n una fortaleza de su culpa compartida y mi condena silenciosa. Los medios, sin embargo, no fueron tan fáciles de aplacar. La histor
éroe; era el hombre que había sacrificado a su esposa. Fabiola ya no era la damisela en apuros; era la
s puertas cerradas de su habitación, el sonido de algo rom
lizadora, pero tensa. "Lo ar
de mirarme a los ojos. "La junta está pidiendo mi renuncia", dijo, su
n. Una conferencia de prensa. Diles que todo fue un malentendido. Que fuiste
ente al mundo y los absolviera de sus pecados, que me pinta
frío vacío. Vi los engranajes girando en su cabeza, el cálculo egoísta.
edes pedirle que haga esto. Es mi culpa. Yo hablaré públicamente, les diré todo...". Sus palabras eran una mentira,
a atraía en un abrazo protector. "No te lo permitir
silenciosa. No era una persona para él, sino una d
o hirviendo a fuego lento dentro de mí comenzó a cristaliza
e, mi voz sorpre
to por mi fácil cumpl
"Pero con un
jo, el alivio in
a de la Torre De la Torre. Quiero que el mundo esté mirando". Necesitab
lvar su reputación que no vio la trampa que le estaba te
teros y equipos de cámara de todas las principales cadenas se empujaban por una posición.
ió Javier al mar de micrófonos. "Confirmará que está sana y salva, y que los eventos de esa noch
lo de molestia cruzando
o vestida para una conferencia de prensa, sino con simples jeans y un sué
hasta una oscuridad impenetrable, se detuvo sile
iaron a recogerme, doblaba la esquina,
ensa, sino hacia el aeropuerto, hacia una nueva vida. Dejaba a Javier para que enfrenta

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