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Historia
El adiós número noventa y nueve

El adiós número noventa y nueve

Autor: Gavin
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Capítulo 1

Palabras:1776    |    Actualizado en: 28/10/2025

tro futuro perfectamente trazado para el Tec de Monterrey. Pero en nuestro último año, se enamoró de una chica nueva, Catalina

la. Javi se lanzó sin dudarlo un segundo. Pasó nadando justo a mi lado mientras yo

sus amigos, volteó a verme, con el cuerpo tembland

dijo, su voz tan fría como el a

izo añicos. Fui a casa, abrí mi laptop y di

sino a la NYU, al

ítu

ana

que Javier Lira me rompió

iados en el mismo aliento desde que éramos niños construyendo fuertes en su patio. Éramos novios de la infancia, el mariscal de campo y la bailarina, un cliché andante de la realeza de la prep

mar de Cancún en un día despejado. Era su forma de moverse, una confianza casual que rozaba la arrogancia, como si el mundo fuera suyo para

a cicatriz sobre su ceja era de una caída de su bicicleta cuando tenía siete años, y él sabía que la melodía que yo tarareaba cuando estaba nerviosa era de una canción de c

último año, el map

es e inocentes y una historia para cada ocasión. Era hermosa de una manera

esta escuela -le había dicho, con voz seria-. Catalina es nueva aquí, le está costando tr

dejándose caer en mi cama y hundiendo la cara en mis almohad

sando mis dedos por su cabello-. Te

ngenu

"se perdía" de camino a la biblioteca. Luego llegaba tarde a nuestras citas para co

ración de su "deber". Me rodeaba con sus brazos, me besaba la

go se convirtieron en encogimientos de hombros indiferentes. Su teléfono vibraba con el nombre de

blaba y mis manos estaban sudorosas. -Ya no puedo

sus ojos llenos de un pánico que no había visto desde que teníamos quince años y pensó que me h

c

levar a Catalina a una "emergencia familiar" que resultó ser una bolsa o

promesas y recuerdos de nuestro pasado compartido. Me recordó nuestro

e

enazas, una vez nacidas del dolor genuino, se convirtieron en súplicas vacías. Y Javi, aprendió. Aprendi

un berrinche infantil. -Eli, relájate -decía, con tono aburrido, mientras le enviaba m

lo había hecho.

dejando un sabor amargo y persistente en mi boca. Pero esta, la nonagésima no

rca azul brillante que reflejaba las luces colgantes. Catalina, con un vestido ridículament

cruzó su mirada con la mía. No había disculpa en su

gua fría fue un shock, mi vestido se volvió pesado al instante, hundiéndome. Chapoteé, tratando de encont

lado. Rodeó a Catalina con sus brazos, llevándola al borde de la

ores de sus amigos, volteó a verme, con el

dijo, su voz tan fría como el a

por mis mejillas en ríos negros. Me quedé allí, goteando y humillada, mient

las miradas de lástima y burla de nu

vacía mientras caminaba a casa

a solo otro giro en nuestra vieja y cansada danza. Proba

una vez, y lo vi riendo, con su brazo

abía aferrado durante años, finalmente se hizo polvo. No f

ésima no

a una ce

Fui directamente a mi laptop, mis dedos moviéndose con una claridad que se sentía extraña. Abrí el portal

tado de mi solicitud, mi carta de aceptación brillando

bía estado atormentando, de repente se sintió como una señal del universo. Querían que

ic en e

onfirmación. "Bienvenida

a repentina película de lágrimas. Pero no eran lágrimas de de

nube. Me desetiqueté de años de fotos en las redes sociales. Quité los retratos enmarcados de

año, el ramillete seco de nuestra primera graduación, el pequeño relicario de plata con nuestras iniciale

de lo que debería. Contenía

abía ganado en una feria cuando teníamos diez años. Lo sostuve por

os junto a la alberca. Tu

la caja y la cerré

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