La lluvia había cesado por la mañana, y aunque el cielo seguía cubierto de nubes, la ciudad parecía respirar con un aire fresco que la invitaba a seguir explorando. Sin embargo, su me
i la ciudad hubiera estado esperando su decisión, las calles la guiaron hacia una pequeña galería de arte que se encontraba en una esquina tranquila. Algo en la vitrina la ll
aminó lentamente, admirando las fotografías, algunas en blanco y negro, otras llenas de color, pero todas ellas transmitían una intimidad q
voz familiar la s
la noche anterior, su corazón dio un pequeño salto. Thomas,
l mismo tiempo, no le extrañaba que él estuviera allí. Todo en él pare
ella. - Pero las imágenes que capturan a las p
e sus pensamientos y su arte se conectaban de una manera similar. De repente, el ambiente de la galería, tan t
apartar la vista de la imagen del niño. - Captur
como si también estuviera esp
dijo él, pensativo. - La fotografía, como la lluvia
bía algo en él que la hacía sentir que no solo lo conocía en este
ia él. Había algo en la forma en que las gotas se reflejaban en las imágenes, en la
mirando las fotos como si fuer
Como cuando caminamos por la ciudad, te da una nueva perspectiva. - Sus ojos se encontraron con los de Clara, y por un momento, e
hizo sentir como si hubiera tocado una parte de ella misma que había estado dormida por mucho tiempo. De repente, se dio cuenta d
palabras. - La lluvia te obliga a mirar de cerc
satisfecho co
un tono que no era invasivo, sino curioso, como si
aba acostumbrada a que alguien la mirara con tanta intensida
e todavía tengo algo que decir. He estado callada mucho tiempo. Y ahora, aquí,
o un paso hacia ella. El gesto fue tan natural, tan senc
risa, mientras sus ojos se suavizaban. - Pero esta vez, sin prisas, solo.
levar, a soltarse de la rigidez de sus propios pensamientos. No necesitaba más pal
ndo que su corazón ya sabía lo q
la salida de la galería. Mientras caminaban juntos por las calles de París, Clara no podía evitar pensar que este encuentro casual con Thomas, este desconoc