sa de mármol frente a un montón de sobras, mientras tu marido se d
ía frente a ella en ese momento. Alguna vez creyó que su esposo al menos recordaría su deber en
un ventanal que iba del suelo al techo. Con la mujer
e la trataba con una expresión fría y seria. Sabía que nuestro matrimonio no había comenzado con amor, sino c
erables mujeres soñaban con un dulce romance con el heredero perfecto de Laberinto, pero él se casó joven. Y lo que fascinaba aún más a las mujeres era qu
table para construir una imagen de confianza hacia el exterior, sin embargo, cuando estaban solos, no se molestaba en mirarla
foto y su prime
no podía sentir amor por ella. Sin embargo, todo lo que hacía falta era una sonrisa o una lá
u matrimonio enfrentaría desafíos desde que Gustavo, el abuelo de Franklin, falleció, pero no esperaba que fuera tan pronto. Frankl
darse solo en el an
u teléfono celular, y por el tono largo y mezquino, Juli
an a Franklin a dejarme, ¡ahora el anciano se ha ido y nadie estará de
o como señora Arnaud, porq
rgiversar la verdad tan descaradamente? Ella nunca obligó a Franklin a romper con Camilla y fue la propia Camilla quien
en ella, pero hasta el último momento, él todavía creía que Julianna era la única que podía traerle felicidad a Franklin. A Julianna le resultaba difícil decirle que no a este amable anciano. Gustavo er
aje de texto a su esposo. Estaba segura de
fuerza y lo que encontró fue su cara enojada. Franklin se acercó a ell
ra a tener sexo, lo había llamado solo porque quería hablar. Si estaban destina
esponder y, en cambio, comenzó a mordisquearle la oreja, chupando y
con voz entrecortada mie
ndo sus muñecas con una mano mientras la otra bajaba por su cuerpo, deteniéndose solo para pellizcar y jugar
ianna, incapaz
e ponía rígido. Pero, por supuesto, a Franklin no le importó, ya que continuó provocándola, aca
acumulaba dentro de ella, y pronto, bajo la guía de las hábiles
esar todo lo que había sucedido cuando sintió la dura longitud de Fran
ella, cerra
ntro palpitara. Enterró la cabeza en el hueco de su cuello, mordisqueando y chupando la p
para agarrar su cabello. Tiró de los suaves mecho
piel contra piel, los gemidos de Juli
acciones de Franklin, pero ahora, con su cálido cuerpo cubriendo el suyo y su gran circunferencia enterrada profundamente dentro d
, se sin
klin no volvió a casa por el mensaje de texto que ella le había enviado,
iernas alrededor de su cintura, atrayéndolo
y sus caderas
pretaron alrededor de su longitu
n la respiración entrecortada en la garganta
-gruñó Franklin, co
se inclinó y capturó sus labios en un beso, inflando
se tensara, sus ojos se cerraran con fuerza, sus
n no se
lvieron cada vez más frenéticos hasta que
e dio la vuelta, quedando ten
nados y el sonido de sus latidos cardíacos. Sin embargo, sus siguiente
anteniendo esta vergüenza matri