img El Engaño De Mi Propia Sangre  /  Capítulo 5 | 50.00%
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Historia

Capítulo 5

Palabras:1151    |    Actualizado en: Hoy, a las 14:25

ela

io, pero sus ojos aún tenían ese brillo que una vez creí era amor. Ahora, solo veía un reflejo de su obsesi

rme. Su abrazo, antes un refugio, ahora se sentía

do mi maleta con el ceño fruncido. "Pensé qu

sas", mentí, mi voz tranqui

iste sola del hospital?". Su tono era de re

os", respondí, evitando su mirada. Quería que se diera cuenta d

a. Entró en la habitación, apoyada en un bastón de caña que no neces

a esta... esta mujer!", exclamó, con un tono teatral. "¿No te das cuenta del peligro en el que la pones? E

estómago. La misma mujer que había orquestado todo e

z suave, intentando calmarla. "No digas to

me lanzó una mirada de desprecio. "Siempre lo

to como antes. Porque ahora sabía la verdad. Ahora sabía que la verdadera cu

tes había sentido. Era un monstruo envue

nterpuso ent

. Estás cansada. Ne

brazo con una fuerza sorprendente. "No quiero ir sola a esa habitac

il que, para mi sorpresa, funcionó

cupes. Te quedarás aquí. En nues

detuvo. ¿Qué dijo?

. La rabia burbujeaba en mi interior, pero l

a. "Verónica necesita cuidados especiales. Y aquí estará más cómoda

ojos, vi la victoria. La humillación. Esperaba u

stro se mantuvo inexpresivo. M

ranquila. "Verónica es de la familia. Es lo m

se tambaleó por un instante. Rodrigo me miró con una expresi

o que intentaba ser dulce, pero que apenas di

palabras de esa m

e invitados para la señorita Verónica. Asegúrense de que tenga todo lo que necesite. Cojine

omo si yo no estuviera allí. Como si mi propia recuperación no importara. Mi corazón se enc

necesidades. Era una intimidad que yo nunca había compartido con él. Un c

que me había ocultado la profundidad de su relación con mi herm

ción", dije, mi voz aún tran

to, mis pasos firmes. Abrí mi maleta y empecé a empacar frenét

el sonido de la puerta se

voz suave. "Te ves a

Me tendió un vaso de agua con un

esto. Y acuéstate.

dando para que mi vientre de alquiler pudiera seguir funcionando para su am

la pastilla y el agua, mi mirada fija

acariciando mi frente. "No quiero que t

te. Para

rmaneció impasible. Estaba a punto de desaparecer. Y él ni

quería romper todo a mi alrededor, pero el nudo en mi garganta era demasiado fuerte. Sentía la urgencia de huir, de correr, de desaparecer en la noche. Mis ojos se posaron en la maleta a

ven

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