y vivía en un penthouse de lujo en Polanco, pero un di
ado fue entregado a mi hermanastra Camila por mi padrastro, Ricardo Pérez. ¿La ra
ueño hijo Pedrito, se opuso a esta decisión. Me miraban con aprobac
di todo. Observé cómo mi madre, Elena, colmaba a Camila de atenciones, mientras yo, su
significante era yo para ellos? ¿Cómo podían ce
eguera me habían despojado de la carga del amor. Era hora del ac