a de es
go. Ya habría elegido, habría cruzado la línea y lo habría dejado todo atrás. Pero no lo hace. Y no lo hace porque se ve
abra en una mentira disfrazada de verdad, cada ausencia en un vacío que me consume. Y aquí estoy, esperando, atrap
sta obligación, yo siempre seré la otra. Y esta
toy. Las dos y veintitrés de la mañana. Sentada en el sofá, con una vieja sudadera de la universidad, el pelo recogido en un moño torcido, el pintalabi
lizo WhatsApp como si fuera una abogada de guardia. En cierto modo, lo soy. La única
amaría "en cuanto sa
n su cama king size. Rebeca, su esposa, debe estar tumbada a mi lado, viendo el programa, preo
vuelvo a abrir. Es automático, como un trastorno obsesivo-compulsivo. Lo único que ha cambiado desde la
especial gourmet en la charcutería Cambuí. En aquel momento me pareció elegante. Aho
la puerta de la nevera, de lo rápido que la gi
sentido de la realidad cuando pierdo el mío, lo que me ha estado p
tás
bo despacio, como pa
desgr
Amo a esta mujer. La amo más que a este homb
reció,
. Es estilo. Es enc
sma de
dentros. Me conoc
mo una oferta de ropa. Parece que vale la pen
uy poéti
Marília."
a. No
Huele a suavizante y a soledad. Mi móvil reposa en mi regazo, pesado, cálido, casi una extensión de mi
produce una película: la primera noche con él. La primera sonrisa torcida. La
i siquiera sé dónde está Dubái. Pero me pareció sexy. Me miró como si fuera la primera mujer del planeta
perfil de Rebeca, claro. La sigo con una cuenta falsa que creé solo para eso. Ahí está: una foto suya hoy, en una gala. Vesti
mente. Ella sí compite. Aunque sea
una copa de vino espumoso en la mano, una sonrisa que reconozco. Esa sonrisa que desmonta cua
hacer esto. Deb
a bloq
debería,
ndo nada. Ni siquiera
de audio. Le doy al play y
estión es que si quisiera dejarlo todo, ya lo habría hecho. Tú lo sabes, yo lo sé, hasta el portero de tu edifici
Odio cuando
l sofá, con el móvil colgando de la mano, como una bomba de relojer
s colorido que brilla cuando aparece y se desvanece cua
bra. Contengo la r
lo
de una pizza ahora mismo. Aún más: lo quiero aquí, en lugar de pizza. ¿
de explicaciones. Me dirá que se le acabó la batería del móvil. Que est
reerle. Me convenceré de que soy especial. De que s
aún huele a su perfume. Aún siento el roce de su barba en el cuello.
independiente, una abogada con una foto sonriente en la página web del bufete. «Marília Marques, especia
mensaje. Ningún audio. Ninguna excusa cutre.
lo único que todavía me recuerda quién soy,
recuerdo de quién: «A veces nos hacemos daño poco a poco, solo para asegur
ue d
desap
que sí. Porque soy Marília Marques: abogada sénior, cont