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rada de mi propia lápida cuan
Clau
jado desangrándome en una zanja porque no quería l
ana", me había dicho por
dejó caer sus flores de plástico
ro si... te
ían enter
la pérdida de una hija "atormentada" a la que en realidad habían desech
rmó rápidamente en esa furia a
r mi muerte para
ma por hacer pasar a la
on la intención de arrastrarme de vuel
escupió. "Nos debe
tió un er
De la Garza, la chica blanda que llo
o que esperaba junto a la acera,
o pudieran rozar mi abrigo, una
más temido de Monterrey, s
rró Colin, su voz una promesa de v
error le robaba el colo
e los muertos para
a enterrarl
ítu
Richar
nscripción en mi propia lápida cuando un
o que me había abandonado para que me d
helado bajo mis d
o más cara que cualquier cosa que mi padre
Ivana De
da
da He
nas con una pintura dorada que se burlaba de
asi c
ias, llorando a una chica que habían desechado como un ju
s enormes le
pulida mostraba a una mu
frágil y desesperada que lloraba
tel de Monterrey. Estaba casada con un hombre cuyo nombre hacía que los hombres hechos
scu
era f
cuchillo oxidado r
ejé que el silencio se ala
a tierra húmeda mezclado con el aro
e y dese
uelta, Claudio Greene dejó c
ástico golpeó el césped
ro se d
que me abandonó entre los restos del coc
cabello estaba domado con ge
van
como si estuviera
olor de la ceniza. "Tú
nes hundiéndose ligeramente en e
nmuté.
o lento y constante que Coli
dije, mi voz suave y desprovist
pida. "Lo di
un traspié
ctar el recuerdo de la chica ensangrentada que aban
antó con la palabr
cabeza bruscamente. "Enterraron
es de plástic
do en una gasolinera. Ni siquiera muer
udio", dije, quitando una mota de polv
asmas no viste

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