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Historia

Capítulo 4

Palabras:1202    |    Actualizado en: 22/08/2025

licía, exponer a Brenda como el monstruo que era. Pero Brenda fue más ráp

es que vas? -

ontra la ornamentada barandilla de la escalera. El impacto

renda cambió. Su rostro se ar

lo hagas! -chilló, su voz

de Alana, Brenda se abofe

e! -gritó, con los ojos desor

Brenda soltó su brazo y se arrojó hacia atrás, cayendo dra

en lo alto de las escaler

s, un borrón de movimiento vin

ren

rostro como una nube de tempestad. Ni siquiera miró a Alana. Levantó la mano y l

earse hacia atrás. Su mejilla ardí

, con los ojos en llamas-. ¿No pu

su lado, su rostro una máscara de pánico. No le dedicó una mirada mientras bajaba

ló en el liso mármol. El tiempo pareció ralentizarse mientras caía hacia a

ón se aclaró, el mundo estaba inclinado y borroso. P

o de su hermano-. Dijo... dijo que iba a venderme a e

nte elaborada para desencadenar sus miedos

-ordenó Andrés desde el pie de la e

ando en su cabello. Sangre. Pero el dolor físico no era nada. La frialdad que se extendía por ella

rse, pero se apoyó en un codo,

su voz un s

de ellos hacia donde Brenda estab

edallón en su cuello-. El medallón de mi m

Abrió la boca para hablar, un dest

burló, su rostro u

lastimarla. Ya he tenido suficiente.

nda, asintió sombríame

suaves consuelos a Brenda, ignorando por completo el hecho

n demasiado. Antes de que pudiera quitárselo, dos de los guardaespaldas de

se por la desesperación-. ¡Se van a arrepen

aron, sus espaldas un sólido muro de traición, deján

itar la cabeza. Su mejilla estaba hinchada y morada, y el corte en la parte posterior de su cabe

e por décima vez, con la voz ronca-. Contra B

ó. El abogado de la familia. No la m

entar cargos por falta de pruebas. De hecho, la señorita Kent est

nto sobre la mes

Suárez están dispuestos a ser mise

ó, su voz

s para que la envíen de vuelta a esa... aldea. Sienten que un poco más

plejo. Su infierno. Empezó a temblar, un temblor profu

ón -dijo ahogadamente,

delgada. Deslizó otro papel sobre la mes

'difamatorias' fueron el resultado de un delirio inducido por el trauma.

ra respirar. Era una elección entre su infierno personal y la hu

ormar las letras de su propio nombre. Una risa seca y amarga

nte engañados por una cara b

atravesó su piel, pero no lloró. El dolor era distante, sin import

o, reservando el primer vuelo fuera del país. A cualquier lugar. Tenía qu

cuando una camioneta negra frenó en seco frente a ella. Las pue

es de que pudier

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