me proporcionaba hasta que comenzara oficialmente. Así que encontré un trabajo en una p
o recibí un abono de transporte. Sofía se iba de compras a Europa; yo trabajaba a tiempo parcial para comprar
grasienta cuando la campanilla de la puerta sonó. No
a Ma
el elaboradamente decorado. Una sola
do -dijo, su voz suave-.
olor a coco me daba náuseas. Era el aroma
empresa, yo había vendido en secreto un valioso cuadro que mi abuela me había dejado -lo único de verdadero valor que poseía- e invertí anónimamente el dinero en su proyecto. Fue el capit
te -dije, m
ua sucia de los platos, mis manos agrietadas. Su rostro e
strador. Lo miré, el remolino perfecto d
endo al fregadero. Era un pequeño re
o el tenso silencio. Su ex
está en el techo? -siseó a
n el rost
en la mansión. A
ensión. Pero todo lo que sentí fue
ías ir
divi
Mar
etí, mi
dejando el patético pastelito
a forma de alejarlo de mí y llevarlo de vuelta a ella. Era un juego qu