uvo. ¿Mi abuelo? ¿Un
é a la sala de espera de terapia intensiva, toda mi familia estaba ahí. Y en
tío Jorge, señalándome
antes había visto. No dijo una palabra. Simplemente me golpeó. Un puñeta
"¡Mira lo que hiciste! ¡
ecuperar el aliento. Mateo intentó ayuda
metas!" ,
aría, que detendría a mi padre. Pero
"Tu abuelo vio tu publicación en internet. Vio esa cara. Y su
El dolor en mi estómago era agudo,
i voz rota. "¿Qué tiene de ma
a como si estuviera a punto de desmayarse. "¡Es una deshonra para esta familia! ¡Una mancha
nuevo como un arma, como una forma
endí, la confusión luchando contra el dolor y
re. "Hay órdenes que obedecer. Y desobedeciste. ¡
ebeló. La injusticia de todo aquello era demasiado grande. Me habían
los a todos. "No voy a borrar nada hasta qu
alabras por un segundo. L
ió mi padre, avanzan
enfermera salió d
l! Si no pueden comportarse, ten
ntes. Mi abuelo, el patriarca de la familia, apareció en la puerta de la sala, apoyado en su b
autoridad. "Este muchacho ya no es parte de la familia
sobre mí y me arrebató
pá!" , dijo, com
ojó al suelo, pisándolo una y otra vez con su zapato lustrado ha
vuelvas a buscar a esta familia nun
por los restos de mi teléfono y de mi vida. Mateo, que habí
Ricardo. Esta gen
ntarme y salimo
o volvía a la credencial de Isabella Mendoza. Ya no era un simple objeto perdido. Era una llave. Una
a convirtiendo en cenizas. Ya no sentía solo confusión y dolor.
uir. No ib
scubrir