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Historia

Capítulo 4

Palabras:1026    |    Actualizado en: 10/10/2025

Isab

oleo de recuerdos, cada fotografía en la pared una nueva puñalada de dolor. Dante estaba a mi lado,

sus ojos seguían a Valentina mientras miraba los viejos retratos de mi padre. La pregunta estaba teñida de sospe

culo extraño", resp

ercó, su expresión

de la familia. Siento mucho tu pérdida". Dirigió su mirad

tan amarga que

en la máscara perfecta de un

sposa es mi mundo.

misma, y dejé que las mentiras me inundaran. Esta casa no era solo el lugar donde mi padr

pequeño y exclusivo restaurante italiano en Polanco, un lugar que los Montenegro habían poseído dur

a con una sacudida nauseabunda de que las historias que Dante me había contado sobre su infancia, las anécdotas que pensé que eran piezas especiales e ín

ía a Dante desde que era un ni

untó, luego sonrió a Valentina. "¿Y para la señori

jo Valentina, sonr

recordado su plato favorito durante más de una década

crédito, pareció

no has

hacia mí, su atención una o

ieres, c

dije en voz baja. "Mi estóm

o con esa fals

omer, por el

n joven y nervioso ayudante de mesero, con las manos temblorosas, tropezó. Una s

racción de segundo. U

, sino hacia Valentina. Lanzó su cuerpo frente al de ella, protegiéndola por comp

dé exp

e impactante. Grité, retirando el brazo, mirando con incredulidad

a pendiente de Valentina, sus ma

, Lena? ¿Te

inal violento. Luego, sus ojos se posaron en mí. No era una mirada de preocupación. Era de

tonta esperanza murieron. Me dejaría quemar para mantenerla

des de mi visión se oscurecieron. Lo último que vi antes de desmayarme fue el rostro de Dante,

voces. Estaba en una habitación de hospital. Dante y Vale

a de ojos am

nas quemaduras de segundo grado bastante fe

istazo a

do el shock...". Su voz se apagó, su expresión se tornó de profunda simpatía

pendidas en el aire, una

ortunidad, la excusa perfecta y desgarr

rmera, mis ojo

. Todavía no. El shock... no puedo soportar que lo sepa aho

ojos llenos de piedad por

to, querida

, lejos de la ciudad. Lejos de él. Y él, consumido por un destello de culpa, me dejaría ir. Nunca sabría q

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