vertí en el rey de la Bolsa Mexicana. Le enseñé todo, le di un
Escuché la voz que yo misma había moldeado llamarme su "
ue solo el
e construimos en memoria de nuestra hija que nació muerta, Esperanza. Estaba co
cara: "Quizá si no hubieras estado tan obsesio
uestra historia, incluyendo a nuestra hija muerta. Creyó que podía
é. Después de todo, es importante darle a un hombre un dí
ítu
llevaba doce años
recordaba cada v
una cantina de mala muerte en la colonia D
y sin un peso, peleando en combates clandesti
ecía un anima
s ojos, no solo de comida,
salv
indo
del tipo que podría dominar el mundo financie
e se l
s deudas y le dio
destripar una empresa para vende
dió r
a un niño prodigio de los fondos de inversión, e
s grande
ra ma
so en s
legó Kiara
lmente, con un rostro perfeccionado a base de bistu
ara, del brazo de Isaías, la había mirado de arri
, con la voz goteando una falsa reverencia-. I
n insulto cuidad
ando a Gloria en la tranquila soledad de su oficina
llí, sostenien
char esto -dijo, con una
ionó
ación. La voz de
vez cómo
suave y familiar. La voz
de una risa grave-. Mi hermosa,
ás? -insi
ieja que se cree mi dueña p
cada palabra un corte
, de su patético sentimentalism
un mausol
nmutarse, su rostro
dado un mundo con el que solo podía soñar
de la jaula, pero había olvidado
n terminó, Kiara p
es mío
plemente miró más allá d
do por dos hombres de seguridad. Llev
jo Gloria, con voz calm
to en el suelo y
aías, un caballo por el que había pagado millones de pes
agudo y feo que resonó
a oficina se a
ido de furia. Tenía una pistola en la
ctamente al co
a perra!
tola. Se encontró con sus ojos
al otro lado de la calle apuntándo
endo, pero é
ó, su voz un murmullo grave-. ¿Es este
era el chico que encontró en el callejón, pero to
ligroso. Pulido por el diner
masiado lej
drama, Isaías
intió l
, y los ojos de Isaías
ado de la sala de estar, donde una sección
estaba
aire, sujeta a un sistema de poleas, c
ó, su voz delgad
do, congelado, mientras la polea la bajaba lentame
e manera conversacional-, ella cae tres metros. El suelo es d
Kiara, su rímel corriendo
mente hacia Gloria, sus ojos ardiend
voy a
a pistola
de Gloria se materializaron desde las sombras del penthou
repitaba
, pero su mirada nunc
una sola mano
as armas
on las armas pero
ncia entre ellos en tres zancadas rápidas, sus movimientos fluidos e
so resonó en la si
yó al suelo c
agonía, y se derrumbó de rodil
de arriba, su expr
ó, su voz desprovist
el sudor perlando su frente, su r
r favor. Ella no tiene
-lo corrigió Gloria con calma-.
a salvo al suelo. Se liberó del arnés y co
rayéndola hacia sí, susurrando pa
intió una extraña s
eco d
a abraz
les dijeron que su hija, Es
silenciosa habitación del hospital, sus brazos
n la voz quebrada por las lágrimas-.
to del bebé. Incluso había comprado un pequeño caballito de madera
odas las demás, aho
do a Gloria con un dedo tembloroso-. ¡Isaías me lo dijo!
suspendidas en el aire
voz áspera. Sabía que esa era la ú
forma de absolver su propia culpa por no haber estado
rato en Dubái. Un trato que e
de nuevo, un sonido t
con dificultad, levant
su pecho como si
de darse la vuelta para irse, sus
de esto por el