mi bata de seda, la tela aferrán
par en par, un destello de sorpresa, lue
una dulzura artificial.
mirada recorriendo mi traje sas
é a su lado. Cada paso era d
ndo su teléfono. Levantó la vista, sus ojos en
te, luego a Casandra. Su
es esto, un disfraz? ¿Intentas hacer
, César. -Mi voz era
r qué estás usando mi bata? ¿
-Elena, no seas dramática. Se quedó a d
y, ¿estás lista para tus vacaciones en Los C
-¡Oh, sí! ¡No puedo esperar! ¿Y la "Ope
e preocupes, cariño. Elena lo entenderá. -Me miró, una sonrisa condescendiente en
podía escuchar el eco de sus pal
a de mi bolso. La coloqué suaveme
les del
puerta principal. El metal frío
La voz de César era agud
odavía en el pomo. -
or. -No puedes irte, Elena. No tienes
mujeres necesitan un hombre para sentirse completas. No todas somos así. -Me
ar ya estaba sirviendo un tazón de sopa para C
zón. Lo empujó hacia mí sin
de. -Quédense con ella. Los dos. -Mi
ciar las palabras que no
violento. El tazón de sopa

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