incienso y cera llenaba el aire. Le dolía todo el cuerpo, pero el dolor
o a la cama. Su rostro mostraba alivio
ciada públicamente. A partir de ahora, Luna está muerta. Te quedarás aquí, en este conve
nada. Simplem
ión, debes renunciar a tod
esperaba fuera. La monja entró
le el c
gible con la joven que una vez fue. Cayeron al suelo, uno tras otro. Luego, la navaja fría raspó su cuero cabelludo, dejá
licas, ira. Pero no obtuvo nada. El rostro de Luna estaba en blanc
como dote", dijo, probándola. "Dice que, como
sesiones, no por su valor, sino por el princi
o quede",
calma, esta apatía, era más inquietante q
ñana empezará
ve. Luna se acurrucó en la delgada estera que
scanso no
de pie junto a ella, con una vela en la mano. Una gota de cera cali
ía, una sonrisa cruel en su rostro. "¿Creí
ra reaccionar, Sofía de
está atacando! ¡
n el suelo, temblando, y a Luna en la cama con la marca de la quem
erle daño!", rugió, yendo directamen
azó protectoramente. "Tranquila, ya
irada de puro desprecio antes de salir. D
l pequeño patio de su celda. Encontró algunas hierbas que reconoció, hierbas con propiedades calmant
Tenía que aprender a curar