olor sordo y palpitante en la pierna. La
yudarme. Solo obser
spaldas de Elliott aparecieron. Pe
ó de un tirón. El movimiento provocó una nueva
e sacáramos de aquí", gruñó el
ejón oscuro. Mi pierna lesionada se arrastraba contra el pavimento áspero
o me hubiera raspado la rodilla. En una ocasión me cargó un kilómetro hasta el coche tr
era más que un r
o. Me desplomé contra el asiento, con el cuerpo
al. El olor a antiséptico era penetrarte y limpio.
do mucha sangre. Tienes suerte. El doctor dijo que el
vos y preguntó: "¿Quieres que lla
iendo un sabor amargo en la boca.
tación se abrió, y m
rado, con la cara dese
a la enfermera por completo. No me preguntó c
da era
muñeca", dijo en un tono bajo y
respondí con voz déb
. Eres celosa y vengativa. No sopor
ciert
ostro a centímetros del mío. "Irás a su habi
ía amado durante toda mi vida se había esfumado por completo
temblando pero firme. "Ella es quien debería disculp
revas a decir algo malo de ella. Ni siquiera eres digna de pronunc
ostro no era nada comparado
dijo: "Te disculparás por tu c
uardaespaldas que lo habían
ancó la aguja del brazo. La sangre comenzó
uando mi pierna herida soportó mi peso. Sentía que
ón de Katarina. Ella estaba sentada en su cama, con la muñeca envuelta e
frente a su cama. El frío y duro suelo de linól
Elliott en un
la visión borrosa a causa de
daría e