taba lleno de chefs, dueños de restaurantes y
escuchó fragmentos de conv
tro premio. Es increíbl
a. Desde que terminó con Javier, el m
amor. Qué lástima que no
igue muy presente en su
opresión en el pecho. Sabía perfectamente quién era. El exno
un poco. Con una nueva determinaci
ra. Estaba visiblemente borracha, apoyada en una mesa, con la mirada perdida. La multitud
a de irnos", d
, sus ojos tardaron u
jo, su voz arrast
atrapó antes de que cayera, rodeándola con su b
s de su cabello, ahora mezclado con el olor a vino, lo golpeó. Era el aro
isa. Ricardo sintió un nudo en la garganta. Quizás, solo
a suspiró, un susu
vie
ios como una oración, un a
de agua helada encima. Toda la calidez del momento s
y ella estaba pens
modó en el asiento del copiloto del coche. E
guantera. Sacó una carpeta. Dentro, había u
o de d
ía, en su estupor etílico
cardo, su voz desprov
la parpadeó, tratando
esto?",
odo esto", r
ó que había algo de claridad en sus oj
as su firma torpe se plasmaba en
carpeta y arrancó el coche. Las palabras de ella eran solo el eco de un
lles oscuras de Oaxaca, reco
or sobre la calidad de unos chiles. Su rostro estaba encendido, sus manos gest
una de sus críticas. Nunca se había sent
ue. Acababa de tener una pelea telefónica terrible con Javi
e ofreció un pañuelo y l
ella lo miró, con los
dijo ella, con la voz
se quedó
estoy cansada. Cansada de todo. Necesito... estabilidad. Algu
ía vislumbrado en el mercado y conmovido po