e Oaxaca, decía que la
magnate de la Ciudad de México, para sanarlo de su silla de ruedas,
una frialdad y posesión desconocida regresaron, y a su lado, su hermana ad
vida que había creado con mi propio ser, con mis hijos converti
re cien "huevos" falsos, prometiendo cocinar el equivocado, una trampa
r hijo se extinguía en la sartén, su luz vital desapareciendo con un siseo doloroso; la
is creaciones, y la vida de mi segundo hijo se quemó ante mis ojos; el dolor se vol
do ser la estafadora, la bruja, mientras Mateo me obligaba a tragar el omelet hecho con
estros, y en ese instante, una conexión sobrenatural nos unió a Mateo y al último huev
u mente rota incapaz de aceptar la verdad, mientras mi hija, Itzel, crece a salvo e