vida era simple, llena de los juegos tontos que inventaba con mi hermano menor, Ricardo. Estábamos de vacaciones, una rara escapa
perseguía una lagartija
ña de ocho años, se inundó con cuarenta años de recuerdos, de una vida entera que no debería conocer. Vi mi propio cuerpo, pálido
o que había fermentado por décadas. "Arruinaste mi vida. Esa gente rica me iba a adoptar
l veneno que me dio, mezclado en un t
maneció. El sol de Jalisco seguía quemando mi piel. La lagartij
tro, una pareja le sonreía, le ofrecían un dulce. En mi vida anterior, en la que acabo de morir, corrí hacia ellos gritando.
unca me l
n destino de riqueza y lujo. Creyó ciegamente que esa pareja eran millonarios que lo habían elegido.
y el alma de una mujer de cuarenta que h
e asomaba por la ventana del coche. La mujer le dijo algo, y él asintió
or, me gritaba que corriera, que
e mí, la mujer que murió sola y t
ia. Ve
ndeza. Pues que lo tomara. Que descubriera p
gundo, se subió. No miró atrás. No me buscó. Ya se había olvidado de mí, de nuestros p
cerró con un
niña, sintió un va
víctima, sintió
ría gritos. No
de polvo en el camino de tierra. Empecé a caminar de regreso a la pequeña posada donde no
stino en la vida pasada, y
r el mío. Y en este nuevo camino,