uilidad de su mañana en el granero. El sol apenas comenzaba a calentar el aire, y él y
adas de Ricardo eran breves y al punto, relacionadas con algún asunto familiar o social, p
z teñida de una preocupación inusual que Lucas rara vez había escuchado
e heno, intrigado por el cambio
su hermana solían referirse a su madre por su nombre, ya que cuando era
su hija... Maya. Es una buena chica, brillante, pero está un poco perdida, digamos. Su padre quiere que aprenda a valerse por sí misma, que conozca el valor del trabajo y la realidad de la vid
universidad. Él tendría unos veinte o veintiún años, y su hermana Sofía, dieciséis. Sofía había sido invitada a pasar unos días con su mejor amiga,
abios. Tenía una nariz fina y facciones delicadas que prometían una belleza deslumbrante al crecer. Era hermosa, de una forma que le había llamado la atención incluso entonces, en un momento en que la brecha de edad de cuatro o cinco años parecía abismal. La había observado desde la distancia, fascinado por su energía y la forma en que se reía, inconsciente del efec
e lo sacó bruscam
a joven. -¿Una "niña rica" en mi granja, papá? ¿Estás bromeando? ¿Sabes el tipo de vida que lleva esa gente? Aquí se trabaja duro, hay barro, anim
que está desesperado, y me ha hecho este favor como amigo. Cree que es la única manera de que Maya cambie. Me pidió que intercediera contigo. Sé que es una mo
ímite, en medio de sus vacas y campos de cultivo le parecía una situación sacada de una comedia de enredos, o peor aún, de una pesadilla para ambos. Sin embargo, no podía ignorar la
ajará como cualquier otro empleado. Sin excepciones. No habrá tratos especiales, ni horarios flexibles, ni servicio de hab
z de triunfo apenas disimulado-. Le informaré a Enrique. Vendrá pronto. Prepárate para el hur
ros, el mugido lejano de las vacas, el olor a tierra fresca... ¿cómo reaccionaría una "niña de ciudad" a todo eso? Negó con la