con la dura luz del día. No tenía dinero, ni c
gué mu
l, me encontraron. Eran los mismos dos hombres del depar
-preguntó uno de ellos
por la cirugía. El dolor en mi c
el otro, su voz un gruñido bajo-. Dijo que nec
otaron detrás de mis ojos. Recordé la primera vez, el terror, la sensación de estar completamente indefensa. Habí
o. Mordí, arañé, luché con una fuer
con mi estómago, justo sobre mi incisión fresca. Grité,
irando de mi cabello para fo
pareciera un accidente.
e. Así es co
rido de neumáticos y e
! -gritó una voz,
mbre con un traje elegante y caro se dirigía hacia nosotros. Era
da nerviosa y luego salieron corrie
e arrodilló
a? -preguntó, su voz s
, esperando
un gesto tranquilizador-. Ya está a salvo.
pero cuidadoso. Me llevó a su coche, un el
ubiera dormido. La habitación era vasta y estaba llena
llón junto a la ventana, leyendo un ar
evo -dijo con una
y? -susurré,
acercó, entregándome un vaso de agua-. Soy el al
nada para mí. Mis padres
tía -dije,
ermana distanciada de su madre. Una magnate
nos de una extraña mezcla de
sto, pero falleció la semana
presas, un portafolio tan vasto que los números se desdibujaban en una incompr
unté, mirándolo-
ión endureciéndose-. La había estado vigilando desde l
a policía. Habían confesado todo, impli
e, una risa amarga escapando de mis labi
Héctor fue del
Usted, señorita Garza, ahora tiene el poder de quemar su mundo hasta l
re parpadeó dentro de mí. Por primera vez en mucho ti
era
policía la había llamado para interrogarla.
erra de Alaina llamó a la policía!
de otro día infructuoso de buscarme, sintió un cansancio famil
ersión-. Estoy seguro de que es solo una táctica d
ro. Esto se estaba volviendo molesto. Quizás era hora de esforz
e colgarle a su hermana-. Ya volverá. Siempre lo hacen. -Decidió darle un día más antes de en