embre. En
a. Breck
enzi
frescura. La chimenea todavía está encendida, o eso creo, porque el aire alrededor d
a desde las cortinas de la cabaña. Por supuesto, es el reflejo
intento de este por salir a flote a
ro que noto es el silencio
lo que pasó anoche no
necesario, hasta que recordé el sofá cama que hay en esta cabaña. Después de una pequeña discusión en la que él me dejó hablando sola, se fue hacia ese sofá para acost
ay un reguero de almohadas tan típico de é
stuvo
rca como para que nuestros cuer
ndo cuando eso pasó y simplemente me limité a ignorar mi sueño, c
en mis sueños, no pude engañarme a mí misma y cedí. Lo dejé quedarse, porque en mi subconsciente eso
no sabe diferenciar entre la
ueño, ni loca lo dejo meterse en la cama. Ahora él debe estar regodeándose en el
madrugador empedernido, incluso en vacaciones, incluso después de discusiones, incluso cuando
ue hoy será un día largo. Paso una mano por mi rostro, apartando el cabello que se me pegó
e acomoda naturalmente en el espacio que él acaba de
a obtener claridad-. No vayas por ese camino, ya cerraste esa pue
ño. No pienso, solo actúo en automático, aprovechando estos minutos sola donde solo
e que me hace detenerme, la ducha está encendida y él está
agua cayendo sobre su espalda, recorriendo la
e hecho, porque no voy a negar que él es el hombre al
oso. Aunque legalmente lo siga siend
ariciado y besado infinitas veces. El pecho firme, el abdomen definido, la espalda amplia qu
us ojos. Porque
ier
os se curvan apenas, porque le divierte encontrarme aquí, pegada al
n una sonrisa que me hace q
ando como si no estuviera desnudo en el maldito baño. O peor, como si yo no fuera la m
inclinando la cabeza y dejando que el agua res
cruzo de brazos, porque no sé qué más hacer con ellos-.
n un gesto que al inst
encio de la ducha se vuelve ensordecedor-. Y por pensar, te quedaste ahí, ci
enciende hasta las orejas-. Fue shock. Fue sorpresa, Killiam.
recioso que me obstina, porque ya no soporto esa sonri
o, como si esta conversación absurda no lo afectara en nada, c
n dejar de sacudir su cabello oscuro, un paso, dos-. N
días han sido un martirio, y me refiero a más de los siete que han pasado desde que le pedí e
favor, Mackenz
e de mí y ese miembro semiduro que tanto m
re
ver... esto -le señalo vagamente con
Lo que no debería hacerme nad
onmigo. Calma las
pensé que se sintiera raro, hace poco más de una sema
n la mano levantada, antes de
mos superado la etapa de "ay, qué pudor" -cont
ue eres! -gruño, insistiendo en algo que ya sabía que él iba a
dura al maldito, po
onrisa ladeada-. Solo es un cue
, y el calor que
. No le des gusto
jo-. Y deja de sonreír
unta, inclinándos
de demonio enmarañado se marca un poco más. Da un paso más y queda muy c
e hablar más fuerte sería admit
de hombros, su s
parada justo aquí -responde, extendie
respiración se contiene por un instante, me quedo inmóvil, atrapada entre él y
etira. Se inclina más y pone su
to sentir... -Su voz baja un tono, a ese que siempr
la voz más aguda de lo que m
r qué estás roja como un adorno de Navidad y respirando como
le empujo el pecho con la punta de los dedos par
uesto. M
unto exacto donde mis
sa-. Te juro que si me mirabas un segundo más, ibas a retractarte de lo qu
tándolo por fin cuando se hace a
rodeándome para salir del baño y colgándose la toalla alrededor d
table -susurr
esa maldita sonrisa torcida-. Tú estás tem
e, pegada a la pared, tratando de recuperar el aliento
me juró su amor eterno
le

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