Isab
oleo de recuerdos, cada fotografía en la pared una nueva puñalada de dolor. Dante estaba a mi lado,
sus ojos seguían a Valentina mientras miraba los viejos retratos de mi padre. La pregunta estaba teñida de sospe
culo extraño", resp
ercó, su expresión
de la familia. Siento mucho tu pérdida". Dirigió su mirad
tan amarga que
en la máscara perfecta de un
sposa es mi mundo.
misma, y dejé que las mentiras me inundaran. Esta casa no era solo el lugar donde mi padr
pequeño y exclusivo restaurante italiano en Polanco, un lugar que los Montenegro habían poseído dur
a con una sacudida nauseabunda de que las historias que Dante me había contado sobre su infancia, las anécdotas que pensé que eran piezas especiales e ín
ía a Dante desde que era un ni
untó, luego sonrió a Valentina. "¿Y para la señori
jo Valentina, sonr
recordado su plato favorito durante más de una década
crédito, pareció
no has
hacia mí, su atención una o
ieres, c
dije en voz baja. "Mi estóm
o con esa fals
omer, por el
n joven y nervioso ayudante de mesero, con las manos temblorosas, tropezó. Una s
racción de segundo. U
, sino hacia Valentina. Lanzó su cuerpo frente al de ella, protegiéndola por comp
dé exp
e impactante. Grité, retirando el brazo, mirando con incredulidad
a pendiente de Valentina, sus ma
, Lena? ¿Te
inal violento. Luego, sus ojos se posaron en mí. No era una mirada de preocupación. Era de
tonta esperanza murieron. Me dejaría quemar para mantenerla
des de mi visión se oscurecieron. Lo último que vi antes de desmayarme fue el rostro de Dante,
voces. Estaba en una habitación de hospital. Dante y Vale
a de ojos am
nas quemaduras de segundo grado bastante fe
istazo a
do el shock...". Su voz se apagó, su expresión se tornó de profunda simpatía
pendidas en el aire, una
ortunidad, la excusa perfecta y desgarr
rmera, mis ojo
. Todavía no. El shock... no puedo soportar que lo sepa aho
ojos llenos de piedad por
to, querida
, lejos de la ciudad. Lejos de él. Y él, consumido por un destello de culpa, me dejaría ir. Nunca sabría q