vista de
te su Reina. Es una señal de reverencia máxima, un reconocimiento de que ella es el
el día de nuestra boda, un símbolo de su lealtad eterna.
a parte de él que se irritaba bajo el peso de la tra
de abajo, lo veía ro
ndero de piedra, no por mí
omo si lo estuvieran desgarrando lenta y metódicamente en dos, e
aparté del balcón, con la
amenazaba con escapar.
ahuyentar el dolor helado en mi pecho. Fui a los establo
un espíritu tan salvaje como el mío. Era un desafío, una fuerz
y obstáculos. Lo presioné con fuerza, cada vez más rápido, el viento
bamos perfectamente sincronizados, una sola entidad de músculo
s, algo s
jó. Había sido cortada, un tajo limpio
ilos cortados. Caí al suelo con fuerza, un destello cegador d
salvajemente por la pista, sus poderos
o lejos. Todavía estaba con ella, de espaldas a
esgarró de mi garganta, un s
nte llamó s
o embistiendo erráticamente. En un borrón de movimiento, estuvo allí, una mano tranquilizadora
ridad me envolviera fue el blanco pur
fueron un borrón de dolo
tuvo allí
ó en las largas y silenciosas horas de la noche. S
nte lo había asustado. Quizás se dio cuenta de lo que podía perder. Quizás
ía calidez
ante. Podía ver la diferencia entre la ferviente devoción que le daba a Ángela y el deber superficial que estaba cum
de voces susurrantes fuera de mi habi
baja y tensa-. Una advertencia era una cosa. Esto
re se m
. Las riendas solo debían romperse, desequilibrarla. Una advertencia par
aire en mis pulmones
voto -continuó Marco, su voz teñida de resentimi
Las paredes parecían deformarse
un ac
n cas
a una tapadera. No había corrido a mi lado para
tro de mí murió, sus cenizas conv
stante comparado con la agonía que desgarraba mi alma.