ando lo vi más tarde esa noche. Estaba sentado e
que te dejé? -pregunté, m
ó débi
r a que me hicieran u
procedimiento invasivo, todo porque no quería molestar a Carla rechazando la comid
l dorso de mi mano rozó el borde afilado de la mesa de centro, raspando la piel. Una delgada línea de sangre brotó. Fue un
apoyó en mí, descansando su cabeza en mi
sienes -murmuró-.
Él suspiró, su cuerpo relajándose contra el mío. Por un momento, fue como
a no anhelaba esta cercanía. No sen
regular. Con cuidado, lo recosté contra los
gunda mirada, sal
o todo el incidente. Me encontró empaca
do? -preguntó, con
o -dije s
ocesar la fin
ene una pequeña inauguración de su galería de fo
é fija
or
uí. Quiero asegurarme de que tenga una buena asistencia, hacerla sent
enar un asiento y hacer que su exnovia pa
a última noche.
te en su rostro mientras lo presentaba a todos. Él se veía orgulloso, disfrutando de su gloria re
í, con una copa de
malicia-. Es mío. Siempre fue mío. Tú sol
No quedaba n
charla educada. Una voluta de humo salió de una habitación trase
billo, un dolor agudo y punzante subiendo por
ros de distancia. Nuestras miradas se
ó, empujando contra la marea d
voz cruda de terror-
humo. La levantó en sus brazos y la llevó hacia la sa
desplomada contra la pared, con el rostr
a insoportable. Intenté ponerme de pie, pero la pierna no soportaba mi peso. Me hundí en
Javier e Isaías estaban sentados
s paramédicos te trajeron y le llamamos. Dijo que estaba ocupado asegurándose
con la cabez
za. Este no es el h
ier, sus ojos suplicantes-. P
llo. Una fractura limpi
-susurré-
se abrió de golpe. Mateo estaba allí, co
ligrosamente tranquila-.