamás permitiría que alguien nos lastimara así de nuevo. El camino a casa fue