ard en sus redes sociales. Los días que le quedaban antes de su partida se ago
ía y un aire gélido lo impregnaba todo. Fue a la coci
éfono vibró. Era un me
no volveremos a casa
os más: una cena a la luz de las velas, una sel
de los dedos mientras miraba las imágenes
acu
upo de sus compañeros de secundaria. Alguien la había etiquetado. Al e
nia, probablemente no regresaría al país c
vó el chat del g
or, Brendan Maynard, tam
a misma noche y organizó un equipo de búsqueda para encontrarte en la montaña. Dijo
la que se sentía segura y protegida. Pero ahora, esa calidez era co
a un lado y respondió
o ve
onsentía en todo. No sabían nada de la confesión que él había rechazado cuando ella tenía diecisiete a
ener ocho años y estaba de pie, tímida, junto a la fuente en
cuadros, la miraba con indiferencia. Luego, se daba la vue
rostro húmedo por las lágrimas
la desde el principio, quizá habría compre
o más difícil en este mundo no era carecer de algo, sin
aba en un rincón de la habitación, llena de recuerdos. Quedaban
recuerdos. Solo si se liberaba por completo
omó la pesada bolsa y
las escaleras, vio que Brendan
a en su mano. "¿Aún no han empezado la
y a vivir en la residencia de estudiantes, así que he
la pesada bolsa
rebató la bolsa de las manos y salió. La arrojó sin miramie
él le hubiera importado lo más mínimo, habría oído el tintineo de los
largo de los años, después de cruzar medio mundo para dárselos. Era
iró el contenedor. Mantení
ario que vivas en la residencia. Cuando empiecen la
ntar a su tutor del instituto, sabría que ella ni siquiera había solicitado plaza en las universidades locale
puesta en Chloie Ellis. El futuro
ce días. Una vez en California,
o la vuelta y subió las es
guntar en voz baja: "¿Jayde está mol
ciocho años. Debe aprender a ser independien
n la escalera y luego siguió
e haría ilusiones con el futuro. A partir de ahora, r