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azotando el documento s
estaba pidiendo un favor. Me estaba ordenando que entregara mi Esenci
ré. Mi cuerpo ya temblaba por el ven
ró con esos ojos ámba
e ella es la futura Luna y tú no eres nada. Fí
nza, firmé mi sen
bisturí de plata tocó mi pi
autopsia que la ciru
taban licuados por un envene
encia primaria ya había sido robada cinco años atrás; arra
en la morgue, destroz
a a morir para salvar al monstruo que
o se clavó una daga de plata en su propio cora
arrodillándose ante mí en el reino d
había visto pudrirme
-d
espalda p
ítu
de Z
a en el delgado colchón, mi cuerpo temblando no por la corrien
ón
r por la carne. Mi loba, que alguna vez fue una cosa dorada y vibrante en mi mente, estaba en silencio. Estaba hecha
a chocó contra el yeso con una violen
ntada sobre mí. Era el Alfa de la Manada Luna de Plata, el depredador en la cima de la cadena alimenticia. Solía ol
ue una petición; fue una vibr
mojados. El veneno me había consumido demasiado.
no pued
cosas planas y muertas. No veía a una compañera.
jando la voz a ese aterrador regist
har; era gravedad pura. Mi cuerpo me traicionó, ignorando a mi cerebro y mi dolor. Mis músculos se movieron espasmódicamente, m
umento sobre
rma
encabezado en negrita era lo suficientemente cla
o un bisturí-. Su cuerpo está rechazando los tratamiento
riñones, la batería para transformarse y sanar. Sinencontrar los suyos-. Si le doy mi
burlona, un sonido
do celosa de Laila porque ella es la genio, la futura Luna, y t
mi pecho donde el ardor era un infierno-.
barde egoísta. Firma el papel, Zora. O te a
zón tar
Qu
adiendo mi espacio personal-. Te rechazaré como mi compañera
tu compañero marcar a tu hermana -la arquitecta de tu ruina- era un infierno
n la puerta. No miró mi piel gris ni
loj-. Laila tiene dolor. Cada segundo que este p
la voz ahogada-.
lo una dramática. No tienes lobo, Zora. No tienes propósit
uí. No había piedad. Había aguantado cinco años, esperando que la verdad saliera a la l
do débil y final. *Déjalo ir*,
. Si firmaba, moriría en la mesa de operaciones. Pero al menos moriría como la compañe
mi nombre
del Comando del Alfa desapareció. Me desplomé de nuevo en
mano. En cambio, su expresión se suavizó, pero no por m
ñeros me permitía escuchar sus pensamientos, incluso si él bloqueaba
ura para mí.
endo, seguido por mi p
-ladró mi padre, sin siquiera mirar
siquiera po
rrastrándome hacia arriba, miré a mi familia. Ya se estaban
avo cumpleaños. La noche en que Laila me había encadenado con plata y me había abierto como un pa
ue ella era la prodigio. Pensa
a terminar lo

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