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do, Ricardo, le había regalado el relicario de mi abu
dio una bofetada qu
ón a Carmen por haberla molestado. El estrés y su violencia provocaron qu
eve. Estaba demasiado ocupado consolando a la mu
fui y nunca
ida y una pastelería exitosa, apareció en mi
mis pies, suplicando un perdó
ítu
forma en que pendía, como un secreto íntimo ahora expuesto abiertamente, lo que desgarró seis años de mi devoción como un cuchillo sin filo. Mis manos temblaban mientras llevaba el pay de manzana con c
familiar que de repente se sintió extraña. Mi corazón, un soldado leal en su
na manera demasiado relajada para un hombre que acababa de destrozar mi mundo
conocible. Dejé el pay sobre la pulida mesa del comedor,
os, ahora tenían un destello de algo que no pude
armen. Ya sabes, su ex otra v
olvió el
arm
ileando los dedos con impacie
. También hubo algo de drama en la o
n como lija en mi garganta. Observé su rostro, buscando u
ó de verdad, y su mirada p
tuación. Y algunas otras cosas. Es
elicario parecía pulsar con una l
onido pesado
sta noche? Ha sido un día largo
licario, Ricardo. Se suponía que ese
ro se e
detalle. Carmen lo necesita
tó la res
ia. La que perteneció a mi abuela. La q
ojos en
diamantes de verdad. ¿Cuánto quieres? Ponle precio. -hizo un g
! ¡No puedes ponerle un precio a nosotros! -
áscara fría y dura que borraba años de risas y sueños compartidos-. No hay "nosotros" cuando
se tambaleó-. ¿Esta noch
o grueso de billetes apareció como por arte de magia. Los arrojó sobre la mesa-. Toma.
o confeti burlón. Mi visión s
echando?
armen la próxima vez que la veas. Realmente la molestas
arró su abrigo y se
as calmado. O cuando C
atravesó el abdomen y mis piernas se doblaron. Me aferré a la mesa del comedor, el borde clavándose en mis costillas. La habitación se tambaleó. Miré hacia abajo y una mancha roja y oscura floreció en el blan

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