e la lluvia de pétalos dorados, de su beso en la sala del trono. Y, por supuesto, de comparaciones. Fotos de la hermosa Princesa Dulce junto a capturas d
hogada por sollozos que no podía contener. El dolor era físico, una presión en el pecho que me dificultaba respira
sitaba que me viera a mí, a Sofía, y me dijera a la cara que todo había sido una mentira. Quizás si veía que la "fea" del juego era su ilustradora, se
mento molestarlo fuera del horario laboral, pero ha surgido un problema urgente
iato. "Claro, Sofía. En la cafetería 'El R
ue me viera. Saqué un vestido azul que una amiga me había obligado a comprar, uno que resaltaba el color de mis ojos. Me maquillé con cuidado, algo que rara vez hacía, definiendo mis pestañas y añadiend
una extraña sensación de poder. Los hombres se giraban al pasar, las mujeres me mir
y me senté en una mesa junto a la ventana, esperando. Pasaron las 10:00. Las 10:15. Las 10:30
se sentía aún más profunda en el mundo real. Me levanté para irme, con
dos hombres me seguían. Al principio pensé que era mi paranoia, pero aceleraron el paso cuando yo lo hice
tanta prisa? ¿Por qué no te
erza. "Suéltenme", dije
. "No seas así, solo
icía se detuvo bruscamente a nuestro lado. Un oficial
uí?", preguntó, su voz
ato, murmurando excusas. "Nada, ofici
no le gusta su conversación. Le
damente. Me quedé allí, tembland
orita?", me preg
blar. Me sentía incr
e Héctor en el juego. Mi corazón dio un vuelco de espe
: "Me pregunto qué estará haciendo ahora la mascota fea jajaja". Debajo, el
mí en el juego. La crueldad no tenía límites. Miré al oficial de policía, un completo desconocido que me había mostrado más a