vista d
iel estuviera marcada
La tela estaba arrugada. Igual que mi matrimonio. Igual que
ia entre nosotros. El aire en el c
fingida. Parecía un venado atrapado por los faros de un coche, si ese venado estuviera
roto -murm
bía arrastrado a todos los especialistas de Suiza. La mujer que había soportado cientos d
, forzando mi voz a permanecer f
uda. Se cubrió la boca al instante,
olo tengo que mirar a un hombre y me embarazo. Mis hijos
elos. Era asco. Se estaba burlando de lo único que no podía
enojara. Esperaba que defendi
irando a mí. La est
una adoración hambrienta y desesperada. La miraba como si fuer
or favor -
entre nosotras. Como si yo fuera la
am
ilidad mientras exhibes a tu amante en mi casa? ¿Mientras deja
la de Dami
la niñera. Y es una buena madr
, pero sus palabras golpea
para encubrirlo. Después de haberle mentido a mi padre, diciéndole al Don que yo era la que no podí
uense
el esfuerzo por contener la violen
Fuera de
Fue un sonido
ana. Me lo gané. Soy el Jefe de Cirugía. Tú no eres más q
ndra. Entrelazó sus de
s a ninguna
u hombro. Era una mirada de triunfo. Pensó que había gan
o de nada. Ni de esta casa. Ni de su trabaj
Y estaba a punt
stal allí. Un regalo de bodas del Capo de las fa
lev
ián se abrieron
a -dijo. Dio un paso atrás
labra. No tení
al otro lado d
ó contra la pared a centímetros de la cabeza de Damián. Los
brirse la cara. Pero no se cubrió a sí m
l vidrio
un rojo brillante contra su piel pálida. No revisó su
guntó frenéticamen
con pu
Eres igual que tu pad
los restos del jarrón. Vi la
corazón se conv

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