cálido. Había un dolor sordo y
os en un incendio en la fiesta de un amigo. El humo era espeso,
a! -había gritado por encim
zado sobre mí, recibiendo el golpe en la espalda.
l hospital, con la espalda cubierta de vendas, me había mi
enamoré. El hombre que me pro
éndome al presente. El hombre que me protegería de una viga en lla
tación de hospital. El olor a ant
a, con la cabeza entre las manos. Le
voz embargada por la em
s, pero estaban envuel
Oh, qué bien, ya despertó. Su esposo ha estad
is signo
jo-. El señor Córdova la sacó a usted
a? -pregunté,
. Anabel. La sacó a ella primero y lu
a ella
golpe físico. En un momento de vida o muerte,
corazón destrozado s
i voz era peligrosamente tranqui
ió. La enfermera p
. La señora Córdova, Anabel, estuvo aquí antes. Acaba d
vaso de agua. Se hizo añicos en el suelo. La enfe
mi cabeza. Lo recordé todo. La grúa saboteada. La car
dola a el
s ojos frío
Andrés? -pregunté-.
a -dijo, su voz suplican
mi mano vend
-dije s
do su rostro. Pensó que había esquivado la bala. No se dio cuenta de qu
je, cerrando los o
algo andaba mal, fundamentalmente mal. Empezó
olo giré mi cara
n pronto como se fue, mis ojos se abrieron
ón estab
manos vendadas. Envié un mensaje al a
lista para prese
otro mensa
matrimonio. El real. Andrés
tas llegaro
o*, del
Ya lo tengo.
digital de un certificado de matrimonio. Expedido hacía siete años. Lo
. Nuestra boda, la hermosa ceremonia, los votos que
a otra mujer.
y roto. Creía saber lo que era el dolor. Estaba
e único y condenatorio hecho. Siete años. Mi precaución era una broma. Mi vida era una broma.
s gritando en protesta. No me importaba. Me pu
ue enfr
ono. Caminé directamente hacia él y le puse mi teléfono en l
n una rabia que era aterradora en su intensida
desvaneció de su rostro. Me miró, con
puedo ex
O, bueno, supongo que no puedo, ¿verdad?
léfono y marqué e
Casio. Ven
ó. Me arrancó el teléfono de las manos y lo estrelló co
este lado de él. Su rostro era una máscar
un gruñido bajo-. Eres mía
é de zafarme, pero era demasiado fuerte. Me arrastró fuera
se movió. Probablemente pensaro
ro. Se subió al lado del conductor y se volvió ha
oz peligrosamente suave-. Te voy a ense
tra casa, sino hacia el nuevo estudio. Ha
había amado se había ido. En su lugar hab