juego, y menos con la familia de Ricardo. Un
al otro lado de la línea, una
segura,
vista perdida en la pare
tamente
ir algo más. No quería escuchar advertencia
de gran corazón, lo adoptó cuando él tenía dieciocho años y yo apenas ocho. Sus padres, amigo
n mi "tío", el herman
uentos antes de dormir. Su presencia era una con
ción infantil se transfo
rita. Llovía a cántaros y él me cubrió con su chamarra, rodeándome con su brazo para que no tuviera frío. Su olor, la calid
gamos a casa, empapad
impulsivo, pero é
ernos a escondidas, de llamadas a medianoche, de car
que sospechaban, inventé excusas para no tener novio. Vivía por y para él,
erta de mi habitación m
Da
ostro lleno de una angustia que,
mos que hablar," dij
de mi cama y tomó mis
e presionó, los amigos estaban molestando
aja de terciopelo
e de plata con un pequeño dije en forma de sol. "Para que
ían derretido mi corazón, ah
n objeto brillante y frío que re
i silencio, él pareció encontrar la respuest
usurró en mi oído. "Eres la ú
pero por primera vez, no sent