movían, pero su mente seguía atada a la suite, a la figura imponente de Naven Fort, a las cláusu
rastaban con el torbellino de emociones que giraba dentro de ella. Apenas unas horas atrás había tenido un examen. Su vida parecía avanzar por do
a descansaba. Respiró hondo antes de llamar. No quería
ina tenía una bata suave color lavanda, y
ndiendo los brazos-. ¡
rzó una
necesitaba un mome
apagados, casi sombríos- le decía que debía esperar. Así que simple
rajeron frambuesas fresca
está bien -respondió So
er nada, se sentó junto a ella, sus dedos entrelazados con l
ás segura de
la cabeza, pero
a teñirse de un ámbar suave, anunciando el atardecer. Fue entonces cuando el teléfono de
Di
eza para observarla. Catalina
¿Cómo qu
rgó. Sofía sintió
gracias -dijo C
el ceño fruncido. Giró
ida-. Dijeron que el compromiso ya no era necesario. Que no habrá matrimonio.
ue ese momento llegaría. Ya
las manos de su amiga ent
la miró f
é hi
respondió, bajando la
alina se abrier
é harías
s. Porque tú siempre has estado para mí. Porque eres como una h
n la cabeza, aún
le d
protegiera de ese compromiso. Y
raba con creci
diste a
ondo, contenien
casarm
mirando a su amiga, con los labios entreabiertos, como si las palabras
puedes... ¿Estás diciendo que tú... que tú a
a as
Harry. Él... es peligroso. Tú no h
una mano. Las lágrimas comenzar
ú tampoco deber
Sofía con suavidad-. Ya es
nzó a caminar por la habit
n. ¡Tiene fama de ser implacable! Las mujeres lo rodean como polillas a una l
miró con
lo. Siempre he sido fuerte.
frente a ella, tomando
ecerte esto... ni
ició la mejil
méteme que vas a ser feliz. Que vas a v
la sostuvo, como tantas veces lo había hecho en el pasado
el, en los altos edificios donde los nombres y los apellidos tejían destino
que él no ha
e no encajab
el hotel, ya mañana Sofia acudirá a Naven nuevamente o quizás envíen po
bien. Muchas noches de estudio, de risas o de llanto habían transcurrido entre esa
compañarla, y Sofía no había tenido fuerzas para discutir. Estaba agradecida de no est
ina marcaba las do
a que apenas lograba protegerla del escalofrío que nacía dentro de ella. La habitación estaba en
día d
ientos no
a- percibiera el temblor en su voz. A que su padre -el imponente Alessandro Morgan- preguntara con firmeza qué estaba sucediendo. Porqu
penas conocía, solo para salvar a una amiga? ¿Cómo explicar que ese hombre no era cua
los conocían en Madrid, y ella
a en destruir reputaciones o empresas enteras si eso le otorgaba una mínima ventaja. Naven Fort er
rgan, se había converti
ostro entre
cla de respeto, miedo y... una inquietud que no sabía identificar. No era solo su poder. Era la manera en que la habí
a alguien, deseó que la respuesta estuviera en un libro, en un correo, en algo que pudiera leer sin tener que enfrentarse
blicamente y se imaginaba la ira d
erpo tiritando no solo de f
Y si ya era demasiado
omo si al fin hubiera podido soltar todo el peso que la asfixiaba. Esa p
rvió un vaso de agua. Sus manos temblaban ligera
Sofía", se di
o lo e
su traje oscuro, su expresión impenetrable, y esa voz grave q
s, o como una pieza decorativa para sus intereses? ¿Hab
ando calmarse, observó las fotografías de sus
a quebrarse. Era una Morgan. Su padre siempre le había dicho: "Sofía, nunca olvides quién eres. C
o que inten
mohada. Se permitió llorar. En silencio. Lágrimas que no eran d
ia, aún no había c
ana. El cielo come
añana estab